La Santa Inquisición... sus 11 métodos de tortura más crueles para lograr una confesión contra herejes y brujas

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/ 10 junio 2022

Te presentamos los peores instrumentos y métodos de tortura que utilizaba la Santa Inquisición para lograr una confesión

La Edad Media guarda uno de los episodios más crueles y terribles que existen en la historia de la humanidad, ya que en este periodo de la historia dio luz a creación de la Santa Inquisición.

Llegó primero a Francia en 1184 y en 1478 a España. El cual contó con una serie de instrumentos para torturar y doblegar a las personas.

En México, durante la Colonia, la Santa Inquisición era la responsable de investigar las denuncias e inquirir, de ahí recibe su nombre, para luego encarcelar a los acusados. En última instancia, participaba el Tribunal Civil que llevaba a cabo el juicio y ejecutaba la sentencia.

Ubicado en la esquina de las calles República de Brasil y Belisario Domínguez, en el actual centro de la Ciudad de México, el antiguo Palacio de la Santa Inquisición conserva gran parte de su magnificencia novohispana.

Lo que castigaba la Santa Inquisición era la herejía, cuya concepción fue cambiando a lo largo del tiempo. Cuando se creó la Santa Inquisición, en el siglo XV, el objetivo era detectar y enmendar a los falsos conversos.

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Para conseguir las confesiones, se podía recurrir a diferentes instrumentos de tortura, aunque lo habitual era que las torturas de la Santa Inquisición se aplicaran con alguno de estos 11 instrumentos.

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La garrucha o la cuerda

Se ataban las manos del sospechoso por detrás de la espalda y se le alzaba por las muñecas a varios metros del suelo por un sistema de poleas. Tras ello, se le dejaba caer sin que tocara el suelo, quedando descoyuntado de la sacudida. Si no confesaba, se le quebraban los brazos y las piernas hasta que moría.

El potro

Se ataba al preso de manos y pies sobre una mesa. Las cuerdas de los pies se iban enrollando a una rueda giratoria, y cada vez que daba vueltas esta rueda se iban estirando las extremidades hasta incluso llegar al desmembramiento.

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La pera

Se introducía un instrumento en forma de pera en la boca, vagina o ano de la víctima, dependiendo de la acusación: oral a predicadores heréticos, vaginal a las brujas y anal a homosexuales pasivos. Esa pera en el interior se abría con un tornillo mutilando las cavidades.

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La sierra

Uno de los más brutales, estaba reservado a las mujeres acusadas de brujería y de estar embarazadas del mismísimo Satanás. Se colgaba a la presa boca abajo con el ano abierto, y con una sierra la cortaban hasta llegar al vientre. No buscaba tanto la tortura para que confesara, sino acabar con su vida y con el feto supuestamente endemoniado.

Lo hacían de cabeza para que el cerebro no perdiera tanta oxigenación y permanecieran conscientes hasta llegar cerca del ombligo.

Los carbones

Se aplicaban carbones al rojo vivo a unos 300 grados sobre las zonas más sensibles de la piel.

El aplasta pulgares

Era una herramienta metálica sencilla donde se metían los dedos de las manos y de los pies, y quedaban destrozados al voltear unos tornillos.

Tortura con agua

Consistía en introducirle al reo, al que tapaban las fosas nasales, una especie de embudo en la boca por donde le hacían ingerir grandes cantidades de agua. Esto provocaba una sensación muy fuerte de ahogamiento y solían morir por ruptura del estómago.

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La cuna de Judas

Esta tortura consistía en elevar al preso con un sistema de cuerdas y poleas y dejarlo caer sobre una pirámide de madera afilada con la precisión suficiente para que cayera y el aparato le desgarrara el ano, el escroto o la vagina.

La flagelación

También se utilizaba este famoso castigo corporal, en el que se azotaba el torso desnudo con varas o flagelos hasta sangrar, incluso llegando al desmayo del reo.

La doncella de hierro

Una de las torturas más crueles aunque se piensa que no era muy común. Se trataba de un sarcófago con forma de cuerpo humano con pinchos metálicos en su interior, que se clavaban en el cuerpo para desangrarlo poco a poco.

La cabra

Una de las torturas más originales, consistía en bañar los pies atados del reo en agua salada. Tras esto, una cabra lamía con su áspera lengua esta parte del cuerpo desollando su piel, provocando heridas que en muchas ocasiones se infectaban y provocaban la muerte.

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