Encuestas presidenciales en Latinoamérica presentan errores que no reflejan la realidad de las preferencias
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En las elecciones presidenciales de México en 2012, Peña Nieto ganó a López Obrador, 38,21 a 31,59% y la encuestadora Reforma dio ganador a López Obrador
El triunfo de Javier Milei en las elecciones primarias presidenciales en Argentina, fue algo que no fue previsto, ya que los números de intenciones de voto en encuestas fueron de Giacobbe 17.9% y Opina Argentina 20%. Ambas más de 10 puntos por debajo de lo que finalmente pasó.
Y ese hecho, que nadie pudo ver venir, fue justamente lo que marcó las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y cambió el tablero electoral, dejando en segundo plano a los grandes partidos que fueron protagonistas de los últimos 20 años de democracia en Argentina, y está consolidando a Milei con más fuerza que nunca en la política argentina.
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Sin embargo, el fenómeno de fallos en las encuestas es algo que ha permeado las elecciones presidenciales en Latinoamérica.
En las elecciones presidenciales de Ecuador de 2017, Lenin Moreno ganó a Guillermo Lasso 51,16 a 48,84%. Cedatos daba ganador a Lasso tanto a 30 días vistas (50,8 a 49,2%) como una semana antes (53,9 a 46,1%).
En el plebiscito Acuerdos de Paz en Colombia 2016, el No ganó al Sí por 50,21 a 49,78%. Fallaron casi todas las encuestadoras. Datexto Company (60,2% a favor del Sí a una semana vista), Cifras & Conceptos (59,6% a favor del Sí), Invamer Gallup (67,6% a favor del Sí) e Ipsos (66% a favor del Sí).
En las elecciones presidenciales de Perú 2016, Kuczynski ganó por la mínima a Keiko Fujimori; 50,12 a 49,88%. La encuestadora Datum le daba a Kuczynski una diferencia de 39 puntos una semana antes. Ipsos Perú concedía 35 puntos a favor de Kuczynski.
En el referéndum de reelección de Bolivia 2016, el No ganó al Sí por 51,30 a 48,7%. La encuestadora Mori daba ganador al Sí un mes antes, 52,6 a 47,4%; y una semana antes daba empate.
En las elecciones presidenciales de Argentina 2015, Macri ganó a Scioli, 51,34 a 48,66%. Ceop dio ganador a Scioli una semana antes por 19 puntos. Aragón & Asociados erró en forma muy parecida. González y Valladares, por el contrario, dio triunfador a Macri por 13 puntos.
En las elecciones presidenciales de Guatemala en 2015, Jimmy Morales ganó a Torres por 64,6 a 31,2%. La encuestadora Felipe Noguera dio mucha más diferencia a favor de Morales, 41 puntos.
En las elecciones presidenciales de Uruguay de 2015, Tabaré Vázquez ganó a Lacalle, 56,5 a 43,5%. Interconsult, a una semana vista, le dio ganador a Lacalle por la mínima.
En las elecciones presidenciales de Bolivia en 2014, Evo Morales ganó a Doria Medina, 61,23 a 31,4%. La encuestadora Captura Consulting, una semana antes, dio a Evo Morales una intención de votos de 50,2% (once puntos menos del resultado oficial).
En las elecciones presidenciales de Colombia en 2014: Santos ganó a Zuluaga, 53 a 47%. La encuestadora Centro Nacional de Consultoría dio ganador a Zuluaga por 51,1 a 48,9%.
En las elecciones presidenciales de Brasil de 2014, Dilma Rousseff ganó a Neves, 51,64 a 48,36%. Instituto Census y Época dieron ganador a Neves; ambas con diferencias holgadas.
En las elecciones presidenciales de México en 2012, Peña Nieto ganó a López Obrador, 38,21 a 31,59%. La encuestadora Reforma dio ganador a López Obrador. Buendía & Laredo concedió victoria a Peña Nieto pero por más del doble del valor final.
En las elecciones presidenciales de Venezuela en 2012, Hugo Chávez venció a Capriles, 55,42 a 44,58%. A diez días de la cita electoral, Consultores 21, Top Data y Datos Interdata-Opinión daban ganador a Capriles.
En las elecciones presidenciales de Chile en 2012, Bachelet ganó a Mathei, 62,17 a 37,83%. Interconsult achicó su predicción a solo 8 puntos.
La conclusión es muy simple: un gran número de encuestas no aciertan el dato oficial en elecciones en América Latina. No atinan a 30 días ni tampoco a 10 días de la contienda.
Ni siquiera logran acertar el mismo día (exit poll). No solo se equivocan significativamente en el porcentaje de votos de cada aspirante, sino que muchas veces tampoco aciertan en el candidato u opción ganadora. A pesar de estos resultados, existe una sobreestimación mediática de la utilidad de las encuestas en la predicción electoral.
Son muchas las fallas metodológicas en las estimaciones:
El factor de expansión poblacional no está actualizado; está obsoleto.
No existe un método apropiado para identificar el comportamiento del voto oculto.
Hay un importante desfase entre el uso de metodologías estáticas y sociedades cada vez más cambiantes.
No hay criterio preciso para conocer el universo de los votos indecisos; y acaban extrapolándolos como si fueran decididos.
Además de estos errores, claramente las encuestas tienen un alto sesgo político. Buscan condicionar el resultado final en vez de acertarlo.
Se han convertido en un arma política con un objetivo muy claro: reducir las expectativas de victoria de algunos candidatos mientras inflan a otros.