Las terribles confesiones y masacres de los niños sicarios... desde ‘El Ponchis’ hasta ‘Juanito Pistolas’ (videos)

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/ 16 abril 2023

La falta de un apego, la desintegración familiar, los cambios a las leyes que dejan sin efecto algunos castigos a los adolescentes son las causas de que los Cárteles de la Droga recluten a niños para convertirlos en sicarios

En los últimos años, se han viralizado videos y testimonios de niños, adolescentes y jóvenes que se exhiben con armas de fuego y vestidos con ropa tipo militar, presumiendo que pertenecen a alguno de los cárteles de la droga en México.

Casos como el de ‘Juanito Pistolas’, adolescente de 16 años que fue abatido y decapitado a balazos en Tamaulipas durante un enfrentamiento entre la Policía de Tamaulipas y miembros de ‘La Tropa del Infierno’, pertenenciente al Cártel del Noreste son ya normalizados en nuesto país.

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O casos como el de Omar Basurto “A.K.A.” alias “El Brackets”, presunto sicario de la Tropa del Infierno que pertenece al grupo del narcotráfico conocido como Cártel del Noreste (CDN) quien se exhibe en redes sociales conduciendo una ‘troca blindada’.

Y es que en México, las organizaciones criminales no sólo se aprovechan de la falta de oportunidades, sino también de la falta de apego y la desintegración familiar para reclutar a jóvenes sicarios, que a los siete meses en promedio terminan torturados, muertos o en la cárcel, por lo que se le llaman “sicarios desechables”.

‘Juanito Pistolas’ el niño sicario que murió decapitado

Uno de los 11 integrantes de la “Tropa del Infierno” perteneciente al Cártel del Noreste (CDN), que fueron abatidos en Nuevo Laredo en agosto de 2019, era “Juanito Pistolas”, un joven sicario de apenas 16 años de edad.

Tan pronto se supo de su muerte, rápidamente corrió la noticia en redes sociales de que “Juanito Pistolas” había sido detenido por la Fuerza Tamaulipas anteriormente en el año del 2015. Pero fue puesto en libertad por tener en ese entonces tan solo 13 años.

El niño sicario resultó decapitado debido a las ráfagas de disparos que intercambiaron los integrantes del Grupo de Operaciones Especiales del Centro de Análisis, Información y Estudios de Tamaulipas (CAIET) con la “Tropa del Infierno”, a la que pertenecía el menor de edad, famoso en la zona por haber llegado tan joven al crimen organizado.

Era tal su fama, que en redes sociales circulan unos videos de narco rap dedicados a él. Uno de ellos es llamado “Comandante Chikitín”, donde se hace alusión a que ingresó a las filas del CDN como sicario desde los 13 años.

“No importa la edad para andar aquí jalando, yo soy un chavalo pero aquí ando laborando. ‘Juanito Pistolas’, así me han apodado”, dice el coro de la canción compuesta en su honor y que ronda en internet.

‘El Ponchis’, el niño sicario que decapitó a cuatro ‘contras’

Edgar Jiménez Lugo, mejor conocido como ‘El Ponchis’, fue detenido el viernes 3 de diciembre del año 2010 en el aeropuerto de Cuernavaca, Morelos cuando intentaba escapar hacia la frontera con Estados Unidos.

El ‘Ponchis’, quien contaba con tan sólo 14 años de edad cuando fue detenido, era perseguido por las autoridades acusado de pertenecer al Cártel del Pacífico Sur (CPS) encabezado por el narcotraficante Héctor Beltrán Leyva.

Durante su detención, el llamado ‘niño sicario’ confesó haber participado en al menos cuatro decapitaciones pero aseguró que lo hizo bajo la influencia de las drogas y porque lo habían amenazado con matarlo en caso de que no lo hiciera.

Jiménez nació en San Diego, California y fue separado de su madre cuando tenía cinco años. El asalto a un negocio fue su primer crimen, pero salió libre por ser menor de 12 años. Después de eso, regresó a las calles donde fue ‘levantado’ por la cabeza del CPS en Morelos, Julio de Jesús Hernández Radilla alias ‘El Negro’ quien lo adiestró para torturar y matar bajo el influjo de la mariguana.

A mediados del 2010 una serie de videos comenzaron a circular en Youtube en donde se observa al niño torturando a varias personas y ahí inició la persecución del menor.

