Dos mujeres se disputan el domingo las riendas del Gobierno polaco

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Beata Szydlo, de 52 años, cuenta con la mayoría de las papeletas para ser la próxima jefa del Ejecutivo polaco.
La primera ministra de Polonia, la liberal Ewa Kopacz, se enfrenta en las elecciones generales del domingo a la conservadora Beata Szydlo, favorita en las encuestas para devolver el poder al partido Ley y Justicia después de ocho años de oposición.
Ésta es la primera vez en que dos mujeres copan las opciones para hacerse por el Gobierno del país centroeuropeo. Según la última encuesta publicada hoy, del instituto TNS, la candidatura de Szydlo logrará el 32,5 % de los votos, mientras que Kopacz recibirá el 26 % de los apoyos.
En tercer lugar se sitúa el movimiento populista liderado por el exrockero Pawel Kukiz (10,4 %), seguido de la coalición de izquierdas (7,5 %) que encabeza Barbara Nowacka.
Beata Szydlo, de 52 años, cuenta con la mayoría de las papeletas para ser la próxima jefa del Ejecutivo polaco.
Licenciada en Etnografía y doctora en Filosofía, es la gran esperanza de Ley y Justicia para regresar al poder.
Ley y Justicia, fundada en 2001 por los gemelos Kaczynski (Jaroslaw y el fallecido ex presidente del país, Lech) y miembro de la Alianza de los Conservadores y Reformistas Europeos, combina una política social y económica propias de la izquierda con una cosmovisión tradicionalista que defiende los valores católicos, patrióticos y reacios a la globalización.
Si se confirman las encuestas, Ewa Kopacz podría abandonar el Ejecutivo polaco después de un año al frente del mismo.
Kopacz, de 58 años, es pediatra de profesión y política desde los últimos años, siempre vinculada a opciones liberales de centro-derecha y cercana al actual presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, a quien sucedió al frente del Gobierno cuando este se marchó a Bruselas en 2014.
Milita en Plataforma Ciudadana, formación de corte liberal miembro del Partido Popular Europeo (PPE) que gobierna desde 2007 y que presume de poner las cuentas en orden, haber reducido el déficit y, sobre todo, de haber convertido a Polonia en el único estado que consiguió evitar la recesión económica durante la crisis global.
De hecho Kopacz acusa a Ley y Justicia de ser una amenaza para la estabilidad fiscal, al prometer un aumento considerable del gasto público, a lo que Szydlo responde que sus políticas buscan ayudar a toda la sociedad, no sólo a unos "pocos elegidos".
Más allá de sus diferencias políticas, Kopacz y Szydlo tienen en común estar bajo la sombra de dos líderes varones, lo que hace que muchos analistas políticos duden de su autonomía para imponer sus propias decisiones.
Beata Szydlo fue designada por Jaroslaw Kaczysnki, primer ministro entre 2005 y 2007 y presidente de Ley y Justicia, y en pocos meses ha pasado de ser una política situada entre bastidores a convertirse en la imagen que su partido necesitaba para regresar al poder.
En un reciente debate en el que se enfrentaron ambas candidatas, Kopacz preguntó sobre el papel que tendrá Kaczynski (uno de los políticos menos valorados en Polonia) en un posible Ejecutivo de Ley y Justicia, a lo que Szydlo respondió tajante: "No voy a entrar en asuntos de partido que no son importantes para los votantes".
El caso de Kopacz es relativamente similar y, aunque hace un año que Tusk preside el Consejo Europeo, la mayoría de analistas coinciden en que mantiene su influencia sobre el Ejecutivo polaco y que sus decisiones todavía son determinantes.
La cuestión es si Ley y Justicia logrará mayoría absoluta o si necesitará de pactos para gobernar.
El entendimiento con el Movimiento Kukiz, la tercer fuerza en el último sondeo, es impredecible.
El acuerdo con la Alianza de Izquierdas es casi imposible; y también parece inviable un pacto con el economista ultraliberal Ryszard Petru, de Nowoczesna.
Tras esa formación se sitúa el polémico radical monárquico Korwin Mikke y, si entra en el Parlamento, queda la opción de un acuerdo con el Partido Campesino, que en las dos últimas legislaturas ha formado parte del Ejecutivo de Plataforma Ciudadana.
Por el momento, una gran coalición contra Ley y Justicia liderada por Plataforma Ciudadana parece un escenario poco probable si los liberales no consiguen un buen resultado el domingo en las urnas.
Beata Szydlo, la candidata conservadora que aspira a ser la Merkel polaca
Beata Szydlo parte como favorita de cara a las elecciones generales del próximo domingo en Polonia, una victoria que devolvería el poder a los conservadores ocho años después y que, según analistas locales, podría convertirla en la Angela Merkel nacional.

