En juego futuro de niño que mató a su padre

Internacional
/ 29 septiembre 2015

El niño está en el centro de detención de menores del condado desde la muerte de su padre.

California, EU.- El niño rubio tenía 10 años cuando le apuntó a la cabeza de su padre, que era un neonazi y quien estaba durmiendo, y apretó el gatillo.

Todo acabó en un instante para Jeff Hall, pero la suerte de su abrumado hijo ha sido un recorrido de dos años y medios que se acerca a su final el viernes en una audiencia para determinar dónde pasará su adolescencia y probablemente los primeros años de su vida adulta.

El juez del caso, que se ventila en un tribunal del Condado Riverside, debe decidir no cómo castigar a un niño por asesinato en segundo grado, sino cómo rehabilitar a un menos que creció en un entorno de abuso, atacaba a sus maestros de escuela primaria y fue adoctrinado en las creencias de la supremacía blanca.

Los abogados han batallado durante meses qué es mejor para el menor.

El niño está en el centro de detención de menores del condado desde la muerte de su padre pero estuvo tres meses en un centro estatal, donde fue evaluado para determinar dónde era más conveniente ubicarlo. Se espera que varios funcionarios estatales declaren en la audiencia.

Mientras tanto, el menor que garabateaba en una libreta y parecía aburrido durante el juicio, mientras los fiscales presentaba fotos del cadáver ensangrentado de su padre, es ahora un adolescente larguirucho más concentrado que nunca.

Asiste a clases, se somete regularmente a sicoterapia y ha logrado avanzar en el control de los violentos arrebatos que provocaron que lo expulsaran de casi todas las escuelas. Con el tiempo, incluso se ha ganado el afecto del fiscal que logró que lo condenaran.

"Me he ido acercando a él de una forma extraña. Disfruto de verlo crecer y cambiar, pero estoy convencido de que le ha ido mucho mejor en un entorno carcelario cuasi militar", dijo Michael Soccio, fiscal adjunto de distrito del Condado Riverside. "Parece gustarle, conoce las reglas, lo que se espera de él y lo tratan dignamente".

Por eso es que Soccio cree que al menor, que ahora tiene 13 años, le iría mucho mejor en el sistema penal juvenil, donde iría a la escuela y viviría con otros reos de su misma edad en una instalación de alta seguridad, posiblemente hasta los 23 años.

Pero los abogados defensores dicen que el menor tiene discapacidades emocionales graves y que el estado no tiene condiciones para manejarlas. Por eso quieren verlo en un centro residencial de tratamiento, donde la seguridad es menor y la terapia más intensa.

Punam Patel Grewal, abogada del niño, dijo que también correría peligro en una instalación estatal por las creencias neonazis de su padre.

"Es un lugar muy peligroso para él, es muy vulnerable", dijo. "Cuando salga a los 23 años, tendremos un enorme problema".

Aguarda su sentencia 

El chico rubio tenía 10 años cuando puso una pistola en la cabeza de su padre neonazi mientras dormía y jaló el gatillo.

Todo terminó en un instante para Jeff Hall; sin embargo, decidir lasuerte de su atribulado hijo ha sido un proceso de dos años y medio que llega el viernes a la etapa final, con una audiencia en la que se determinará dónde pasará el muchacho sus años de adolescente y posiblemente sus primeros años de adulto.

El juez del caso debe decidir no cómo castigar a un menor por homicidio en segundo grado sino cómo rehabilitar a alguien que crecía entre maltratos al interior del hogar, que agredía a sus maestros de escuela y a quien se adoctrinaba en las creencias de la supremacía blanca.

Los abogados defensores han debatido durante meses qué sería lo más conveniente para el chico, hoy de 13 años.

El menor fue remitido al centro de detención juvenil del condado desde el homicidio, pero pasó alrededor de tres meses en un centro estatal de detención de jóvenes, donde se evaluó si colocarlo ahí respondería a sus necesidades. Diversas personas de ese centro de detención tienen previsto testificar en la audiencia.

En este tiempo, el pequeño que hacía garabatos en un cuaderno y parecía aburrido durante su juicio mientras los fiscales mostraban fotografías del cadáver ensangrentado del padre se ha convertido en un adolescente larguirucho más concentrado que nunca.

Asiste a clases, recibe terapia regular y ha progresado en el control de sus arranques violentos por los que fue expulsado de cada escuela a la que asistió.

Incluso se ha ganado al paso del tiempo el afecto del fiscal que consiguió que lo declararan culpable.

"Me he apegado a él de una manera extraña. Me da gusto verlo crecer y cambiar; estoy convencido de que ha mejorado en un ambiente penal casi militar", dijo el fiscal federal Michael Soccio. "Parece gustarle, sabe cuáles son las reglas y qué se espera de él, además de que se le trata con dignidad".

Por eso Soccio cree que el muchacho estaría mejor en el sistema de justicia juvenil del estado, donde asistiría a la escuela y viviría en una instalación de alta seguridad para jóvenes infractores, posiblemente hasta los 23 años.

Pero los abogados defensores dicen que el joven tiene graves discapacidades emocionales que el estado no puede manejar. Quieren que sea enviado a un centro residencial de tratamiento, donde la seguridad es menos estricta y la terapia más intensa.

Por Amy Taxin y Gillian Flaccus/AP

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