Controlan ‘Los Chapitos’ consumo en Culiacán

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/ 7 diciembre 2022

Junto al lavado de autos, en la colonia Las Quintas, hay una oficina. Al entrar hay una sala de espera, nada parece sospechoso, salvo que se expide un olor concentrado a yerba

CDMX.- Por fuera del negocio hay un letrero en el que se lee: “Supreme”. Te lavan el auto por 100 pesos. Pero en este lugar no es todo lo que venden.

Junto al lavado de autos, en la colonia Las Quintas, hay una oficina. Al entrar hay una sala de espera, nada parece sospechoso, salvo que se expide un olor concentrado a yerba.

Al fondo se oculta una puerta que resguarda una habitación con estantes con luces de neón y accesorios que prometen experiencias; pipas, llaveros, encendedores, cremas, aceites, molinos, brownies, galletas, frituras y dulces de todo tipo con tetrahidrocannabinol (THC), el componente psicoactivo de la mariguana, y hasta otras drogas como LSD y crack.

De forma similar a las tiendas que operan en estados donde la mariguana es legal en Estados Unidos, la vendedora no sólo se encarga de la transacción, sino que sirve de guía al comprador.

Se venden por gramo o por promociones de tres cigarros por 500 pesos. Puedes tener la seguridad de que aceptan peso, dólar, bitcoin o transferencias bancarias.

Este lugar es uno de los 18 dispensarios que hay en Culiacán. Se encuentra detrás de la Catedral, junto a la Universidad Autónoma de Occidente, a tres calles de la parroquia Espíritu Santo, pero todos con fachadas distintas para tratar de “ocultar” los negocios que simulan ser sucursales de los dispensarios en California, donde sí es legal.

Los cigarros están dentro de tubos de ensayo tapados con corchos y envueltos con etiquetas, algunas de presidentes, otras de actrices y personajes de televisión, pero las más visibles son las que tienen un ratón con moño azul o rojo. Es la caricatura que se usa en la narcocultura para referirse a Ovidio Guzmán López.

Ovidio es medio hermano de Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar. Todos hijos de Joaquín Guzmán, exlíder del Cártel de Sinaloa, preso en Estados Unidos. Su parentesco les dio su apodo: “Los Chapitos”.

Además de tiendas como Supreme, y unas 10 más que venden una variedad de drogas, “Los Chapitos” controlan toda la distribución local de sustancias ilícitas.

Es tanta su influencia y capacidad de fuego que han logrado monopolizar y acaparar un mercado violento en el que predominan las desapariciones de personas y la tortura a consumidores y vendedores de drogas.

Esa forma de manejar el mercado es distinta a la que se conocía en Sinaloa, dicen campesinos desplazados, pescadores y consumidores de drogas. Antes había un libre mercado, se podía vender la mercancía o comprarla para consumirla a cualquier postor, lo que predominaba era la oferta y la demanda.

“Si le vendes a otro te levantan o te tablean”, asegura un chofer para describir cómo funciona el mercado en la actualidad.

“Los Chapitos” definen los costos en todas sus extensiones y quienes no respetan ese modelo de negocio sufren consecuencias, algunas fatales.

El mercado local no se limita a la marihuana, manejan un amplio mercado de metanfetamina y fentanilo.

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