Honecker, el poderoso que sucumbió con la RDA
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Honecker fue un comunista duro, que coordinó la construcción en 1961 del Muro que dividió Alemania y Berlín durante 28 años.
Berlín, Alemania.- Víctima del nazismo y acérrimo defensor del socialismo real: el alemán Erich Honecker dirigió con mano férrea durante 18 años la República Democrática Alemana y su derrocamiento en 1989 desató el ocaso de la Alemania "de los trabajadores y los campesinos" para dar paso a la reunificación.
Honecker fue un comunista duro, que coordinó la construcción en 1961 del Muro que dividió Alemania y Berlín durante 28 años y tuvo la responsabilidad de un régimen que asesinó a los que intentaban huir y espió a la población a través de la temida policía política, la Stasi.
"En la RDA nunca existió una dictadura como la que nos quieren atribuir", apuntó el ex secretario general del Partido Socialista Unificado (SED) y presidente del Consejo de Estado de la RDA durante su corta estancia en prisión preventiva tras la reunificación.
Honecker nació el 25 de agosto de 1912 en la localidad de Wiebelskirchen, en la frontera con Francia. A los diez años se sumó a los Jóvenes Pioneros del Partido Comunista. Tras la llegada al poder de los nacionalsocialistas de Adolf Hitler, este aprendiz de techador y funcionario comunista pasó a la clandestinidad. Sin embargo, en 1935 fue capturado y condenado a diez años de prisión.
Tras la guerra comenzó a hacer carrera rápidamente en la recién nacida República Democrática Alemana hasta asumir en 1971 del defenestrado Walter Ulbricht los máximos puestos en el partido y en el Estado.
Honecker no vio o no quiso ver el peligro que suponía la huída de decenas de miles de alemanes orientales hacia el Oeste en el verano de 1989. El país estaba al borde de la quiebra, vendiendo todo lo que podía para obtener divisas, hasta presos políticos.
El jefe de Estado de la Unión Soviética y padre de la política de reformas, la "perestroika", Mijaíl Gorbachov, le lanzó una advertencia clara en su última visita a la RDA: "Al que llega tarde la vida lo castiga".
Y sin embargo, Honecker se resistió a reformar el anquilosado sistema y proclamó una frase que quedó como ejemplo de su contumacia: "El Muro seguirá existiendo en 50 y también en 100 años".
En octubre de 1989, pocas semanas antes de la caída del Muro, Honecker era destituido por sus propios correligionarios. Tras la extinción de la que durante casi 40 años se consideró "la mejor Alemania", se quedó sin techo y huyó a Moscú, pero fue devuelto a Berlín para ser juzgado por los asesinatos cometidos en el Muro.
En noviembre de 1992 se le inició un juicio catalogado de histórico. El viejo líder comunista desafió al público con el puño izquierdo en alto y negó toda culpa jurídica o moral.
El cáncer que padecía lo salvó finalmente de un proceso y le permitió viajar a Chile a principios de 1993 para reunirse con su esposa Margot, su hija Sonja y sus nietos, donde falleció un año más tarde, a los 81.
Honecker murió con la convicción de que había hecho lo correcto, sin un atisbo de autocrítica. "La República Federal de Alemania no es un Estado de derechos sino un Estado de los de derecha", escribió en su diario en la cárcel de Moabit.