CIDH y ONU: Vigilancia masiva de NSA provoca intimidación y censura

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"Si cada país realizara este tipo de vigilancia como la NSA, viviríamos en un mundo de vigilancia generalizada", alertó La Rue.
Washington, EU.- La CIDH y la ONU pidieron hoy explicaciones a Estados Unidos por las revelaciones de la presunta vigilancia masiva de las comunicaciones por parte de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), una práctica que, advirtieron, debe ser controlada porque puede llevar a la "censura" de la ciudadanía.
Una vigilancia masiva sin controles judiciales y parlamentarios "inevitablemente se convierte en un sistema abusivo en el que se impondrá el poder a la gente, las opiniones y críticas serán reprimidas y, por tanto, esta violación de la privacidad se convertirá en una forma de censura", advirtió el relator especial de Naciones Unidas para la libertad de opinión y expresión, Frank La Rue.
El alto funcionario de la ONU participó hoy en una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en la que se analizaron las recientes filtraciones del informante Edward Snowden sobre la extensa vigilancia de las comunicaciones realizada por la NSA a mandatarios extranjeros y millones de ciudadanos en todo el mundo.
La Rue reconoció que las revelaciones sobre presuntas escuchas de mandatarios europeos como la canciller alemana, Angela Merkel, o la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, son las que han desatado las mayores protestas internacionales, pero advirtió de que el problema de fondo consiste en lo masivo de esta vigilancia que afecta potencialmente a millones de personas.
"Más allá de esos casos individuales, que es un escándalo en las relaciones diplomáticas de Estados Unidos, el fenómeno más importante es lo masivo, porque esto es un acto intimidatorio, entonces todo el mundo se empieza a sentir monitoreado y eso acaba siendo una forma de intimidación mundial a la libertad de expresión", explicó.
El representante de la organización de derechos civiles ACLU (American Civil Liberties Union), Alex Abdo, advirtió entretanto de que las filtraciones sobre la NSA han "erosionado profundamente" la capacidad de confiar en las comunicaciones básicas para la libertad de asociación y expresión, algo que, subrayó, podría tener repercusiones aún más graves que el caso concreto estadounidense.
"Si cada país realizara este tipo de vigilancia como la NSA, viviríamos en un mundo de vigilancia generalizada y (...) no habría refugio para los disidentes del mundo, periodistas o defensores de los derechos humanos", alertó.
En vista de la gravedad de las consecuencias de este tipo de vigilancia masiva, la CIDH subrayó hoy la importancia de que se ponga un "coto" a estas prácticas y que, además, sean controladas tanto desde el Estado como por parte de la sociedad civil.
"Con un programa de esta envergadura y alcance, es evidente que cualquier forma de control se vuelve prácticamente ilusoria cuando son decenas de millones de las comunicaciones que están siendo monitoreadas", dijo el comisionado de la CIDH Felipe González.
"Cuando son decenas de millones las comunicaciones que están siendo monitoreadas, pareciera necesario tanto acotar este tipo de investigaciones como establecer un sistema adecuado de controlo por los órganos independientes del Estado y que también la sociedad civil pueda hacerlo", agregó.
"Indudablemente es legítimo que los Estados intervengan en las comunicaciones de las personas para alcanzar unos fines de seguridad nacional, ese poder no está en entredicho, lo que estaría en entredicho es que no puede ser un poder absoluto, tiene que estar sometido a unos límites, reglas, a unos procedimientos", coincidió el también comisionado Rodrigo Escobar.
Las preocupaciones, preguntas y recomendaciones sobre el escándalo de la NSA no recibieron una reacción inmediata.
Tal como había adelantado por carta, Estados Unidos se personó hoy en esta audiencia y otras sobre su país con una delegación de muy bajo nivel -funcionarios alternos de la OEA y representantes legales- argumentando que el reciente cierre del gobierno por una disputa política impidió que el ejecutivo de Barack Obama pudiera presentarse de forma preparada a esta sesión de audiencias.
Por ello, los representantes de Estados Unidos dijeron que se limitarían a "escuchar" las quejas y denuncias y comprometieron una respuesta por escrito en los próximos 30 días.
Una actitud que la CIDH lamentó y criticó como una pérdida de oportunidad por parte de Washington por aclarar una cuestión que despierta en estos momentos la atención mundial.
"Ésta es una oportunidad que se le da al Estado de explicar unas políticas, unas actuaciones, unas medidas para darle más transparencia a su actuación", le recordó a los representantes estadounidenses Escobar, quien advirtió de la "frustación" tanto del organismo como de la sociedad civil por la falta de respuestas.
"No es aceptable esta posición ni los argumentos son atendibles", coincidió el secretario ejecutivo de la CIDH, Emilio Alvarez, Icaza, quien advirtió a Washington que esta actitud "afectará la imagen de seriedad del gobierno de Estados Unidos".