El día de su arresto, Edgar iba acompañado de una de sus hermanas, ambos pretendían ingresar a San Diego para reencontrarse con su madre por recomendación del mismo Hernández Radilla quien, según declaraciones de ‘El Ponchis’, le había advertido que se fuera del país ‘porque aquí está muy feo, te van a agarrar, cuídate mucho’.

Al ser interrogado, Edgar relató que sólo cursó hasta el tercer año de primaria en Jiutepec, Morelos y declaró que fue entrenado bajo un régimen castrense ya que lo ponían a marchar, se formaba con otros ‘reclutas’, era golpeado y puesto bajo arresto si incumplía. Además aseguró haber participado en el asesinato de cinco personas.

Una de sus últimas “conductas antisociales”, de acuerdo con la tipificación de la Ley de Justicia para Adolescentes de Morelos, fue el asesinato de un hombre cuyo cuerpo arrojaron sobre la autopista Cuernavaca-Acapulco, a la altura de la colonia Antonio Barona, dos meses antes de su captura. Al cuerpo le abrieron el cerebro y le pusieron carne molida y luego lo aventaron en ese lugar, refiere un Informe de la Dirección General de Despliegue Regional Policial de la PGR.

Actualmente, ‘El Ponchis’ abandonó el Centro de Ejecución de Medidas Privativas de la Libertad para Adolescentes en el estado de Morelos tras tres años de encierro. Edgar ha pedido protección a las autoridades debido a que tiene miedo de que el cártel intente reclutarlo de nueva cuenta.

‘Maté a 17 personas’... la terrible historia de Ever Yohsimar

Ever Yohsimar Martínez fue un niño sicario. A los 12 empezó a robar, de los 14 a los 17 años fue asesino por encargo. “Maté a 17 personas”, dijo. Su primera paga fue un automóvil de lujo. Ahora, a los 28, puede contar su historia con un final feliz, aunque dice que su infancia fue violenta y dolorosa.

Su padre era drogadicto y ladrón. Él, un niño maltratado y lleno de carencias del barrio capitalino de La Merced. Un amigo lo invitó a integrarse a “la empresa”. Hacía de todo: golpear brutalmente a quien se negara a pagar extorsiones, vender droga, ser sicario.

“Me producía mucha adrenalina y eso me gustaba. Carga emocional no sentía porque lo que yo tenía era mucho resentimiento contra mis padres, contra la sociedad. Entonces, yo me desquitaba ahí”, cuenta Martínez.

Jacobo sicario del CJNG a los 16 años

Cuando un vecino le hizo la proposición por primera vez, se negó. Pero el hombre, que pertenecía al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), le ofreció 30 mil pesos por el trabajo, y a él, un niño criado en una familia pobre donde las palizas eran habituales, al que nunca le había gustado demasiado la escuela, se le hizo una oferta imposible de rechazar.

“Con 12 años, me convertí en una especie de asesino a sueldo. Hacía los trabajos que mi vecino me pedía. Él me llamaba y me decía a quien tenía que matar. Yo iba, lo mataba y listo, pasaba a cobrar una vez que el trabajo estuviera hecho”.

Con 16 años, Jacobo se unió oficialmente al cartel. “Me encargaba de torturar a miembros de cárteles rivales, mis compañeros los secuestraban y yo les sacaba la información a madrazos. Una vez que teníamos lo que queríamos, los matábamos, a veces los pozoleábamos [disolver en ácido], los descuartizábamos, o los matábamos a puros disparos”.

Entonces le encargaron que asesinara a un miembro que había traicionado al CJNG. A plena luz del día, en un lugar público. Y, como guinda, debía tomar fotos del cadáver al terminar. Tanta exposición le volvió un riesgo para la seguridad del grupo. Lo mandaron matar. Lo tirotearon entre varios.

Recibió disparos incluso en la cabeza. Fue dado por muerto, su cuerpo abandonado en la escena del crimen. Pero, contra todo pronóstico, el adolescente se salvó. Despertó días después, esposado a una cama de hospital. Desde entonces, cumple condena.

Iker, se hizo sicario a los 12 años ‘por todo el dinero y por el placer’

Iker tenía solo 12 años cuando comenzó a andar con sus tíos, quienes eran miembros del Cártel del Noreste.

El menor quedó deslumbrado por el poder, el dinero y el ‘respeto’ que tenían sus familiares, quienes siempre andaban en carros y portaban joyas.

