El gran colapso de la economía: desempleo e incertidumbre

Dinero
/ 30 agosto 2020

La realidad es que existe el riesgo de ser un sexenio perdido en materia de crecimiento económico, con mínimos históricos no vistos desde 1932

CDMX.- Antes de la pandemia mundial la economía mexicana ya estaba enferma, pues en 2019 había caído -0.1%, pero con el confinamiento y la paralización de la producción para este año se espera un desplome del -10%, los analistas consideran que para que se pueda alcanzar un crecimiento a niveles promedio de antes de la pandemia de COVID-19, deberán pasar al menos 5 años.

Hay previsiones aún más dramáticas, como la recientemente emitida por el Banco de México (Banxico) que recortó su previsión de crecimiento para el país de hasta -12.8% para 2020 y en el peor de los escenarios en 2021 crecería un 1.3%.

Con todo lo anterior para el presidente Andrés Manuel López Obrador “ya estamos levantando la economía popular, porque estamos aplicando un modelo nuevo; ya no es como antes, que se rescataba a los banqueros, a los grandes empresarios; ahora se está rescatando al pueblo, por el bien de todos, primeros los pobres”, así lo dijo en un video desde Palacio Nacional en vísperas de su segundo informe de gobierno.

La realidad es que existe el riesgo de ser un sexenio perdido en materia de crecimiento económico, con mínimos históricos no vistos desde 1932.

Muy lejos de los números está la realidad de quienes vieron cortado su porvenir en todos los niveles sociales, como Verónica Luna, joven de Guerrero que se quedó súbitamente sin sustento, ella y su papá viven de una pequeña tienda de abarrotes en Saj Jeronimito, en Petatlán, Guerrero, a unos 30 minutos de Zihuatanejo.

Tiene un bebé de 10 meses, así como una deuda del parto que pensaba pagar con recursos de la miscelánea y también con los emolumentos de su trabajo en un comercio, que tenía en Acapulco, pero se vio obligada a cerrar su negocio.

“Antes de la pandemia la vida era más llevadera, planeaba pagar mi cesárea, pero ahorita  con un bebé de 10 meses no he podido ir a trabajar, lo hago en Acapulco y ahí todo depende del turismo, pero al cerrar las playas, cerraron todo. Con todo esto no quedan opciones, no hay trabajo, no hay ingresos, tampoco hay apoyos a la gente más necesitada”, dice Verónica.

Por si fuera poco, no tarda en cerrar la tiendita que tiene pues la cuenta de electricidad llega cada vez más alta, bajaron mucho las ventas, subieron mucho los precios de la canasta básica, la gente no tiene dinero y se ha encarecido el frijol, el huevo, la leche y la tortilla, dijo desesperada.

En Ciudad de México la situación no es diferente, Diana María experta en edición de contenidos audiovisuales, especialmente para series de televisión, su trabajo no es fijo, ni genera antigüedad, ni cuenta con prestaciones, antes de la pandemia su trabajo formal-temporal le daba para pagar la renta de un apartamento, la mensualidad del auto y ahorrar para su boda, con el encierro se vino un cambio de planes.

Diana María y su pareja al igual que 1 millón de personas según datos del IMSS se quedaron sin su empleo formal entre marzo y julio, la productora para la que trabajaba frenó sus proyectos y los ahorros de la boda se convirtieron en recursos para sobrevivir. Su futuro es incierto y preocupante pues ni ella ni su pareja califican para recibir apoyo de los programas sociales del gobierno.

Al mar de incertidumbre y pobreza que trajo la pandemia y de la cual Verónica y Diana María son apenas dos pequeñas gotas, se agrava por una política que en lugar de atacar el problema estructural del mercado laboral, prioriza el fortalecimiento de los programas sociales. (Con información de la Revista Proceso)

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