Szydlo, de 52 años, saltó a la primera plana de la política polaca el pasado junio, cuando el fundador de la formación conservadora-nacionalista Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, la eligió como candidata del partido.
Venía avalada por su éxito como una de las responsables de la campaña presidencial de Andrzej Duda, que a principios de año venció de forma sorprendente al hasta entonces jefe de Estado, el liberal Bronislaw Komorowski.
Hasta ese momento, y a pesar de ser una de las dirigentes del partido, Szydlo había tenido un papel secundario en la política polaca, pero el triunfo de Duda le dio el espaldarazo para su avance a la vanguardia de los conservadores.
Los analistas políticos señalan que una de las claves para su designación no ha sido lo que es, sino precisamente lo que no es: Szydlo era poco conocida y no estaba lastrada por años en el gobierno, como su principal rival en estas elecciones, la primera ministra Ewa Kopacz.
Además, Szydlo no es el polémico Jaroslaw Kaczynski, cuyo mandato como primer ministro (2005-2007) estuvo marcado por controvertidas relaciones de Polonia con Alemania y otros socios europeos, y por polémicas en las políticas internas, dominadas por la caza de espías de la era comunista o la defensa de valores morales.
Su gestión menoscabó la imagen de Ley y Justicia y, a lo largo de esta campaña electoral, Ewa Kopacz ha insistido en el argumento del miedo ante el regreso de los conservadores al gobierno, aunque ese discurso ha quedado estéril después de la elección de Szydlo.
Las últimas encuestas dan a su candidatura hasta un 36 % de intención de voto, lo que hace que algunos analistas vean en ella a una futura Angela Merkel polaca, aunque más sensible a las cuestiones sociales por su origen proletario como hija de un minero de la cuenca carbonífera del sur de Polonia.
Szydlo comenzó su carrera como etnógrafa para doctorarse posteriormente en Filosofía.
Su andadura laboral arrancó en el departamento de Folclore del Museo de Historia de Cracovia, trabajo que abandonó para iniciarse en la política hasta convertirse en 1998 en alcaldesa de Brzeszcze, localidad minera del sur de Polonia con algo más de 10.000 habitantes de la que fue regidora hasta 2005.
La favorita para ganar estos comicios nació en Oswiecim, una ciudad que es más conocida por su nombre en alemán, Auschwitz.
Se trata de uno de los santuarios de la Polonia conservadora, donde Szydlo, cuyo hijo mayor se prepara para ser sacerdote en un seminario de Cracovia, admite que se formó en los valores que defiende en política: familia, atención a las clases más desfavorecidas y respeto a la iglesia Católica como referente para la sociedad.
Szydlo y su esposo Eduard, profesor, mantienen su domicilio en un pueblo cercano a Auschwitz, cerca de los padres de ella, y sus vecinos la describen como una persona humilde, que no se avergüenza de sus raíces y a la que no se le ha subido el éxito a la cabeza.
Las encuestas muestran que los polacos sitúan a Szydlo por delante de Kopacz en cuestiones como la confianza, el patriotismo o la cercanía al pueblo.
Kopacz, primera ministra polaca, busca dejar atrás a Tusk con su reelección
Ewa Kopacz, primera ministra de Polonia desde que su predecesor y mentor, Donald Tusk, le cedió el testigo para trasladarse a Bruselas, busca su reelección en las comicios del domingo, una victoria con la que quiere probar también que puede liderar el partido.

Hace un año, Kopacz veía premiada su lealtad a Tusk con la jefatura del Gobierno, un puesto al que esta pediatra de 58 años llegó con escaso peso político y con la incógnita de si sería una "dama de hierro" a la polaca o un simple instrumento de su antecesor.
En este año no ha conseguido zafarse de la alargada sombra de Tusk, quien, según aseguran sus rivales políticos, sigue controlando los resortes del país desde su despacho de presidente del Consejo Europeo en Bruselas.
Por eso, estas elecciones generales son especialmente importantes para Kopacz, quien llegó al Ejecutivo sin pasar por las urnas y que ve ahora la posibilidad de legitimar su figura y su liderazgo al frente del partido liberal Plataforma Ciudadana.
La primera ministra ha evidenciado su capacidad de gestión y, de paso, una destacable habilidad para deshacerse de sus principales enemigos políticos.
Entre sus hitos, Kopacz presume del éxito de su política económica, de la gestión de los fondos europeos y de las reformas fiscales, y de su negociación de las cuotas de refugiados impuestas desde Bruselas.
Pero los votantes no acaba de confiar en ella y las últimas encuestas la sitúan por detrás de Beata Szydlo, candidata de la formación conservadora Ley y Justicia y favorita con un discurso en el que reivindica los valores tradicionales y patrióticos y la redistribución de la riqueza.
No faltan quienes critican que Kopacz carece de suficiente carisma y no tiene autoridad dentro del partido, que es muy emocional y que, en realidad, ha sido promovida por su lealtad a Tusk y no por su competencia.
El próximo domingo tiene la última oportunidad de demostrar a sus detractores que se equivocan, aunque su tarea no será fácil después del pobre resultado de su formación en las pasadas elecciones europeas, locales y, sobre todo, en las presidenciales.
No se conoce demasiado de la vida privada de la primera ministra, madre divorciada de una hija adolescente, que a finales de los 90 dio sus primeros pasos políticos en la Unión de la Libertad antes de ingresar en Plataforma Ciudadana.
Después de las elecciones de 2005 (donde Plataforma Ciudadana quedó como principal fuerza de la oposición), entró a formar parte del comité de salud del partido y tras los comicios de 2007 fue nombrada titular de Sanidad.
Como ministra presentó un ambicioso paquete de medidas para reformar el sistema sanitario, incluida la gestión privada de los hospitales públicos para recortar el déficit presupuestario de estos centros.
La medida fue muy combatida por la oposición conservadora y no se puede decir que haya sido un éxito, aunque para muchos sirvió para demostrar que es una política con el coraje suficiente para defender sus convicciones.
Otro ejemplo de su valor como ministra tuvo lugar cuando facilitó el aborto de una joven de 14 años embarazada tras sufrir una agresión sexual, a la que médicos en Varsovia habían negado la posibilidad de abortar.
Kopacz localizó un hospital dispuesto a practicar el aborto entre durísimas críticas desde los sectores más conservadores, y algunas voces de la Iglesia Católica llegaron a pedir su excomunión.
Su negativa a comprar las vacunas contra la gripe A en 2009, al considerar que no contaban con las suficientes garantías, también la llevó a las primeras planas de los diarios de todo el mundo.
A pesar de las críticas que recibió, se comprobó que la peligrosidad del virus era menor de lo esperada, como también fue limitada la efectividad de las vacunas que compraron masivamente varios gobiernos.