Estados Unidos enfrenta a Putin revelando posibles decisiones
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WASHINGTON, EU.- Tras décadas en las que el presidente ruso Vladímir Putin ha dominado la guerra de la información, Estados Unidos está tratando de vencer al maestro en su propio juego.
En las últimas semanas, el gobierno de Biden ha detallado el movimiento de las fuerzas de operaciones especiales rusas hacia las fronteras de Ucrania, ha expuesto un plan ruso para crear un video de una atrocidad falsa como pretexto de invasión, ha esbozado los planes de guerra de Moscú, ha advertido que una invasión posiblemente provocaría miles de muertes y ha insinuado que los funcionarios rusos tenían dudas sobre Putin.
Luego, el viernes, Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente Joe Biden, dijo a los periodistas en la Casa Blanca que Estados Unidos estaba viendo señales de una escalada rusa y que había una “presunción creíble” de una acción militar inmediata. Otros funcionarios señalaron que el anuncio se debió a nuevos datos de inteligencia que indicaban que podría iniciar una invasión el miércoles.
En conjunto, la extraordinaria serie de revelaciones —que se dan a conocer casi en cuanto se recoge y evalúa la información— ha supuesto una de las entregas de información más agresivas por parte de Estados Unidos desde la crisis de los misiles de Cuba, según afirman funcionarios y exfuncionarios.
Es una táctica inusual, en parte porque Biden ha dejado en claro varias veces que no tiene intención de enviar soldados estadounidenses para defender Ucrania. En efecto, el gobierno estadounidense le está advirtiendo al mundo de una amenaza urgente, no para justificar una guerra, sino para tratar de evitarla.
La esperanza es que la revelación de los planes de Putin los desbarate, quizá retrasando una invasión y ganando más tiempo para hacer diplomacia o incluso dando a Putin la oportunidad de reconsiderar los costos políticos, económicos y humanos de una invasión.
Al mismo tiempo, los funcionarios del gobierno de Biden dijeron que tenían un objetivo más conciso y realista: quieren hacer más difícil que Putin justifique una invasión con mentiras, afectar su posición en el escenario global y reunir apoyo para dar una respuesta más firme.
Las agencias de inteligencia, bajo la iniciativa de la Casa Blanca, han desclasificado información, que a su vez se ha transmitido al Congreso, compartido con periodistas y discutida entre los portavoces del Pentágono y del Departamento de Estado.
Sin embargo, la historia complica esas revelaciones. Antes de la invasión de Irak en 2003, el gobierno de Bush divulgó información de inteligencia que, según los funcionarios, justificaba la acción preventiva, incluyendo supuestas intercepciones de conversaciones militares iraquíes, fotos de laboratorios móviles de armas biológicas y declaraciones que acusaban a Bagdad de construir una flota de aviones no tripulados para lanzar un ataque químico contra Estados Unidos. Todo el material era erróneo, pues se basaba en fuentes que mentían, en interpretaciones incorrectas de las acciones de Irak y en altos funcionarios que miraban la información en bruto y veían lo que querían ver.
No obstante, esta situación es distinta, afirman los funcionarios estadounidenses. Las afirmaciones de Washington sobre el aumento de las tropas rusas han sido confirmadas por imágenes satelitales de una calidad hasta ahora inexistente. Los detalles de las tramas secretas de desinformación de Moscú coinciden con las campañas de propaganda del Kremlin que se desarrollan en las plataformas de las redes sociales a las que han dado seguimiento algunos investigadores independientes.
Lo más importante, agregaron los funcionarios, es que hay una diferencia fundamental entre Irak en 2003 y Ucrania en 2022. “En Irak, la inteligencia se utilizó y desplegó desde este mismo podio para iniciar una guerra”, explicó Sullivan el viernes. “Nosotros estamos tratando de evitar una guerra”.
La última vez que Rusia actuó contra Ucrania, en 2014, los funcionarios de inteligencia impidieron al gobierno de Obama compartir lo que sabían. Pero el gobierno de Biden ha estudiado esos errores. Las nuevas revelaciones reflejan la influencia de Avril Haines, directora de inteligencia nacional, y William Burns, el director de la CIA, quienes han mostrado su disposición a desclasificar información con el fin de interrumpir la planificación rusa, comentaron funcionarios del gobierno.
“Hemos aprendido mucho, especialmente desde 2014, sobre la manera en que Rusia utiliza el espacio de la información como parte de su aparato general de seguridad y militar”, aseguró Emily Horne, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional. “Y hemos aprendido mucho sobre cómo negarles cierto impacto en ese espacio”.
Un funcionario de inteligencia de Estados Unidos aseveró que cuando las agencias de espionaje del país tienen información que podría ayudar al mundo a hacer mejores juicios sobre la actividad rusa, debe ser revelada, siempre y cuando el gobierno pueda evitar exponer cómo se obtuvo la información o quién la transmitió.
