Periodista, llévate a mi hijo...

Internacional
/ 22 septiembre 2015

"Llévate a mi hijito', me decía desesperado un joven haitiano. "Llévatelo, pásalo contigo a la Republica Dominicana... tú puedes hacerlo. Solo tienes que montarlo contigo. ¿Eres periodista no?"...

Así me decía con mirada suplicante.

Me impactaron mucho sus palabras pero tuve que hacer como que no escuche. Yo estaba llena de confusión. Este hombre me regalaba a su hijito.

"No entiendo", le decía. No entiendo. Tratando de ser fuerte y armarme de un valor que no tenía. Fue entonces cuando una lágrima me traicionó. Los miembros de la seguridad me llamaron en ese instante. "No hables con desconocidos me habían advertido".

Una de las reglas para dejarme entrar a Haití, era cero flaqueo ante un drama de esa magnitud. Cualquier acto de amor, de caridad, cualquier botellita de agua que yo sacara para darle a alguien en áquel mar humano desesperado por agua o alimento cavaría mi tumba y la de cualquiera de los socorristas españoles y dominicanos que me acompañaron.

Me fui de allí apresuradamente. No mires atrás, le dije al camarógrafo, ese haitiano de camisa rosada quiere que me lleve a su hijito. Me escabullí entre la multitud y luego me agache al ver que me seguía. Fue desgarrador. Ahora estoy llorando.

No puedo olvidar su rostro. La falta de alimentos y de productos básicos está llevando a muchos a la desesperación...Es una situación difícil la que se vive en estos momentos en Haití: las ayudas llegan por montones, sobre todo de República Dominicana, pero no pueden ser distribuidas porque enseguida los haitianos se amotinan y comienza la violencia.

Ellos llegan por cientos desde tempranas horas a la zona franca conocida como zona P, donde el gobierno dominicano les proporciona alimentos solo a unos pocos, porque las ayudas deben ser repartidas por gente especializada para eso. Es algo horroroso ver todas esas personas con hambre, y tu tener comida para darles y no poder hacerlo.

Tener agua para saciar su sed y no poder proporcionárselas... porque hacerlo ante tantos necesitados es cavar tu propia tumba.

¡Esto es algo que nunca olvidare!

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