¡Que nunca jamás ruede un balón en Querétaro!

Las imágenes son dantescas. Como fieras cebadas, tipos con la camiseta de Querétaro, babeantes, embrutecidos de odio, merodean los seis cuerpos desnudos de sus víctimas que aparecen en un video.
TEXTO POR: RAFA RAMOS
Uno de esos criminales todavía pateó al individuo caído, sangrante, desvanecido, como para ponerle la firma perversa de crueldad y saña. Otro, arremete con una mesa a otro ser humano, o a los despojos de él, tumbado también sobre su sangre, sin sentido.
Sí, ocurrió en las afueras de La Corregidora en Querétaro este sábado. Los videos muestran estremecedoramente los cuerpos, abandonados, inmóviles, sin auxilio, vejados todavía más, con escupitajos. Las hienas, orgullosas de su felonía, del ajusticiamiento, se pavonean y rondan, acechan como para certificar que no hay hálito de vida, en esos organismos vapuleados, heridos, desnudos. Vándalos despiadados. Antropófagos de su propia carne y de su propia sangre.
El hombre convertido en el lobo del hombre. Todo comenzó dentro del estadio. Sí, otra vez en Querétaro. Esa plaza maldita, donde no hay equipo que se consolide, y cuya administración cambia de manos como si fuera carne envenenada. Sí, una plaza maldita. El instinto del futbol se aleja de ahí. Percibe a esos tipos sanguinarios que olisquean la plasma ajena, como homenaje propio a su voracidad. Canibalismo inconcluso.
Es, sin duda, la mayor masacre perpetrada en un estadio de futbol en México. El deporte se mancha, pero, lo más grave, ¿cuántas familias oscilan hoy entre la angustia y el miedo?
Seamos sinceros: ¿Alguien extrañaría a Querétaro si este lunes, se atrevieran la Liga MX y la FMF a desafiliar al equipo? Nadie. Insisto, una plaza maldita. Mejor que muera esa plaza, antes de permitirle que provoque muertes.
Entiéndase, después de lo ocurrido este sábado, jamás, nunca jamás, debe rodar un balón de futbol en Querétaro. ¡Plaza maldita!