Al fin ordenan capturar a agresores de Marichuy, casi seis años después de su feminicidio

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/ 29 septiembre 2021

Su madre logró que la Fiscalía de la Ciudad de México giró dos órdenes de captura en contra de los dos presuntos agresores: Julio Iván ‘N’, un docente de 27 años que daba clases a Marichuy; y Gabriel Eduardo ‘N’, uno de sus compañeros de clase

Han pasado cinco años y nueve meses exactos, recuerda Yesenia Zamudio con la rabia aún intacta en la voz.

Cinco años y nueve meses desde aquel enero de 2016, cuando a su hija María de Jesús Jaimes Zamudio dos hombres la metieron a la fuerza a un carro, la subieron a su propio departamento en un quinto piso, y entre jaloneos y gritos de auxilio sin respuesta la aventaron al vacío por una ventana, asesinándola.

Cinco años y nueve meses, dice Yesenia por tercera vez, en los que ha tenido que “quemar medio país” con marchas, protestas, y con la toma de un edificio de la CNDH en el centro histórico de la capital mexicana, hasta que al fin la Fiscalía de la Ciudad de México giró dos órdenes de captura en contra de los dos presuntos agresores: Julio Iván ‘N’, un docente de 27 años que daba clases a Marichuy; y Gabriel Eduardo ‘N’, uno de sus compañeros de clase.

La joven de 19 años, amante del basket y de la lectura, conoció a ambos cursando Ingeniería Petrolera en el Instituto Politécnico Nacional, universidad referencia en México en esa materia, a la que había llegado gracias a una beca por sus buenas calificaciones.

Sin embargo, el curso de Marichuy en esa ingeniería no estaba transcurriendo como soñaba cuando en junio de 2014 solicitó por escrito a la dirección de educación superior del Politécnico el cambio de ingeniería topográfica a ingeniería petrolera, “la carrera que tanto añoro estudiar”.

“Mi hija era víctima de acoso por parte del maestro y también había compañeros, tanto hombres como mujeres, que le hacían la vida imposible”, denuncia Yesenia, que muestra a este medio capturas de pantalla que forman parte de la investigación del caso y en las que se aprecian conversaciones entre el docente Julio Iván ‘N’ y su alumna, Marichuy, donde éste le insinuaba que a cambio de favores sexuales aprobaría sin problema la materia de introducción a la perforación petrolera, que ya había reprobado.

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“Ya salte de esa pinche escuela”, cuenta Yesenia que le dijo a su hija.

Pero Marichuy, “por amor propio”, se presentó a ese examen de periodo extraordinario tras pasar estudiando todas las vacaciones de navidad.

“Ella quería demostrar que era injusto que el maestro la reprobara por no acceder a sus chantajes”, señala Yesenia, que asegura que ese mismo año otro alumno de nombre Mario ‘N’ también le mandaba mensajes con amenazas veladas –“no supe de ti en días pensando que te iba a encontrar en una bolsa negra ¿y no te puedes tomar ni 5 minutos para responderme?”, le escribió una vez en un mensaje de Facebook-, luego de que Marichuy también lo rechazara sentimentalmente en varias ocasiones.

La noche del 15 de enero de 2016, Yesenia Zamudio explica que, por medio de engaños en los que habrían participado como cómplices dos compañeras de Facultad, y Gabriel Eduardo ‘N’, el otro imputado en el caso, la joven de 19 años asistió a eso de las ocho de la noche a una cena en un Chilis, en la que también estaba el docente Julio Iván ‘N’.

Horas después, se fueron a un karaoke. Y de ahí, Marichuy quiso zafarse pidiendo un taxi para regresar a su casa, en la alcaldía Gustavo A Madero. Pero el maestro insistió en que la llevarían en su camioneta, que conducía el alumno Gabriel Eduardo, y en la que en la parte trasera iban otras alumnas. Marichuy aceptó. Pero en el trayecto, cuenta su madre Yesenia, la joven sufrió manoseos y trató de escapar de la camioneta sin éxito, ya que “la taclearon” y “la volvieron a meter a la fuerza” al vehículo.

Una vez en la puerta del edificio de su departamento, ya en la madrugada del 16 de enero, testigos declararon que a Marichuy la llevaban “forcejeando” y “jalando”, mientras ella gritaba: “déjenme, déjenme”. Incluso, ya en el interior de su vivienda, las ‘roomies’ con las que compartía renta, y que también estudiaban con ella en el Poli, declararon que la joven les tocó la puerta pidiendo ayuda, aunque no la auxiliaron porque pensaban que se trataba de un asalto.

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$!“Es terrorífico, son gente sin escrúpulos. Aunque mi hija no fue víctima solo del maestro y el compañero, sino de un contexto de violencia estudiantil que acabó materializándose en un feminicidio”, plantea Yesenia

“Nadie la auxilió”, dice enojada Yesenia, que explica que, de acuerdo con la investigación del caso, esa noche estaban en el departamento siete personas: el maestro Julio Iván, el alumno Gabriel Eduardo, tres ‘roomies’, y dos mujeres estudiantes, compañeras de Marichuy.

Una vez en el departamento, las pesquisas del caso arrojan que el maestro Julio Iván y Gabriel Eduardo jalaron a Marichuy y la tiraron por la ventana entre gritos desesperados de la joven, que fueron también escuchados por algunos testigos de la zona.

Sin embargo, la historia que le contaron a Yesenia cuando fue a ver a su hija al hospital de Ticomán, donde días después moriría como consecuencia de las heridas en el cráneo, y las fracturas en la cadera y el fémur derecho, fue muy distinta.

“Todos la empujaron al vacío”

“Es que se cayó, Mari se cayó”, cuenta Yesenia que le dijeron las compañeras de su hija. El maestro y el alumno Gabriel le aseguraron que Marichuy “enloqueció” y “se suicidó”. Mientras que Mario ‘N’, el otro compañero al que la joven había rechazado, fue a platicar con Yesenia y le dijo que su hija se quitó la vida porque sufría “depresión” y que “de buenas a primeras brincó por la ventana”.

Pero Yesenia comenzó a investigar y a ver que había inconsistencias. Por ejemplo, a las ‘roomies’ que dijeron que Marichuy simplemente se cayó, les cuestionó por qué entonces su hija les tocó la puerta gritando auxilio si tenía pensado tirarse por la ventana. Y a Mario le preguntó cómo sabía los detalles del supuesto suicidio, si él no estaba presente en el lugar de los hechos aquella noche.

“Los siete declararon lo mismo. Pero los peritajes que se hicieron del caso, y los testigos, demuestran que están mintiendo”, subraya tajante Yesenia, que apunta que la mecánica de lesiones aporta otros dos elementos clave en el caso: que Marichuy no se tiró de cabeza al vacío, sino que cayó de pie; y que trató de agarrar a sus agresores hasta el último segundo; por eso traía en sus uñas piel del maestro Julio Iván y de Gabriel, otro elemento clave para que se giraran órdenes de aprehensión en su contra.

“Es terrorífico, son gente sin escrúpulos. Aunque mi hija no fue víctima solo del maestro y el compañero, sino de un contexto de violencia estudiantil que acabó materializándose en un feminicidio”, plantea Yesenia, que tras el feminicidio se dedicó al activismo.

“Es decir -añade-, en este feminicidio hay involucrado un maestro, pero en realidad fue un hecho de violencia en el que estuvieron involucradas muchas personas. Todos, de alguna manera, empujaron al vacío a mi hija. Porque las mujeres que no la ayudaron cuando pidió auxilio, y que encubrieron al maestro, también empujaron a Marichuy”.

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