Vivir en la zona de exclusión nuclear de Chernobyl
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La mayoría de los aproximadamente 50,000 habitantes de Pripyat estaban durmiendo cuando explotó el reactor, a las 01:25 horas del 26 de abril de 1986, a causa de un accidente técnico.
Chernobyl, Ucrania.- Un cuarto de siglo después de la catástrofe en la central nuclear de Chernobyl, a Ucrania le resulta difícil cargar con la herencia del accidente. Hasta el día de hoy muchas personas siguen sufriendo las consecuencias de la radiación. Los acontecimientos en la central japonesa de Fukushima refuerzan el recuerdo del horror.
A unos dos kilómetros de Chernobyl se puede palpar perfectamente la fuerza destructiva de la radiación nuclear: en Pripyat, una ex ciudad modelo soviética de hormigón donde solo entra quien tenga un permiso especial. Dos jóvenes uniformados vigilan en un puesto de control con barrera el acceso. Incluso 25 años después de la explosión del reactor 4 de la planta nuclear, la localidad sigue siendo altamente radiactiva e inhabitable.
La mayoría de los aproximadamente 50,000 habitantes de Pripyat estaban durmiendo cuando explotó el reactor, a las 01:25 horas del 26 de abril de 1986, a causa de un accidente técnico. En la ciudad, todavía joven, vivían sobre todo muchas familias jóvenes, por lo que había muchos jardines de infancia y escuelas. El trabajo en la central nuclear era bien remunerado. En muchos otros lugares de la entonces Unión Soviética dominaba la precariedad económica. La mayoría de ellos nunca más volvieron a ver sus casas.
Solo pocos se quedaron para eliminar las huellas del accidente. "La lealtad a la patria chica era más importante que la propia salud o el dinero", dice el ex ingeniero nuclear Nikolai Issayev. Se acuerda de cuando llegó a asumir su turno a las 07:45 horas del 26 de abril, no había pánico. Un colega tuvo que vomitar. "Los instrumentos de medición no funcionaban a causa de la radiación. Nadie podía decir qué tan peligroso era todo eso".
"En todos estos años, la radiación apenas ha disminuido", dice el experto nuclear Heinz Smital, de la organización ecologista Greenpeace. La aguja de su contador Geiger gira totalmente hacia la derecha cuando mueve el instrumento a ras de suelo. Solo en la piscina municipal, bien aislada en su día, la aguja retrocede un poco.
Issajev vive actualmente en las cercanías de Kiev, a unos 100 kilómetros de Chernobyl. El el ex ingeniero nuclear dirige una de las organizaciones de "liquidadores", como se dio en llamar a los miles de trabajadores y soldados que a raíz del desastre se encargaron de limpiar la zona y minimizar las consecuencias del desastre. En un ambiente cargado de radiactividad, más de 300.000 "liquidadores" construyeron un sarcófago provisional sobre la ruina a la que se había reducido el reactor derrumbado en su mayor parte.
Issayev muestra una larga lista de enfermedades que padece, incluyendo inflamaciones crónicas del hígado y otros órganos. "Hasta antes del accidente nunca tenía molestias", dice el ex técnico nuclear de 56 años, que aparenta al menos diez años más de los que tiene.
En 1991, Issayev tuvo que abandonar la central nuclear por motivos de salud. Hasta el día hoy sigue luchando para que el gobierno cumpla con las promesas y las leyes promulgadas a favor de las víctimas de Chernobyl. Se queja de que los fondos destinados a las víctimas no han sido pagados en su totalidad. "A diferencia de antes, ya no hay medicamentos gratis para nosotros. Ya nadie quiere atendernos sin cobrar".
Al igual que la mayoría de los trabajadores de la planta, Issayev no fue inmediatamente consciente de la verdadera magnitud de la catástrofe. Durante la fatídica noche, un grupo de técnicos quería comprobar en un ensayo de emergencia si las turbinas seguían produciendo suficiente electricidad en caso de que el reactor dejara de funcionar. Sin embargo, el experimento se salió de control a causa de errores de construcción y de manejo. Se produjo una reacción nuclear en cadena y una fusión del núcleo. El hidrógeno acumulado en el reactor explotó.
Durante diez días, las llamas que salieron de los bloques de grafito lanzaron material radiactivo a la atmósfera, hasta una altura de 1.000 metros. Unas 180.000 personas que vivían en un radio de 30 kilómetros de la central tuvieron que ser evacuadas. Más tarde, la nube radiactiva llegó también a una vasta región de Europa.
Pasaron varios días hasta que las autoridades soviéticas admitieron la dimensión internacional del accidente, que afectó, además de a Ucrania, especialmente a Rusia y Bielorrusia. Cuando por fin el entonces secretario general del Partido Comunista, Mijail Gorbachov, compareció ante las cámaras de televisión para hablar del accidente, el 14 de mayo, muchos ciudadanos soviéticos se sintieron burlados.
"Como saben todos ustedes, sufrimos recientemente una desgracia: la avería en la central nuclear de Chernobyl", dijo el jefe del Kremlin al iniciar su discurso. Es el mismo Gorbachov que un año antes había anunciado un giro radical con su política de "glasnost" (transparencia) y "perestroika" (reforma). Hasta el día de hoy mucha gente no le perdona al ex presidente soviético que no le hubiese informado oportunamente sobre el peligro de la radiactividad, que causa enfermedades y muertes.
