"No tengo miedo”, España homenajea a las víctimas de los atentados
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En medio de la conmoción, cientos de personas homenajearon a las víctimas en la céntrica Plaza de Catalunya, entre ellas el rey español Felipe VI.
"¡No tengo miedo!". El grito resonó hoy con fuerza en el centro de Barcelona, muy cerca del lugar donde ayer más de una decena de personas murieron atropelladas por una furgoneta y un centenar resultaron heridas en un ataque reivindicado por el Estado Islámico.
En medio de la conmoción, cientos de personas homenajearon a las víctimas en la céntrica Plaza de Catalunya, entre ellas el rey español Felipe VI, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el del Ejecutivo de la región de Cataluña, Carles Puigdemont.
Barcelona amaneció golpeada por el terror, que dejó 13 muertos en esta ciudad y uno en Cambrils, unos 100 kilómetros al sudoeste de la capital de Cataluña. Pero poco a poco fue recuperando la normalidad. En Las Ramblas, la céntrica y turística zona donde se produjo el atropello masivo, muchas personas, entre ellos turistas, paseaban hoy entre los precintos policiales que todavía quedaban en la calle como huella de la masacre.
España y sus soleadas playas atraen a millones de personas cada año, además como un destino tranquilo y seguro frente a otros como Turquía, Egipto o Túnez. Hasta este jueves, cuando el terror del Estado Islámico golpeó al país.
Horas después del atropello mortal en Barcelona, el horror se repetía en la localidad de Cambrils, unos 100 kilómetros al sudoeste de la capital de Cataluña. Aquí la Policía abatió a cinco presuntos terroristas que al parecer planeaban un ataque similar y que llevaban cinturones que simulaban bombas, aunque luego se descubrió que eran falsas.
En Barcelona, en apenas unos segundos la bella calle turística cubierta de antiguos plátanos, con sus tiendas cosmopolitas y sus cafés con terrazas, quedó convertida en un lugar del horror. La furgoneta hizo volar por los aires a los peatones, los muertos y heridos yacían en el suelo y la gente corría y gritaba por su vida.
"Había gente sobre el pavimento, cubierta de sangre, no sé si están vivos o muertos", relató una joven turista alemana que no quiso dar su nombre. Su rostro reflejaba el horror y la conmoción.
En estado de shock está también una ciudad normalmente tranquila. "¿Cómo se puede tener tanto odio en la cabeza como para atropellar niños? ¿De qué quería vengarse?", se preguntaba Lorenzo sobre el atacante, mientras levanta los brazos con desesperación. "Lo que sea que le haya pasado en su vida no justifica algo así". Junto con su mujer llevaba horas esperando para poder volver a su casa, ubicada justo en el lugar del atentado.
Hasta pasada la medianoche los policías bloquearon el paso a cientos de residentes y turistas que trataban de atravesar las calles para volver a sus hogares y hoteles.
El autor material del atropello, que huyó a pie tras recorrer unos 500 metros en zigzag con la furgoneta blanca que había alquilado, sigue prófugo. Mientras tanto, al sur de Barcelona, decenas de miles de automovilistas pasaron hasta cuatro horas atrapados en un embotellamiento porque las autoridades bloquearon la carretera y revisaban vehículo por vehículo.
"Apenas hay 18 metros hasta nuestro hotel", se quejaba Yuri, un turista ruso procedente de Krasnodar a quien no dejaban pasar en la noche del jueves. "Es una gran tragedia, como la del atentado contra el metro de San Petersburgo. Uno ya no está seguro en ninguna parte, es simplemente una cuestión de suerte", reflexiona.
Por todas partes había grupos de personas esperando o mirando atónitas. Algunas sencillamente se abrazaban. Incluso policías con metralletas colgadas del hombro pasaban el brazo sobre el hombro de algún ciudadano aterrado. Por todas partes se oían las sirenas de las ambulancias y por lo demás la ciudad estaba inusualmente vacía, la gente se recluyó en sus casas y las celebraciones callejeras fueron canceladas.
Los investigadores están convencidos de que hay una conexión entre lo ocurrido en Barcelona y Cambrils. Se cree que en esta última localidad los terroristas trataban de causar otra matanza con un atropello masivo como en Barcelona.
Los mexicanos Judith y Augusto esperaban sentados en la madrugada junto a una calle bloqueada para poder volver a su hotel. Están sentados en el bordillo y se sienten felices de estar vivos. "Apenas unos 20 minutos antes estuvimos ahí, donde fue el atentado", relata Judith.
"Estamos acostumbrados a la violencia, a secuestros, tiroteos entre bandas de narcos, asesinos a sueldo y cosas así, pero atentados como estos no hay en México", dice sacudiendo la cabeza. "Nos vinimos a España precisamente para poder tener unas vacaciones en paz y ahora esto...", añade su joven acompañante.
"¿Y dónde puede estar uno seguro?", se pregunta Judith, y se responde ella misma señalando al cielo: "Quizás en la Luna". Pero en lo alto no hay Luna, aparecerá más tarde, una hoz delgada y afilada.