Inmigrantes en Moscú temen por sus vidas

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Los críticos acusan al presidente ruso Vladimir Putin y a su gobierno de azuzar indirectamente la xenofobia en lugar de combatirla.
Moscú, Rusia.- Las tensiones entre nacionalistas e inmigrantes no son nuevas en la multiétnica Rusia, pero ahora el asesinato de un joven eslavo en Moscú ha vuelto a encender los ánimos y a arrojar luz sobre el trato que da el país a los inmigrantes.
Automóviles volcados y ventanas hechas añicos: una multitud airada llenaba la tarde del domingo las calles del barrio moscovita de Biriuliovo atacando con botellas y cubos de basura a la policía. El motivo: la ira por el asesinato de un joven de 25 años, Yegor, a manos de un hombre caucásico. El suceso, que se saldó con casi 400 detenidos, volvió a poner una vez más en evidencia que Rusia es un polvorín. "Rusia para los rusos", gritaba la multitud.
Especialmente en la capital Moscú, donde viven millones de inmigrantes, se producen continuamente violentas cazas de brujas contra los "chiorniye", los "negros", como muchos llaman a los inmigrantes del Cáucaso. "¿Por qué defienden a los negros? Ustedes son eslavos", increpaban los atacantes de Biriuliovo a la policía. Para muchos, los caucásicos son considerados básicamente terroristas y criminales.
Los moscovitas denuncian que en muchos lugares han surgido sociedades paralelas que aglutinan a los inmigrantes. Los matrimonios mixtos son la excepción. "En realidad aquí sólo hay inmigrantes (...) es realmente inquietante vivir aquí", contaba Yelena, habitante de Biriuliovo a la agencia de noticias estatal Ria Novisti. Y su conocida Liudmila añade: "El asesinato de Yegor fue la última gota que ha colmado el vaso".
Los habitantes locales acusan a las autoridades de Moscú de no reaccionar ante las tensiones étnicas en la zona. Pero tras los disturbios en la noche del domingo, las autoridades respondieron hoy con dureza, con una redada a un mercado gestionado por inmigrantes que también fue asaltado por una multitud de nacionalistas. Las fuerzas de seguridad registraron el mercado y detuvieron a unos 1.200 trabajadores de forma provisional para revisar su documentación.
Los analistas creen que se trata de una señal para calmar los encendidos ánimos de los nacionalistas, que en tres semanas planean realizar su anual "Marcha Rusa" por Moscú. Ese día se recomienda a los ciudadanos no eslavos que permanezcan en sus casas dentro de lo posible, ya que su seguridad en las calles podría no estar garantizada.
Sin embargo, los expertos consideran que una redada a gran escala como la de hoy no podrá solucionar el problema fuertemente arraigado en el país, puesto que en realidad lo que hace es reforzar la imagen de los inmigrantes como cabezas de turco ante problemas sociales.
Los críticos acusan al presidente ruso Vladimir Putin y a su gobierno de azuzar indirectamente la xenofobia en lugar de combatirla. "Las autoridades utilizan las tensiones para desviar las críticas en su contra hacia los inmigrantes, el enemigo número uno", advirtieron activistas de los derechos humanos en una carta abierta antes de los disturbios del domingo.
Ahora aumentan las voces que piden la introducción de una obligación de visado para los trabajadores inmigrantes procedentes de las antiguas repúblicas soviéticas. Las estadísticas oficiales responsabilizan a los inmigrantes del aumento de las infecciones de sida y también de la mayoría de asaltos, asesinatos y violaciones.
Los inmigrantes constituyen la capa social más baja en Rusia: reciben los peores trabajos y los más peligrosos y también los peor pagados. Los accidentes laborales que acaban en muertes de trabajadores son frecuentes y también incendios en sus residencias en condiciones indignas se han cobrado decenas de vida.
Todos los meses se oye hablar de enfrentamientos masivos entre eslavos y caucásicos, y cada vez más en las provincias. Durante el verano la policía tuvo que evitar en Sasmara, en la región del Volga, que una multitud airada incendiara cafeterías gestionadas por inmigrantes. También en esa ocasión el desencadenante fue un asesinato.
De momento se trata de conflictos limitados a determinados lugares. Pero mientras tanto ha aumentado el miedo a que escalen las tensiones. "En nuestra sociedad el odio está tan profundamente arraigado que existe el peligro de una guerra civil", advirtieron incluso los activistas en su carta abierta.
Por Benedikt von Imhoff /DPA