Cuando tenía 14 años fue entrenado en la sierra de Coahuila por un exmilitar. Solo un año después ponía narcomantas y participaba en secuestros.

Por sus labores, Iker recibía de 15 mil a 20 mil pesos, que sus padres aceptaban con gusto.

El joven tenía 16 años cuando cometió su primer asesinato. Inhaló cocaína para darse valor, según recordó:

“AL ÚLTIMO LE MOCHAMOS LA CABEZA. ÉL NOMÁS GRITABA, POR ESO LE ENCINTAMOS LA BOCA...”

Iker mató a varios contras hasta que lo agarraron. Lamentó que nunca llegó a ser comandante. Sin embargo, afirmó que al salir volvería a lo mismo, ‘por todo el dinero y por el placer’.

Mauricio: ‘no solo era matarlos, les hacíamos madre y media’

Mauricio también perteneció al Cartel del Noreste, que lo entrenó en la sierra de Sabinas.

Durante su adiestramiento conoció a otros menores de edad reclutados en Edomex, CDMX y Nuevo León.

Mauricio era un niño cuando comenzó a asesinar personas, para él era igual que matar animales. Por ello, no tenía reparos al torturar personas:

“LES HACÍAMOS MADRE Y MEDIA, COSAS QUE NI SE IMAGINAN. NO ERA NADA MÁS METERLES UN BALAZO, SI NO NOS DECÍAN LO QUE PREGUNTÁBAMOS LES VOLÁBAMOS UN PIE, LUEGO EL OTRO”.

Mauricio sí llegó a convertirse en comandante. Era menor de edad cuando estuvo a cargo de tres patrullas de ocho sicarios.

Su vida criminal habría continuado, de no ser porque fue detenido en un retén. Más tarde se enteró de que su hermano menor también fue reclutado, pero lo mataron en un enfrentamiento.

Adolescentes, los sicarios desechables del Narco

La falta de un apego, la desintegración familiar, los cambios a las leyes que dejan sin efecto algunos castigos a los adolescentes en conflictos con la ley, generan que los grupos del crimen organizado los coopten para realizar diversas labores que van desde el halconeo al sicariato.

De acuerdo con la Red Por los Derechos de la Infancia en México (Redim) del diciembre de 2006 a marzo de 2019, se tiene el registro de 19 mil niñas, niños y adolescentes víctimas de homicidio doloso. Ocho de cada 10 son víctimas de arma de fuego; es decir, han sido ejecutados o mueren en un enfrentamiento entre organizaciones rivales o integrantes de corporaciones o Fuerzas Armadas.

Para Juan Martín Pérez García, director de Redim, las muertes de los llamados “niños sicarios” no tienen un valor para los integrantes de las diversas organizaciones criminales, debido a que son reclutados únicamente para tomarlos como carne de cañón al ser considerados desechables.

“Los grupos criminales no están pensando formar criminales profesionales, los usan porque están en una condición de desprotección, de vulnerabilidad y para ellos son desechables de tal suerte que si los detienen o los asesinan tienen otros miles para disponer usarlos como tal”.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geográfica (Inegi) en el país viven 38.3 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años de edad, 11.4 millones tiene cinco años o menos y 13.2 millones tienen entre 6 y 11 años, algunos solo criados por madres solas o abuelos que los ponen en calidad de grupo vulnerable.

Esto se debe a que aun no tienen bien desarrollada la capacidad de decidir, lo que los hace sumamente vulnerables ante las tentaciones o amenazas que utilizan los grupos delictivos que ante la falta de un apego o figura de autoridad son convertidos en asesinos a sangre fría.

“Estos niños con la falta de apego, hay esta alteración y son niños que podemos ver que se alteran fácilmente, pierden el control de sus impulsos, pero hay algo muy importante qué son niños que no generan empatía hacia la otra persona”.

Falta de empatía y apego que es aprovechada por los integrantes del Cártel del Pacífico, Cártel del Noreste/Zetas, Cártel Jalisco Nueva Generación, Familia Michoacana de Arcelia, Cártel Independiente de Acapulco, Los Ardillos, Los Rojos, Guerreros Unidos, Los Granados, Los Panchillos Huevos, Los Rojos, Los Mazatlecos, La Nueva Familia michoacana y La Empresa, grupos que agregan a menores de edad en sus filas.

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