Akihito, cede el trono japonés por primera vez en 200 años
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La visita de Akihito, y su esposa, la emperatriz Michiko, al mausoleo de su antecesor en el cementerio imperial de Musashino en Hachioji, es la última de las 11 ceremonias oficiales previas a la cesión del trono, la primera en Japón en más de dos siglos.
Akihito de Japón abdicará el 30 de abril tras tres décadas en el trono marcadas por su pacifismo y su intento de conectar con el pueblo japonés, que por primera vez en más de 200 años verá cómo un emperador del país es sucedido en vida.
El soberano nipón, de 85 años, abdicará en su primogénito, el príncipe heredero Naruhito, de 59, dos años y nueve meses después de expresar en un inusual mensaje televisado el 8 de agosto de 2016 su deseo de abdicar, preocupado por su edad avanzada y su salud.
De aspecto frágil y risueño, Akihito se sometió en 2012 a una operación coronaria de "bypass" y en 2003 de cáncer de próstata.
En 2008 sufrió una hemorragia estomacal, la misma enfermedad que en 1989 se cobró la vida a los 87 años de su padre Hirohito, quien tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial en 1945 renunció al carácter divino que caracterizaba a su puesto.
Nacido el 23 de diciembre de 1933 y educado por estrictos tutores imperiales, Akihito se refugió del conflicto bélico siendo un niño en las montañas de Nikko y cuando en 1952 fue proclamado príncipe heredero de Japón como único hijo varón del emperador, ya era consciente de que su papel se limitaría a tareas de representación.
La Constitución japonesa, vigente desde 1947, en plena ocupación estadounidense del país, establece que el emperador es un "símbolo del Estado y de la unidad del pueblo", y tiene un papel meramente ceremonial, pero pese a las limitaciones protocolarias y legales, Akihito siempre ha mostrado su deseo de conectar con su pueblo.
"Akihito es un revolucionario comparado con otros emperadores. (...) Ha transformado el símbolo en un ser humano", decía en una reciente rueda de prensa el periodista de Nikkei Makoto Inoue, quien ha cubierto informaciones de la familia imperial durante 14 años.
Durante su reinado, Akihito "imprimió un sello distinto al papel del emperador. No quería ser tratado como alguien superior, sino estar cerca del pueblo. Ese contacto humano fue una sorpresa maravillosa para el pueblo japonés", considera Inoue.
Desde que fuera designado emperador tras la muerte de su padre el 7 de enero de 1989, Akihito intentó en sus intervenciones honrar el nombre de su era, "Heisei", y pedir por el mantenimiento de la paz.
Su marcado tono pacifista quedó especialmente patente en 2015, cuando se cumplió el 70 aniversario del final de Segunda Guerra Mundial y mostró su remordimiento por las agresiones perpetradas por el ejército imperial nipón durante la contienda.
El emperador emprendió entonces una "gira de la paz" para honrar a las víctimas en territorios ocupados por Japón como Saipán, Palau y Filipinas, desmarcándose claramente de la actitud revisionista del actual Gobierno del primer ministro conservador Shinzo Abe.
Akihito fue el primer emperador que ascendió al trono sin el halo divino históricamente característico de sus predecesores y es una figura transgresora en la dinastía reinante más antigua del mundo.
Empezó a romper moldes cuando en 1959 se convirtió en el primer heredero japonés en casarse con una plebeya, la emperatriz Michiko, a la que conoció jugando al tenis, una de sus grandes pasiones.
Además, decidió educar a sus tres hijos personalmente, viajar en un avión comercial, visitar China (un país también invadido bajo el reinado de su padre) o reunirse con un papa, Juan Pablo II.
Reputado experto en el estudio científico de los peces gobios, Akihito es también intérprete de violonchelo y autor de poemas waka (poesía japonesa), en los que está inspirado el nombre de la nueva era que comenzará el 1 de mayo, "Reiwa" (bella armonía).
Akihito, que será "emperador emérito" tras abdicar, es el primer soberano del país que cede el trono desde Kokaku en 1817.
Pese a los más de dos siglos que han transcurrido desde entonces, la abdicación ha sido una práctica frecuente en la historia de Japón, donde prácticamente la mitad de los 125 ocupantes hasta la fecha del Trino del Crisantemo fueron sucedidos en vida.
Emperador Akihito visita la tumba de su padre antes de su abdicación
El emperador Akihito de Japón visitó este martes la tumba de su padre y antecesor, Hirohito, en las afueras de Tokio, en la que marca la última de las ceremonias previas a su abdicación, prevista para el próximo martes 30 de abril.
La visita de Akihito, de 85 años, y su esposa, la emperatriz Michiko (84), al mausoleo de su antecesor en el cementerio imperial de Musashino en Hachioji, en el oeste del área metropolitana de la capital, es la última de las 11 ceremonias oficiales previas a la cesión del trono, la primera en Japón en más de dos siglos.
