En los últimos días de la campaña y a sus 79 años, Dukakis toca puertas en favor de los Demócratas

COMPARTIR
TEMAS
Dukakis está profundamente convencido de la importancia del contacto personal en tiempos electorales. Él atribuye su éxito en los cargos de elección a los miles de voluntarios que pasaron años tocando puertas a su nombre
QUINCY, MASSACHUSETTS. Michael Dukakis pasó su cumpleaños número 79 el sábado pasado persiguiendo a un hombre mayor por la calle. ¿La razón? Captar un voto más para Elizabeth Warren, candidata demócrata al Senado.
"¡Hola! Soy el ex gobernador Michael Dukakis", le gritó mientras corría más de una cuadra para alcanzar a Kirk Yanefski, de 80 años, que iba cruzando la calle. Pronto los dos estaban platicando - en griego - como viejos amigos. Yanefski le mostró orgulloso una foto en la que él mismo aparecía como piloto en el ejército yugoslavo. La esposa de Dukakis, de 75 años, caminaba sin prisa detrás, pues tiene un pie roto: hace cinco semanas se cayó de unas escaleras y está impedida por una voluminosa bota.
La lesión no impidió que el equipo Dukakis pasara un fin de semana completo haciendo una intensa campaña por Warren, que se encuentra empatada con el senador Scott P. Brown. Los Dukakis son parte del batallón de voluntarios de Warren, y son de los más experimentados y llenos de energía.
Dukakis está profundamente convencido de la importancia del contacto personal en tiempos electorales. Él atribuye su éxito en los cargos de elección a los miles de voluntarios que pasaron años tocando puertas a su nombre.
En Lynn, donde Dukakis habló ante la tropa el domingo en la mañana, antes de ir a recorrer el vecindario, él se refirió en especial a Agnes Ricko, de 75 años, experimentada operadora del partido que fue capitana de precinto en su campaña para teniente de gobernador, en 1970.
"Si no fuera por las Agnes Ricko de este mundo, yo no habría sido elegido ni como perrero", le dijo a la multitud.
Ella trabajó en la mayoría de sus campañas, cuando él se convirtió en gobernador de Massachusetts y después en el abanderado de su partido en las presidenciales de 1988. Él perdió en 40 estados en esa ocasión ante George H.W. Bush, lo cual fue muy duro, pero no por ello perdió la fe en las visitas casa por casa.
Después de Lynn, él se dirigió a Newton, donde se paró en una mesa para dirigirse a los voluntarios que se preparaban para ir a tocar puertas en favor de Joe Kennedy III, que es candidato al Congreso. "Ustedes representan lo mejor que tiene la política", les dijo Dukakis.
Habló ante las tropas otra vez aquí en Quincy y después empezó a tocar puertas con tanto entusiasmo como un niño en Halloween. No todos lo recibieron con dulces. Un hombre entreabrió la puerta, diciendo que estaba enfermo. Dukakis le dijo que esperaba que votara por Warren pero después no pudo resistirse a hacer un comentario sobre el hecho de que el hombre estuviera fumando.
"Esas cosas lo van a enfermar más, verá usted", le dijo Dukakis. "Ya renuncié al trago", respondió el vecino, agregando que no estaba dispuesto a dejar también el cigarrillo.
En muchas puertas no hubo respuesta. Dukakis tocaba y esperaba; después deslizaba un volante de Warren por debajo de la puerta.
Detrás de una de las puertas estaba Zoe Lester, de 51 años, contadora que se mostró muy divertida al ver al gobernador al otro lado del dintel. Ella ya parecía ser simpatizante de Warren y aseguró que su visita sería "un buen tema de conversación" cuando se lo contara a sus amigas.
Dukakis, que da clases en la Universidad Northeastern en Boston y que le gusta orientar a los jóvenes, también ha estado ayudando a motivar a las tropas que hacen visitas a nombre del Presidente Barack Obama en Nueva Hampshire. En una llamada telefónica a unos jóvenes voluntarios de Obama el otro día, les ofreció consejos sobre qué decir al ir puerta por puerta.
Y después salió con esto: "Les debo una disculpa", les soltó a unos 20 jóvenes que lo escuchaban en conferencia telefónica. "Si hubiera derrotado a Bush jamás habríamos oído de Bush II y no estaríamos en este desastre, así que échenme la culpa."
Los voluntarios guardaron silencio. No se sabe hasta dónde llegan sus recuerdos políticos. Él detectó la incomodidad y después agregó rápidamente: "Pásenla bien; disfruten. Están haciendo lo más importante que se puede hacer para ganar esta elección para el presidente. Me quito el sombrero ante ustedes."