Es la 4T ‘continuidad del priismo’: AMLO y Peña Nieto comparten más semejanzas que diferencias, afirma Riva Palacio
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Pese al ‘no somos iguales’ que López Obrador repitió como mantra durante su sexenio para diferenciarse de sus antecesores, el periodista advierte que los gobiernos de López Obrador como de EPN estuvieron marcados por la corrupción, impunidad y la opacidad
CDMX.- Los expresidentes Andrés Manuel López Obrador (Morena) y Enrique Peña Nieto (PRI) comparten más similitudes que diferencias, al grado de que el gobierno de la 4T resultó ser una continuidad del priismo, así lo afirma el periodista Raymundo Riva Palacio.
En su columna “Estrictamente Personal”, publicada hoy en VANGUARDIA, el periodista analiza las profundas similitudes entre los gobiernos de ambos políticos.
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Actualmente, el priista se encuentra envuelto en el escándalo por haber aceptado presuntos sobornos por parte de dos empresarios israelíes para la compra del software espía Pegasus. Pero también el gobierno de López Obrador, pues sobre este pesan sospechas sobre presuntos vínculos con el narcotráfico.
ENCABEZARON AMLO Y EPN GOBIERNOS OPACOS Y CORRUPTOS
Para Riva Palacio, ambos mandatarios fueron durante sus mandatos protagonistas de escándalos de corrupción, así como de uso clientelar del Estado, además de estar marcados por la impunidad y la opacidad.
Peña Nieto fue criticado por la “Casa Blanca”, la Estafa Maestra, Odebrecht y su gestión opaca en obra pública, como el aeropuerto de Texcoco. López Obrador, por su parte, dejó como legado la “Casa Gris” de su hijo José Ramón López Beltrán, los desfalcos millonarios en Segalmex y Birmex, así como la adjudicación de contratos opacos en obras como el Tren Maya y Dos Bocas, protegidas bajo decretos de “seguridad nacional”.
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“En el mundo peñista, la corrupción se disfrazaba de legalidad. En el lopezobradorista, ni eso es necesario: basta con la palabra del Presidente”, refiere el editorialista.
En cuanto al ejercicio del poder, el periodista destaca que mientras Peña Nieto se caracterizaba por su silencio ante los escándalos, López Obrador optó por la “verborrea diaria”, usando las conferencias mañaneras para desmentir, minimizar o justificar cualquier señalamiento en contra de su gobierno o sus cercanos.
“Cada mañana, desde Palacio Nacional, desmentía, atacaba, tergiversaba. Todo se reducía a ‘yo tengo otros datos’ y que las tropelías que le sacaba la prensa a sus cercanos estaban inspiradas por sus ‘adversarios’, que se resistían al cambio y querían que sus privilegios regresaran”, expone en su columna.
Sin embargo, advierte el analista, el resultado fue el mismo en ambos sexenios: la impunidad para ellos y sus cercanos, pues ni en el sexenio priista ni en el morenista se juzgó a funcionarios de alto nivel implicados en corrupción.
“¿Cuántos altos funcionarios fueron juzgados en su sexenio? Cero... Peña Nieto nunca actuó contra funcionarios corruptos, cuyas denuncias comenzaron en su primer año de gobierno. López Obrador actuó, pero para defenderlos”, critica.
Riva Palacio menciona los casos de Emilio Lozoya, director de Pemex en el peñismo, y el de Ignacio Ovalle, quien era director de Segalmex cuando estallé el escándalo de corrupción y López Obrador lo justificó y defendió.
Mañana en ESTRICTAMENTE PERSONAL, @EPN es el espejo de @lopezobrador_, opacos, con corrupción bailando a su alrededor, que sabían que la impunidad no era una anomalía del sistema político mexicano, sino el sistema mismo, y de ahí la búsqueda de protección transexenal.
— @rivapa_oficial (@rivapa_oficial) July 10, 2025
ES LA TRANSFORMACIÓN CONTINUIDAD DEL PRIISMO
Lejos de la narrativa de López Obrador que como opositor y candidato prometió acabar con el “viejo régimen” que representaba Peña Nieto, lo que hizo fue perfeccionar el sistema y convertir a su transformación la continuidad del priismo.
“López Obrador no sólo no desmontó el sistema que juró combatir, sino que lo perfeccionó. Y, en algunos casos, lo empeoró”, asevera Riva Palacio.
El periodista considera la transformación prometida por López Obrador en el 2018 terminó reproduciendo y mejorando los vicios del viejo régimen: concentración de poder, subordinación de órganos autónomos y clientelismo disfrazado de política social.
“Donde Peña Nieto negoció con las élites en el Pacto por México, López Obrador lo hizo con la calle, elevando la entrega de recursos directos sin supervisión ni control al rango constitucional”, refiere.
Por ello, asesta: “La transformación terminó siendo continuidad del priismo con otros modales”, porque tanto Peña como AMLO buscaron protegerse en su sucesor, “porque en el fondo, uno y otro debieron comprender que la impunidad no era una anomalía del sistema político mexicano, sino el sistema mismo”.