Su primogénito, Naruhito (59), se convertirá en emperador un día después, el 1 de mayo, y participará de manera similar en varias ceremonias y rituales que forman parte del proceso de sucesión.
Como parte de los preparativos para la sucesión, el Gabinete del primer ministro japonés, Shinzo Abe, decidió nombrar al principal asesor del príncipe heredero, Nobutake Odano, como nuevo gran chambelán a partir del 1 de mayo.
Odano, de 71 años, entró a trabajar en el Ministerio de Asuntos Exteriores en 1970 y entre 2008 y 2011 ejerció como embajador de Japón ante la Unión Europea. Un año después abandonó la Cancillería y empezó a trabajar en la Agencia de la Casa Imperial.
El actual gran chambelán, Chikao Kawai, asumirá un nuevo puesto destinado a apoyar al emperador Akihito cuando abdique.
Kawai, de 66 años, entró en el Ministerio de Exteriores en 1975 y fue vicecanciller entre septiembre de 2012 y junio de 2013, antes de convertirse en asesor para el ministerio. Ha ocupado el puesto de gran chambelán durante los últimos cuatro años.
La abdicación de Akihito, la primera que tendrá lugar en el país desde la cesión del trono de Kokaku en 1817, se producirá tres años después de que el monarca expresara su deseo de abandonar el Trono del Crisantemo preocupado por su salud delicada y su edad.
Era de Akihito, una época de paz salpicada por los desastres naturales
La era de Akihito de Japón llegará a su fin el 30 de abril, cuando el emperador abdicará en su primogénito tras tres décadas en el trono marcadas por su discreción y la modernización del país, y salpicadas por desastres naturales.
Nacido el 23 de diciembre de 1933, Akihito fue nombrado emperador el 7 de enero de 1989 tras la muerte de su padre Hirohito y un día después comenzaría la era de su reinado, denominada "Heisei" y en la que siempre buscó el honor procurando mantener la paz.
Akihito, cuya ceremonia de entronización tuvo lugar más de un año después, el 12 de noviembre de 1990, fue el primer emperador que subió al trono sin el halo divino históricamente característico de sus predecesores y fue consciente de que su labor sería muy instrumental, aunque siempre quiso mostrarse cercano al pueblo.
El comienzo de su reinado se produjo en un momento boyante para el país, inmerso en la burbuja económica que disfrutó hasta finales de los 90, y estuvieron marcados por el desarrollo tecnológico y la explosión de la cultura pop nipona: sus tribus urbanas, su moda particular y la internacionalización del manga y el anime.
En sus primeros años Akihito ya dejó ver su postura vanguardista, convirtiéndose en 1992 en el primer soberano nipón en visitar China, un país invadido bajo el reinado de su padre, y un año después en el primer emperador japonés en reunirse con un papa, Juan Pablo II.
En medio de esa vorágine se produjo la primera gran catástrofe durante su reinado, el Gran Terremoto de Hanshin, que el 17 de enero de 1995 sacudió la ciudad de Kobe y sus alrededores, dejando más de 6,400 muertos, 40,000 heridos y más de 300,000 evacuados.
A este seísmo le seguirían más calamidades, tanto naturales como humanas, entre ellas el ataque con gas sarín perpetrado en el metro de Tokio por la secta Verdad Suprema en marzo de 1995, en el que 6,300 personas resultados intoxicadas, 13 murieron y decenas quedaron en estado casi vegetativo, conmocionando a todo el país.
En julio del año 2000 la erupción de un volcán en la isla Miyake, al sur de Tokio, obligó a evacuar a sus residentes durante más de cuatro años. En 2015 volverían a abandonarla temporalmente por otra.
Caracterizado por su extrema discreción, Akihito protagonizó un insólito mensaje a la nación a raíz de una de las peores tragedias recientes de Japón, el Gran Terremoto de Tohoku (nordeste) y el tsunami del 11 de marzo de 2011, que dejaron más de 18,000 muertos y desaparecidos y desencadenó el accidente nuclear de Fukushima.
Pocos días después, Akihito visitó junto a su esposa, la emperatriz Michiko, un centro de evacuados en el área de Tokio, como ya hiciera con los supervivientes del terremoto de Kobe del año 95.
Ese "contacto humano" del que Akihito siempre intentó hacer gala "era una sorpresa maravillosa para el pueblo japonés", reflexionaba en una reciente rueda de prensa sobre la figura del emperador el periodista Makoto Inoue, del diario Nikkei, que ha cubierto las informaciones sobre la familia imperial durante 14 años.
Los desastres continuaron a la par que la modernización de Japón.
En septiembre de 2014 más de medio centenar de personas murieron por la erupción del volcán Ontake, el peor desastre volcánico de las últimas siete décadas en el país. El seísmo de Kumamoto en 2016 y el de Hokkaido en 2018 son las inclemencias destacadas más recientes.