Según algunos estrategas, se trata a todas luces de una batalla informativa.
“Creo que es magnífico”, opinó Beth Sanner, una exalta funcionaria de inteligencia que informaba regularmente al expresidente Donald Trump. “Mi opinión es que estas revelaciones están asustando al Kremlin y a los servicios de seguridad. Y lo que es más importante es que puede reducir las opciones de Putin y provocar que lo piense dos veces”.
El gobierno ucraniano ha expresado su malestar por las revelaciones de Estados Unidos. El presidente Volodímir Zelenski señaló el sábado que “demasiada información” sobre una posible ofensiva rusa estaba sembrando un miedo innecesario.
Pese a todas las revelaciones, el gobierno de Biden no ha proporcionado ninguna prueba de las estratagemas de desinformación que dicen haber descubierto. Los funcionarios de inteligencia han argumentado que compartir los detalles le daría a Rusia pistas sobre cómo se obtiene esa información. Eso, a su vez, permitiría a Moscú “tapar las filtraciones” y equivaldría a desarmarse en medio de una guerra de información, aseguraron los funcionarios.
Estas preocupaciones muestran lo difícil que es para cualquier democracia enfrentarse a un Estado autocrático, como Rusia. Sin verse limitado por la verdad, el Kremlin es simplemente mejor en esa guerra no convencional.
“Recuerden que Vladímir Putin es un tipo de la KGB. No piensa como Biden”, dijo Daniel Hoffman, exjefe de estación de la CIA en Moscú. “Putin viene de Marte, y Biden es de Venus. Vladímir Putin está jugando su propio juego, y sus partidas de ajedrez pueden ser un poco diferentes a las nuestras”.
Estados Unidos comenzó a revelar las maniobras rusas a principios de diciembre, cuando desclasificó evaluaciones de inteligencia que predecían que Rusia podría llegar a reunir 175 mil soldados para llevar a cabo la invasión de Ucrania.
Rusia contraatacó ese mes con sus propias acusaciones. En una afirmación que se repitió en las redes sociales y en los sitios de conspiración alineados con Moscú, el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, dijo el 21 de diciembre que casi 120 contratistas militares de Estados Unidos habían trasladado “un componente químico no identificado” al este de Ucrania de habla rusa “para llevar a cabo provocaciones”.
Mientras que las alegaciones de Estados Unidos sobre la acumulación de soldados rusos han sido verificadas por imágenes de satélites comerciales, no hay pruebas de que las afirmaciones rusas sean ciertas, por lo que los funcionarios estadounidenses las han tachado de ser completamente falsas.
Incluso antes de que Estados Unidos empezara a revelar los planes y complots militares rusos, Haines decidió compartir más información con los aliados, por lo que visitó Bruselas el 17 de noviembre. El gobierno de Biden estaba decidido a que no se repitiera lo ocurrido en 2014, pues en aquella ocasión la OTAN se vio confundida y sorprendida cuando las fuerzas rusas tomaron la península ucraniana de Crimea, en gran medida sin oposición.
Altos funcionarios del gobierno de Obama recordaron su frustración cuando las agencias de inteligencia no permitían a la Casa Blanca decir a la OTAN, y mucho menos al público, lo que Washington sabía sobre los movimientos de Rusia.
“Puedo recordar una decena de veces en las que pensé que nuestros intereses avanzarían si simplemente dijéramos al mundo lo que sabíamos”, reflexionó Michael McFaul, que era el embajador de Estados Unidos en Rusia cuando se anexionó Crimea.
La actual batalla de la información se desarrolla en una nueva era, en la que la tecnología ha permitido que las teorías conspirativas se difundan más rápido y a más gente que nunca. Al mismo tiempo, la confianza en el gobierno se ha erosionado aún más. Y eso ha hecho que muchos esfuerzos por adelantarse a las operaciones de información rusas se encuentren con un profundo escepticismo.
“Si el gobierno estadounidense se limita a decir: ‘No, eso está mal’, algunas personas dirán: ‘Demuéstralo. Muéstrame la cinta de video. Muéstrame la grabación de audio’”, comentó Glenn Gerstell, ex consejero general de la Agencia de Seguridad Nacional. “Es una decisión irreversible una vez que se empieza por ahí. Además, por supuesto, todo el peligro es que se corre el riesgo de revelar fuentes y métodos”.
El peligro de exponer esas técnicas de reunión de inteligencia es real. El Kremlin podría bloquear sus comunicaciones justo antes de una posible invasión.
“Esa estrategia no está exenta de riesgos”, señaló Sanner. “Si los rusos son capaces de averiguar las fuentes o cambian su forma de comunicarse o simplemente empiezan a bloquear, cabrá la posibilidad de cegarnos parcialmente justo en el momento en que lo necesitemos”. c.2022 The New York Times Company