“El racismo es el mal”: Donald Trump rectifica y condena al Ku Klux Klan y los neonazis
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La presión obliga al presidente de EEUU a cambiar su discurso tras el ataque de Charlottesvile y acusa directamente a los supremacistas blancos que le han apoyado
La presión de su propia Administración y de numerosos republicanos llevó este lunes al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a rectificar y condenar explícitamente a los movimientos extremistas como el del Ku Klux Klan (KKK) y los neonazis tras la tragedia sucedida el sábado en Charlottesville (Virginia) a raíz de las marchas de supremacistas blancos. "El racismo es el mal y aquellos que causan violencia en su nombre son criminales y matones, incluyendo el KKK, los neonazis, los supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnantes a todo lo que queremos en Estados Unidos", dijo Trump durante una breve declaración en la Casa Blanca.
El presidente había recibido un alud de críticas por sus ambiguas palabras el sábado, cuando, tras arrollar un conductor con simpatías neonazis a un grupo de contramanifestantes antifascistas y matar a una de ellos, rechazó "la violencia de muchas partes". Dos días después, llegó la condena.
La posición que había tomado resultaba cada vez más distante de las del resto de su Gobierno. El fiscal general, Jeff Sessions, quien precisamente tiene un pasado salpicado de acusaciones de racismo, no tuvo problemas este lunes en calificar lo sucedido de terrorismo, como había hecho el día anterior el consejero de Seguridad Nacional de Trump, el general H. R, MacMaster. "Cumple la definición de terrorismo en nuestro estatuto", dijo Sessions en la cadena ABC. El día antes, el vicepresidente, Mike Pence, también había acusado a los grupos extremistas directamente, a diferencia de su jefe: "No se puede tolerar el odio, la violencia de grupos neonazis, supremacistas blancos o del Ku Klux Klan", recalcó durante su viaje a Colombia.
Esta crisis ha castigado a Trump. La última encuesta de Gallup sobre la popularidad del presidente, desarrollada entre viernes y domingo -con el conflicto sobre su reacción a Charlottesville al rojo vivo-, le coloca en el punto más débil de su mandato. El ratio de aprobación general ha caído al 34%, un nivel extraordinariamente bajo para un gobernante que no está lidiando ni con una recesión ni con una guerra. Entre los republicanos, un 79% le bendice, 10 puntos por debajo de lo que lo hacían cuando llegó a la Casa Blanca, el 20 de enero.
El grueso de los votantes del empresario neoyorquino el pasado 8 de noviembre eran republicanos, votantes conservadores fieles al partido, pero entre sus seguidores figuran también grupos de odio como el KKK o los neonazis seducidos por el giro nacionalista que prometió el ahora presidente y sus consignas contra la inmigración. Y Trump ha sido vacilante a la hora de rechazarlos. El ataque racista de Charlottesville y las 48 horas que le ha tomado denunciarlos ha resultado el caso más sonado. En Estados Unidos hay registrados unos 900 grupos de odio, pero normalmente están situados en la marginalidad política, huérfanos del foco mediático. Ahora han salido de las cloacas, han leído la victoria de Trump como un refuerzo a sus tesis y han intensificado sus marchas y actos públicos.
El presidente se encontraba este lunes en Washington para asistir a reuniones de trabajo, como había anunciado la semana pasada, pero no ofreció la "gran rueda de prensa" de la que había hablado el viernes. Ese día, el tema estrella de esta conferencia se esperaba que sería la escalada de tensión con Corea del Norte, pero la violencia racista desatada en Charlottesville ha cambiado la agenda. "Independientemente del color de nuestra piel, vivimos bajo las mismas leyes y saludamos a la misma gran bandera y estamos hechos por el mismo Dios", recalcó ante los periodistas, que no pudieron hacer preguntas.
Se había despertado con la dimisión de uno de los altos ejecutivos de su consejo empresarial que le asesora en la Casa Blanca, el afroamericano Kenneth Frazier, de la farmacéutica Merck. "Como consejero delegado de Merck y como cuestión de conciencia personal siento la responsabilidad de posicionarme contra la intolerancia y el extremismo", dijo en un comunicado. El presidente reaccionó al ataque en su cuenta de Twitter y escribió con rabia: "Ahora que Ken Frazier de Merck Pharma ha dimitido del Consejo Manufacturero Presidencial, ¡tendrá más tiempo para bajar los precios de estafa de los medicamentos!". En la red social, seguía fie a sus ímpetus.