Gorbachov dio a conocer que la explosión causó la muerte de dos trabajadores de la central y que 299 personas fueron hospitalizadas por enfermedades ocasionadas por la radiación. "Siete de ellas murieron", indicó el líder soviético.
Hoy, los expertos están convencidos de que hubo más de 93.000 muertes por cáncer y que otras decenas de miles fallecieron a causa de otras enfermedades relacionadas con la radiación. Aun así, la ex república soviética de Ucrania, pobre en materias primas, no quiere abandonar la energía nuclear. Por el contrario: el gobierno en Kiev pretende casi triplicar el número de reactores de aquí al año 2030.
Los expertos insisten en la necesidad de que se inicie la construcción, ya programada en 1992, de un nuevo sarcófago, mucho más grande que el de hormigón y acero que fue colocado provisionalmente sobre el reactor. En el peor de los casos, el viejo y agrietado sarcófago podría derrumbarse provocando nuevas emisiones de grandes cantidades de material radiactivo, advierte el físico Smital, de Greenpeace. Según sus datos, la actual estructura de protección fue construida para una vida útil que termina en 2016.
A una distancia de menos de 100 metros del reactor destruido la aguja del contador de Geiger de Smital gira totalmente hacia la derecha. Subido a una plataforma, el físico coloca el aparato cerca de su abdomen y la aguja retrocede. "Así se puede ver que el cuerpo absorbe la radiación", explica. La radiación que penetra en el organismo es más de 100 veces mayor que la radiación ambiental normal, señala Smital. Quien permanece en este lugar un par de horas corre el riesgo de sufrir daños celulares, enfermar de cáncer o contraer otras enfermedades.
Médicos ucranianos advierten de que incluso 25 años después del desastre nuclear hay alimentos contaminados con radiactividad. Especialmente en la leche, los hongos y la carne existe una concentración muy elevada e inadmisible de la sustancia radiactiva cesio 137, dice Irina Labunskaya, quien trabaja como científica para Greenpeace. Esos productos, asegura, muchas veces se venden en mercados situados fuera de la zona de exclusión y de las áreas especiales.
Según Labunskaya, mucha gente que vive en las áreas afectadas por la radiación apenas tienen acceso a "alimentos limpios", otro motivo por el cual Chernobyl sigue siendo una auténtica amenaza de larga duración.
Chernobyl y las consecuencias en cifras
Hasta el día de hoy permanecen en la memoria colectiva las horribles imágenes de la catástrofe nuclear de Chernobyl y la huida de miles de trabajadores y habitantes de la zona que estuvieron expuestos a la radiación. No se sabe exactamente cuántas personas murieron como consecuencia del desastre o aún padecen enfermedades mortales como el cáncer. Algunas cifras ponen de relieve la magnitud de lo que fue hasta ahora el peor desastre nuclear en la historia de la humanidad:
- CASOS DE MUERTE: Según diversas estimaciones, la catástrofe nuclear causó entre 10.000 y más de 100.000 víctimas mortales. La disparidad de las cifras se debe a que muchas veces resulta difícil demostrar una relación directa entre la radiactividad y una enfermedad o causa de muerte.
- ENFERMEDADES: Algunos detractores de la energía nuclear sostienen que la catástrofe en Chernobyl afectó la salud de más de 600 millones de personas en Europa expuestas a una radiación mayor. Según los médicos, esas personas corren el riesgo de desarrollar cáncer o de contraer otras enfermedades.
- EVACUACION: Se estableció una zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor del reactor dañado, que hasta el día de hoy sigue fuertemente vigilada. En total se vio afectada una región de más de 200.000 kilómetros cuadrados en Ucrania, Bielorrusia y Rusia. Más de 100.000 personas fueron reubicadas.
- LIQUIDADORES: El entonces gobierno soviético movilizó a entre 600.000 y un millón de "liquidadores", en su mayoría soldados jóvenes, para que realizaran las tareas de limpieza y de reducción de daños. Se estima que de ellos, más de 100.000 murieron y que más del 90 por ciento está gravemente enfermo.
- RADIACION: Según estimaciones, unas 190 toneladas de material radiactiva aún se encuentran en el reactor 4. Ese material incluye substancias radiactivas tóxicas como el cesio, el estroncio y, sobre todo, plutonio. Los exámenes demuestran que el cesio 137 sigue presente en muchos alimentos fuera de la zona de exclusión.
- SARCOFAGO: Está prevista la construcción de un nuevo sarcófago, de 29.000 toneladas, para cubrir el averiado reactor 4, pero no se sabe cuándo estará listo. Este proyecto tiene un coste estimado de 1.600 millones de euros. El sarcófago tendría una altura de 110 metros, un ancho de 164 metros y un largo de 257 metros.
- CENTRAL NUCLEAR: Uns 3.500 personas siguen trabajando en la central nuclear de Chernobyl, paralizada totalmente en el año 2000. Esos trabajadores entran todos los días en la zona de exclusión, fundamentalmente para vigilar la seguridad de los otros tres reactores, donde aún se encuentra combustible nuclear.