Quizá por esto la mayoría de los japoneses eligieron el concepto nipón de "desastre, catástrofe" como el que mejor resume las tres décadas de la era "Heisei", en una encuesta en línea realizada y publicada a finales de marzo por la aseguradora Sumimoto Life.
"No puedo olvidar los desastres naturales que han golpeado con mayor frecuencia que en años previos", lluvias torrenciales, seísmos y tifones en los que "mucha gente perdió la vida, mientras otros muchos perdieron la base de su subsistencia", lamentó en diciembre el soberano en su último mensaje de cumpleaños antes de abdicar.
Aficionado al tenis, reputado experto en el estudio científico de los peces gobios, intérprete de violonchelo y autor de poemas waka, Akihito manifestó su deseo de abdicar por su avanzada edad y salud delicada en un inusual mensaje televisado el 8 de agosto de 2016.
El único mensaje que hasta entonces había dirigido a la nación fue a raíz del mortal terremoto y tsunami de 2011.
Akihito ha sido el emperador 125 de Japón y en sus 30 años en el trono ha convivido con 17 primeros ministros y 25 gobiernos.
Japón cierra la era del emperador Akihito y abre la era "Reiwa" de Naruhito
Japón cierra este martes la era "Heisei" (paz) del emperador Akihito, el período más pacífico que ha tenido el país en su reciente historia, y abrirá al día siguiente la era "Reiwa" (bella armonía) con el sucesor Naruhito, el primer relevo en vida en el Trono del Crisantemo en dos siglos.
La última vez que hubo una abdicación imperial en Japón fue el 7 de mayo de 1817, cuando lo hizo Kokaku. Los emperadores de entonces no solían superar los 40 años al frente del Trono del Crisantemo, pues fallecían jóvenes o eran forzados a abdicar.
Akihito, de 85 años, anunció el 8 de agosto de 2016 que por su avanzada edad y su quebrantada salud le resultaba difícil cumplir con sus funciones, pero no anunció oficialmente su deseo de abdicar, porque la ley de entonces no lo permitía.
Fue necesario aprobar una ley especial, y el Gobierno anunció el 1 de diciembre de 2017 que la sucesión trono se haría entre el 30 de abril y el 1 de mayo de este 2019.
La primera ceremonia, la de abdicación, durará unos diez minutos, a partir de las 17.00 hora local (08.00 GMT) en la Sala de Pino, la mejor y mayor del Palacio Imperial de Tokio, en un acto en el que participarán 338 personas.
Se espera que ahí Akihito pronuncie sus últimas palabras como emperador, después de que el primer ministro nipón, Shinzo Abe, como representante del pueblo de Japón, anuncie formalmente la abdicación del emperador.
La abdicación de Akihito, que se convertirá en emperador emérito desde entonces, cerrará la era "Heisei", una época que precisamente ha pasado a ser el período más pacífico del país, iniciado en 1989 tras el fallecimiento del emperador Hirohito.
Akihito, que en los últimos años ha sufrido dos intervenciones quirúrgicas, abandona el trono dejando un sello en su era marcada por la proximidad a su pueblo, frente al distanciamiento que han tenido sus predecesores.
Una encuesta hecha en marzo pasado por el diario Mainichi determinó que el 87 % de los japoneses cree que Akihito ha cumplido cabalmente con el papel que le encarga la Constitución, la de servir como símbolo del Estado y de la unidad del país.
Con la ceremonia del martes, Akihito cederá dos de los símbolos y tesoros del Trono del Crisantemo que ha custodiado durante tres décadas: la legendaria espada Kusanagi y una joya de jade.
El miércoles, a partir de las 10.30 hora local (01.30 GMT), será el turno de Naruhito, que asumirá el Trono del Crisantemo en una ceremonia con la presencia de miembros de la Casa Imperial y altos funcionarios de los tres poderes del Estado.
Es un ritual que no está abierto a mujeres, pero en esta ocasión sí estará presente una, la única ministra del gabinete de Abe, Satsuki Katayama. Entre los ausentes se encuentran quien desde el día anterior será el emperador emérito Akihito.
Se espera que el miércoles Naruhito pronuncie su primer mensaje como emperador. Akihito, cuando asumió el trono, sólo pronunció unas breves palabras comprometiéndose a cumplir las funciones que le marca la Constitución.
Los actos de esta semana se cerrarán el sábado con la primera comparecencia en público de Naruhito como emperador, quien, en seis ocasiones, cumplirá con el tradicional saludo desde los balcones del Palacio Imperial.
Pero no será hasta el 22 de octubre cuando jefes de Estado extranjeros acudan a las ceremonias públicas por la ascensión al trono de Naruhito. Han sido invitadas unas 2.600 personas.
Antes de eso, y a no ser que haya cambios de última hora, será el presidente estadounidense, Donald Trump, el primer jefe de Estado que se reunirá con el emperador Naruhito, durante la visita oficial a Tokio que comenzará el 25 de mayo.