Donbás, tan lejos y tan cerca

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Si se denomina expansionismo territorial la liberación por parte de Rusia de Donetsk y Luhansk del régimen fascista ucraniano, la incorporación de más países a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde 199 es sobre posicionamiento político y militar “para la defensa de todos y cada uno de sus integrantes”, es decir que para Occidente el país eslavo de los zares y bolcheviques es enemigo de facto, nunca como posible aliado para el equilibrio geopolítico. Históricamente neutrales, Noruega y Finlandia han solicitado su ingreso a la alianza, precisamente porque un objetivo primordial de los gringos es que en el mundo desaparezca la neutralidad.
Desde el golpe de Estado en Kiev en 2014, Estados Unidos ha aplicado estrategias que implican la militarización de países europeos orientales y manejar al gobierno títere de Volodímir Zelensky como peón en su ajedrez imperial, equipando con armamento a grupos neonazis, como el despiadado batallón Azov que durante ocho años asoló la región del Donbás en el oriente ucraniano y provocó más de 14 mil muertos, entre militares y civiles.
Con la guerra de Ucrania los objetivos de Estados Unidos son: 1 extender en tiempo el conflicto para acentuar las sanciones económicas, que colapsarán al extenso país euroasiático y con ello la caída del actual gobierno ruso; 2 con un posible gobierno títere en Moscú, desarticular la alianza política, militar y económica con el régimen de China para desaparecer las inversiones directas en la nueva ruta de la seda, que pasaría por territorio ruso hasta medio oriente con ramales a Europa y África; 3 con un gobierno “manejable” en el Kremlin, la OTAN aseguraría el armamento atómico ruso; 4 control total de Europa sin riesgo potencial de que un país opaque la hegemonía estadounidense en ese continente.
Pero se observa que dichos objetivos están muy lejos de lograrse, sobre todo por los efectos económicos en Europa y todo el orbe, como la inflación provocada por la lenta reconstrucción de las cadenas de valor global y la escasez de energéticos y de granos, además de la especulación provocada por las grandes corporaciones productoras de alimentos, la incertidumbre en los mercados financieros que provoca la volatilidad de los tipos de cambio y el incremento de las tasas de interés que inhibe la inversión directa y el empleo.
Los efectos económicos del conflicto son visibles a nivel global y los países buscan alternativas para contener los precios y dinamizar su economía. En México, las transferencias sociales para sostener el consumo, el Paquete contra la Inflación y la Carestía, elevación de las tasas de interés, inversión pública productiva en el sureste del país, subsidio a gasolinas con el excedente en precios del petróleo, entre otras estrategias, además variables exógenas, como aumento de inversión extranjera directa y remesas.
Bladimir Putin y Xi Jinping no están dispuestos a aislarse del mundo y ceder en sus pretensiones de posicionamiento global, por esto la necesidad de un “cese al fuego” en el este ucraniano, para llegar a acuerdos en los que occidente contenga su expansionismo miliar y el gobierno ucraniano abandone su postura nacionalista fascista, lo que incluiría la independencia de las repúblicas de Donetsk y Luhansk en el oriente de Ucrania, cuya población es más de 30% rusoparlante.
Estados Unidos ha perdido gran parte de la producción mundial (sólo tiene 14%) y China se ha posicionado como una economía sólida y en expansión con sus aliados cercanos, por eso el interés norteamericano se ha centrado en el campo militar con enormes riesgos a la seguridad del orbe.
El resultado de esta guerra eslava y la política interna rusa son de vital importancia, es un tiempo crucial para la definición del orden mundial del presente siglo. Territorio del Donbás, al otro lado del mundo, tan lejos y tan cerca.