Nubarrones en el negocio de Fórmula 1
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Esta columna también podría llamarse “la tormenta que viene entre la FIA y Liberty Media”; y es que los incidentes entre ambas instancias amenazan el futuro de la máxima categoría, al menos tal y como la conocemos el día de hoy.
Los motores callaron desde el término de la temporada 2022, pero apenas llegó la gala de premiación para que el presidente de la FIA (órgano que rige el deporte motor), Mohammed Ben Sulayem, aproveche cada momento para hacer comentarios punzantes sobre algún equipo, como para mostrar puntos de vista abiertamente opuestos al status quo de la F1 desde hace por lo menos 30 años.
Por un lado, Ben Sulayem (todo un personaje) le dijo en su cara a Christian Horner, director de Red Bull Racing, en plena premiación de la FIA: “Esto [el trofeo] es algo que no tiene nada que ver con el tope presupuestario”, en un torno sarcástico que extrañó a propios y extraños, algo fuera de lugar y con clara intención de incomodar.
Desde ahí, las opiniones y posicionamientos de Ben Sulayem respecto a la máxima categoría han ido subiendo, no sólo de estilo, sino de postura respecto al negocio. Recordemos que FIA en los tiempos en que Max Mosley la presidía (1991 a 2009) y Bernie Ecclestone dominaba la máxima categoría, le concedió a la F1 la gestión comercial de los derechos hasta el año 2011 por un acuerdo que fue más allá de los 3 mil millones de dólares, reservándose el derecho de regular la parte deportiva.
Y así funciona desde entonces el Gran Circo, trascendiendo incluso a la compra de los derechos de la F1 a Liberty Media en 2016 al tío Bernie (Ecclestone), a partir de lo cual la categoría rejuveneció en seguidores en todo el planeta, puso sobre la mesa una de las mejores temporadas de todos los tiempos en 2021, trajo nueva normativa en 2022 y vive actualmente una expansión, sobre todo en territorio norteamericano, donde este año se celebrarán tres carreras.
La FIA y Liberty Media viven desde hace décadas un matrimonio por conveniencia. Pero Ben Sulayem está decidido a sacudir el árbol: por un lado, abrió las puertas de la F1 a Andretti y Cadillac rumbo a 2026 como un undécimo equipo, cosa que rechazan tajantemente los dueños de las 10 escuderías que hoy forman parte del serial (lo hizo sin consultarles), dispuestos más a que se adquiera uno de los ya existentes a partir el pastel en 11 rebanadas.
Y para terminar el cuadro del caos, la frase que Ben Sulayem ha dejado caer apenas hace unos días sobre Liberty Media: “La F1 es nuestra, sólo la hemos alquilado”, rematando a su comentario [con todo y tweet] a que la cifra de 20 mil millones de dólares era una valoración exagerada sobre la F1, ante una eventual venta a capital árabe.
Así que la temporada 2023 no sólo parece ponerse caliente sobre las pistas, sino que en los escritorios parece venir una guerra, y lo que es peor, una guerra de egos entre gente de saco y corbata.