¿Fugaz o eterno? El legado Obama, en juego

Internacional
/ 29 septiembre 2015

La economía, la "guerra" contra Al Qaeda, la sanidad y la educación fueron los cuatro pilares sobre los que Obama e propuso cambiar el país.

Washington, EU.- Cerca de un millón y medio de personas se congregaron en el simbólico Mall de Washington el 20 de enero de 2009, la mayor concentración de la historia de la capital. El motivo era la toma de posesión como presidente de Estados Unidos de Barack Obama, que en las elecciones del martes se juega completar o no su proyecto de país.

"Dan el peor trabajo del país a un negro". Así tituló el diario satírico "The Onion" la elección de Obama en 2008. Un anticipo humorístico de las dificultades serias que iba a encontrar tras poner fin a la era del republicano George W. Bush, que dejó al país metido en dos guerras que minaron la imagen de la potencia mundial y que traspasó al primer presidente afroamericano la mayor crisis económica desde la Gran Depresión.

La economía, la "guerra" contra Al Qaeda, la sanidad y la educación fueron los cuatro pilares sobre los que se propuso cambiar el país y forjar un legado que para que perdure dice necesitar consolidarlo con cuatro años más de mandato.

Aunque en Estados Unidos muchos analistas coinciden en que se ve la luz al final del túnel, la crisis persiste, ha marcado la campaña electoral y justifica el empate que registra, según las encuestas, la pelea entre Obama y su rival republicano, Mitt Romney.

"Es la economía, estúpido". Con esa acertada frase-eslogan Bill Clinton se impuso en 1992 a George Bush (padre), presidente de un solo mandato, lo que quiere evitar Obama, al que ya no le acompaña el fervor de hace cuatro años.

Y es que ningún dirigente recuperó la confianza de los votantes con más de un 7.2 por ciento de desempleo. Obama lo intentará con un 7. 9 por ciento, según los datos conocidos el viernes.

"El desempleo está hoy más alto que el día en que Obama asumió la presidencia", aprovechó de inmediato Romney para criticarlo en la recta final de la campaña. "La economía está prácticamente estancada", agregó el millonario que presenta su éxito empresarial personal como muestra de lo que podría llegar a hacer con el país.

"Hemos hecho verdaderos avances, pero estamos hoy aquí porque sabemos que tenemos más trabajo por hacer", le replicó Obama, que al menos frenó la sangría de pérdida de puestos de trabajo con un programa de estímulo aprobado en 2009.

Un año después reguló Wall Street para evitar los abusos que condujeron al "crash" de 2008.

Más tarde aprobó su medida más controvertida, la reforma sanitaria, que amplía significativamente la cobertura médica de los estadounidenses y que Romney promete tumbar nada más llegar a la Casa Blanca.

Todo ello y la defensa además de la extensión de los derechos civiles, entre otros, a los homosexuales, le han valido que los críticos lo tilden de "socialista", de disparar el gasto público y de poner en peligro uno de los fundamentos del país: la ambición por el éxito personal, base de la riqueza colectiva.

Romney, por su parte, propone menos impuestos y también menos presencia del Estado.Aunque la devastación causada esta semana por el huracán "Sandy" en la costa este del país y la inmediata actuación de la agencia estatal para catástrofes FEMA -que el republicano ha propuesto recortar- ha tenido como efecto colateral darle alas a la campaña y a las ideas de Obama.

El presidente se puso (literalmente) la chaqueta de comandante en jefe y es en ese papel donde más brilla, donde recupera el magnetismo que encandiló en 2008.

Entre sus promesas incumplidas, además de la reforma migratoria, está el cierre de la cárcel de Guantánamo, un lunar en una política exterior muy diferente a la de su predecesor y que destacó por la retirada de Irak, la definición de una hoja de ruta para hacerlo también de Afganistán y, por encima de todo, el asesinato del enemigo público número uno: Osama bin Laden, cerebro de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Su legado aún está en construcción y dependerá no sólo de que gane el martes, sino también del equilibrio de fuerzas con el Congreso. Los republicanos controlan la Cámara Baja, que se renueva también el martes, lo que les ha servido para obstaculizar la agenda del presidente los últimos dos años.

"El presidente está luchando por su vida política", escribió esta semana el semanario "Newsweek", que cree que Obama no formará parte del grupo de presidentes fugaces junto a Bush senior o Jimmy Carter.

Él sabe lo que se juega. "No es sólo una elección entre dos candidatos o dos partidos políticos, es una elección entre dos visiones fundamentalmente diferentes de América".

"La reelección de Barack Obama es una cuestión de gran urgencia", escribió por su parte hace unos días en su editorial el semanario "The New Yorker", partidario sin disimulo del líder demócrata.

Los grandes medios nacionales lo apoyan y las simpatías fuera del país siguen vivas. Pero el legado de Obama, su posible entrada en la historia más allá de por su color de piel, está en la mano de 315 millones de estadounidenses.


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