¿Será Trump el presidente que prometió ser para EU?

Internacional
/ 3 noviembre 2016

Como presidente, Trump tendría el poder de renegociar el acuerdo nuclear con Irán y también podría prohibir la entrada al país a los musulmanes, como ha amenazado en ocasiones.

Para imaginarse los planes de Trump en la presidencia nunca hay que forzar la propia imaginación"...

El 20 de enero de 2017 Donald J. Trump podría jurar su cargo como presidente de Estados Unidos en el Capitolio en Washington. A cinco meses de su 71 cumpleaños, se convertiría entonces en el mandatario de mayor edad del país, siete meses mayor que Ronald Reagan cuando llegó al poder. Eso si gana las elecciones del 8 de noviembre, una idea que ha desatado preocupación y temor. ¿Está justificado?

Todo indica que en política exterior, Trump se orientaría según su lema "Estados Unidos primero", con lo que pretende cambiar de base la postura geopolítica de la superpotencia estadounidense. Ya lo resumió con una contundente frase en abril de 2015: "Quiero que el mundo nos devuelva lo que le hemos dado".

El republicano también definiría el sentido de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la defensa que ofrece la alianza. Por ejemplo, haría pagar a países como Alemania, Corea del Sur o Japón por la "protección" de Estados Unidos.

"Esto tiene algo de la extorsión por protección propia de la mafia", señala a dpa Marc Redlich, director del "Boston Warburg Chapter of the American Council of Germany" en Harvard. El temperamento y la irritabilidad del republicano hacen prever un cambio profundo del tono entre Estados Unidos y el resto del mundo.

Otros temas clave de su mandato serían una actuación mucho más dura frente a la inmigración ilegal y la migración en general. Cientos de veces ha repetido su proyecto de construir un muro en la frontera con México: en la totalidad de los 300 kilómetros de frontera compartida se levantaría así una pared de entre diez y 15 metros de altura de acero y "maravilloso" hormigón.

Analistas independientes calculan los costos en unos 25,000 millones de dólares y el tiempo de construcción en cuatro años. Por eso, los medios estadounidenses creen que al final lo más probable sería que Trump optara en realidad por una simbólica ampliación de la valla existente.

En cuanto a los planes de Trump de deportar a los migrantes que entraron al país de forma ilegal, la realidad es que se necesitarían redadas a gran escala en restaurantes, granjas, fábricas y obras de construcción para hacerlo, además de una ampliación enorme del personal de la policía y las autoridades, sin olvidar el traslado de de unas 11 millones de personas.

El American Action Forum, un "think tank" conservador de Washington, calcula el costo total de la medida en 600,000 millones de dólares, por lo que su implementación es bastante improbable.

Para hacer algunos cambios, Trump necesitaría el apoyo del Congreso. Apenas podría intervenir en solitario en temas como la "Obamacare" -como es conocida la reforma sanitaria impulsada por el presidente Barack Obama- o en la legislación fiscal.

Como presidente, Trump tendría el poder de renegociar el acuerdo nuclear con Irán y también podría prohibir la entrada al país a los musulmanes, como ha amenazado en ocasiones.

Pero los cambios más fuertes que podrían producirse durante una eventual presidencia de Trump afectarían por ejemplo a la composición del Tribunal Supremo. Un puesto quedó vacante tras la muerte de un juez y otros cambios son inminentes por motivos de edad de los actuales magistrados. El Tribunal tiene competencias que no existen en otros países y puede tomar decisiones determinantes en temas como el aborto, las armas, la igualdad o la migración.

Trump ha hecho todo lo posible para convencer a los escépticos de derecha de que nombraría exclusivamente a magistrados con una agenda ultraconservadora. Tanto demócratas como republicanos conocen al detalle el determinante papel del tribunal, un tema con un peso en la campaña estadounidense impensable en otros lugares como en Europa.

En cuanto a política interior, Trump presentó recientemente una especie de contrato entre él y los electores estadounidenses, que básicamente no es otra cosa que un populista plan de seis puntos que va desde una limitación del mandato de los diputados del Congreso hasta nuevas regulaciones para los lobbies políticos.

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"Para imaginarse los planes de Trump en la presidencia nunca hay que forzar la propia imaginación", escribía el "The New Yorker". "Con orgullo ha difundido ya sus prioridades, su concepción de la historia, ya se conocen sus instintos sometidos a presión y su opinión sobre quienes implementaron sus ideas políticas".

La publicación llega a la conclusión: "Ante una presidencia de Trump, la imaginación no fallaría, sino más bien lo contrario. Se necesitaría una fe mágica para que su presidencia fuera algo distinto" a lo que ha mostrado durante la campaña.

El diario "The Washington Post" encuestó a todos los biógrafos de Trump sobre sus expectativas en el caso de que se convierta en presidente.

Las respuestas, coinciden: un presidente Trump haría lo que ha prometido el candidato Trump. Sólo hay un único Trump y no habrá una versión 2.0 mejorada o ampliada. Nunca.

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