Migrantes climáticos, son muchos e ‘invisibles’

Internacional
/ 10 febrero 2025

Las personas que son desplazadas ambientales o migrantes climáticos no so solo son invisibles, además van en aumento

Los desplazados ambientales o migrantes climáticos, que dejan sus países y sus hogares huyendo de la pobreza y la hambruna por toda mala suerte de fenómenos naturales o eventos climáticos extremos, son ‘invisibles’ y van en aumento, pero no son habituales en los informativos, ni los protagonizan, y tampoco figuran como asunto prioritario en las agendas de los políticos.

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Según el diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo, se entiende por desplazados o refugiados ambientales o climáticos las personas que se han visto obligadas a migrar a otros lugares a causa de la degradación medioambiental experimentada en su lugar de origen por razones naturales o por la acción del hombre.

La definición sirve también para los desplazados internos que no cruzan las fronteras de sus países, pero que por la misma razón se ven forzados a abandonar sus hogares.

$!El Banco Mundial advierte que en el año 2050 los refugiados climáticos serán más de 140 millones procedentes sobre todo de África, Asia y América Latina.

Fue en 1985 cuando Essam El-Hinnawi, profesor e investigador del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), empezó a utilizar este concepto que, no obstante, en algunos sectores se había atribuido ya un año antes al Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED) de Inglaterra.

Aunque desde entonces su uso se ha extendido, los países no han reaccionado aún para contemplar en sus normativas la categoría de refugiado climático o desplazado ambiental.

Las convenciones de Ginebra sobre protección internacional a desplazados por guerras y otros conflictos datan de mediados del siglo XIX y no reconocen a los ‘refugiados climáticos’ por no existir entonces conciencia del problema, ni por tanto, denominación para el mismo.

SIN AMPARO NORMATIVO

Si bien el Pacto Mundial sobre los Refugiados, ratificado en 2018 en la Asamblea General de la ONU, reconoce que ‘el clima, la degradación ambiental y los desastres naturales interactúan cada vez más con las causas detrás de los desplazamientos de refugiados’, en términos legales, hasta la fecha, los refugiados ambientales no tienen amparo normativo en el derecho internacional y solo algunos países, como Suecia o Finlandia, incluyen a los ‘migrantes ambientales’, así los contemplan, en una categoría especial de personas que necesitan protección.

Lo más reciente es el pronunciamiento, en enero de 2020, del Comité de Derechos Humanos de la ONU (CDH) sobre la denegación de asilo como refugiado climático por parte de Nueva Zelanda a un ciudadano de Kiribati, una nación del Pacífico Sur.

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La alta institución, que aunque no calificaba entonces de ‘ilegal’ la decisión, sí aconsejaba a los gobiernos tener en cuenta los derechos humanos de las personas afectadas por la crisis climática en un proceso de deportación, lo que marcaba ya un precedente global.

CADA VEZ MÁS EJEMPLOS

Y aunque sin sustento normativo, el fenómeno es cotidiano y va en aumento.

En Tuvalu, por ejemplo, el archipiélago del Pacífico, que puede ser el primer Estado en desaparecer por el cambio climático, miles de personas contemplan ya trasladar su residencia por la subida del nivel del mar.

Lo mismo sucede en Somalia o en Senegal por la sequía; en Mozambique por ciclones o tormentas tropicales o en el especialmente vulnerable Bangladesh, donde desde no hace mucho un refugio en Daca acoge a personas obligadas a huir de sus casas por los desastres meteorológicos.

Las probabilidades de sufrir un desplazamiento interno por ciclones, inundaciones e incendios son siete veces mayores que las de sufrir un terremoto o una erupción volcánica, y tres veces mayor que las de sufrir un conflicto’, según explicaba a Efe Lourdes Benavides, responsable del programa Clima, resiliencia y paz de África del Oeste en la ONG Oxfam Intermón.

$!Se entiende por desplazados climáticos las personas que se han visto obligadas a migrar a otros lugares a causa de la degradación medioambiental.

Pero ¡Ojo! ningún país es inmune a los desastres. Los impactos afectan más a los países más desfavorecidos, pero entre los 148 países que en 2023 notificaron desplazamientos por catástrofes naturales figuran estados de rentas altas como Canadá y Nueva Zelanda, que registraron ese año las cifras más altas de desplazados de su historia, según apunta el Informe Global de Desplazamiento Interno, debido por un lado al impacto del ciclón Gabrielle, una tormenta de categoría 3 en la Isla del Norte o los incendios que asolaron Canadá, y también ese año Grecia.

LO DATOS NO SON BUENOS

Y si los datos no son alentadores en el presente, tampoco lo son para el futuro.

Según estadísticas del Centro de Vigilancia de los Desplazamientos Internos, más de 376 millones de personas de todo el mundo han sido desplazadas por inundaciones, tormentas, terremotos o sequías desde 2008, con un récord de 32.6 millones sólo en 2022.

El Banco Mundial advierte que en el año 2050 los refugiados climáticos serán más de 140 millones procedentes sobre todo de África, Asia y América Latina, las tres regiones del mundo que representan el 55 % de la población que habita en los países en desarrollo.

Otras entidades internacionales, como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, (PNUMA) elevan a 250 los millones de expatriados ambientales para esa fecha.

FACTOR DESESTIBILIZADOR DE PAZ EN EL MUNDO

Y si a los ‘migrantes por motivos climáticos’, efecto ya casi inevitable de la crisis climática, se suman los millones de desplazados por razones económicas, sociales o políticas, el factor de desestabilización de paz en el mundo está servido, según ACNUR.

Ya en 2019 un estudio del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) demostraba, por primera vez con datos, que el cambio climático exacerba conflictos y migración.

Citaba como ejemplo Siria, que vive hoy los efectos de la guerra civil de 2011, pero que entre 2007 y 2010, antes de iniciarse el conflicto, había sufrió una gran sequía, que obligó a 1,5 millones de personas a trasladarse a ciudades como Alepo (norte) y Damasco (suroeste) y provocó un deterioro progresivo de las condiciones de vida. Los efectos posteriores quedaron plasmados en los sucesos, que aún no han terminado.

Por M. Ángeles Martínez EFE-Reportajes.

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