La utopía social de Cherán

Nacional
/ 23 septiembre 2015

Un día, hace ya siete meses, hubo un pueblo que decidió suplantar la función de sus policías, porque no los protegían. Luego expulsaron a su alcalde y desterraron a los partidos políticos. Ahora se gobiernan a sí mismos. Y no les ha ido nada mal

El pueblo despierta con el sonido de los cohetes que anuncian que algo anda mal. Los camiones de los talamontes bajan la cuesta sin parar. Un grupo de mujeres y algunos jóvenes les hacen frente. Les lanzan los cohetes que se utilizarían en las fiestas de mayo. El último camión, cargado con los árboles muertos, no logra salir. Hay heridos. La comunidad se une para hacer frente a quienes llevaban por lo menos tres años robándoles el sueño. Algunos talamontes logran escapar.

La misma policía municipal los escolta para que puedan salir. Aquella acción colectiva, ocurrida el viernes 15 de abril de 2011, quedó grabada en la memoria de la gente de la comunidad que, con su valor, atrajo los reflectores de la prensa nacional e internacional. Un pueblo perdido en el mapa de la República Mexicana se atrinchera para defenderse, comenzó a leerse en las páginas de los diarios. Una comunidad olvidada de la mano de la Federación aspira a organizarse sin el favor de los partidos políticos, se escuchó más tarde en programas de radio. Cherán anhela "autogobernarse", decían los noticiarios de televisión.

Cansados de pedirle seguridad a las autoridades, los pobladores de Cherán cerraron el paso a los talamontes que habían dejado pelón el cerro de San Miguel; secuestraban y extorsionaban a su gente, desaparecieron a cinco de sus comuneros y asesinaron a varios más. En Cherán se recordará la noche del 15 de abril porque todo el pueblo estuvo en vela, porque se cerraron las cinco entradas del pueblo con barricadas y porque se prendieron fogatas en todas las esquinas.

Alrededor del fuego, el pueblo se unió y habló en voz alta de lo que antes sólo se atrevían a decir entre los muros de sus casas:

"El pueblo se dividió después de 2008. Antes sí había tala, pero no tan descarada. Ese año, ganó la elección de presidente municipal Roberto Bautista Chapina. Él es priista. Ahí comenzó la pelea entre los del PRI y el PRD. Eso nos dividió. Los partidos nos dividieron y eso abrió las puertas a gente de fuera".

Alicia, como todos los que cuentan la historia de Cherán, pide que sólo se mencione su primer nombre: "Aquí no hay un líder, aquí somos todos. Además, tenemos que protegernos".

El comunero Juan también habla: "Nosotros creemos que el presidente municipal recibía su parte de los talamontes. ¿Si no, cómo se explica que entraban, extorsionaban, se llevaban a la gente y no decía nada? Muchas veces denunciamos. Y nadie nos hizo caso. Les dijimos que El Güero (Cuitláhuac Hernández, de la comunidad de Rancho Morelos) era el líder de los talamontes. Les dimos pruebas. Y nada".

En este pueblo el fuego espantó al miedo y sacudió la impotencia. La comunidad dio la espalda a las autoridades, que no los escuchó, y sacó a la policía, que los ignoró. Y así quieren quedarse: cuidándose ellos mismos, sin policía, sin depender de los partidos políticos para elegir a quienes los gobiernen.

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Un pueblo perdido en el mapa de la República Mexicana se atrincheró para defenderse. Alrededor del fuego, el pueblo se unió y habló en voz alta de lo que antes sólo decían entre los muros de sus casas

Su experimento ya está en marcha. Toma forma alrededor de las fogatas. Cada noche, la leña encendida alumbra a Cherán, comunidad michoacana rodeada de cerros habitados por pinos y encinos. Cada noche, en cada esquina, el olor de ocote quemado anuncia que el fuego está listo. Ahí, alrededor de las hogueras, hombres y mujeres fraguan su futuro. Así lo hacían sus abuelos y los abuelos de sus abuelos. Y ahora, desde hace siete meses, lo hacen ellos.



Jarojpikua

Desde el día en que Cherán se convirtió en Fuenteovejuna, las decisiones se toman en una asamblea en la que participa toda la comunidad. El Palacio Municipal es habitado por comuneros, jóvenes y mujeres. Ahí tendría que estar el alcalde Roberto Bautista Chapina, que terminaría su periodo el 31 de diciembre de 2011, pero desde ese viernes 15 de abril no se le mira por estos rumbos. "Ni siquiera ha dado la cara", dice la gente cuando se pregunta por él.

Los días de asamblea, hombres de sombrero y mujeres con rebozo se instalan en la plaza principal que mira hacia la iglesia de sacerdotes franciscanos. Ahí, los habitantes de Cherán decidieron que lo mejor para garantizar la seguridad de la comunidad sería retomar la organización que seguían los abuelos. Así que en cada una de las casi 200 fogatas se nombraron a los integrantes de las nuevas comisiones.

Además de la comisión general, la de honor y justicia, la de finanzas y de alimentos, se crearon comisiones de educación y cultura, de salud y de identidad. En estas tierras, la identidad se cultiva enseñando a los niños el purépecha y contando las leyendas que aún están en la memoria de los abuelos.

En Cherán también funcionan la comisión de las fogatas, de agua, de limpieza y de jóvenes. Si antes los adolescentes pasaban sin voltear al Palacio Municipal, ahora no salen de ahí. En este edificio, la comisión de jóvenes instaló un salón donde, todos los jueves, se reúnen para compartir lecturas, intercambiar música o simplemente hablar.

También montó una radio comunitaria. En Radio Fogata se puede escuchar desde una pirekua (sones que suenan en esta región purépecha de bosques y lagos) hasta un hip-hop de Calle 13.

Quienes participan en las comisiones no reciben paga. Su labor la hacen como parte de los servicios a la comunidad. En purépecha existe una palabra para eso: Jarojpikua. Significa: "ayudarse unos a otros".

La Jarojpikua -dice Alicia- se rescató después del 15 de abril. "La división que causaron los partidos políticos provocó que se olvidara el sentido de comunidad. Ahora lo estamos rescatando".

Alicia tiene 33 años. Es purépecha y, gracias a una beca, salió de la comunidad a estudiar historia, una maestría en el extranjero y ahora cursa un doctorado en la UNAM.

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En Cherán los más pequeños también son parte de la resistencia para tener un lugar tranquilo y justo



En Cherán hay otros indígenas que son biólogos, doctores, ingenieros forestales, abogados y maestros. En este pueblo muchos son maestros. "Los que vienen de fuera ni cuenta se dan de quién es el biólogo, el médico. Pero nosotros, los que somos de aquí, los conocemos. Sabemos quiénes son. Regresamos a Cherán, porque nos enseñaron a tener un compromiso con nuestro pueblo".

Biólogos, ingenieros, abogados, médicos y maestros se sientan alrededor de las fogatas con sus padres, con los carpinteros, los campesinos, las amas de casa, los niños y los ancianos. Ellos también participan en las comisiones. En Cherán un título universitario no es pretexto para ignorar la Jarojpikua.

Y Pedro lo sabe. Hace unos meses llegó de Estados Unidos. Se fue sin papeles, como muchos de estas tierras. Allá estudió. Llegó a la Universidad, quería ser abogado, pero por participar en una manifestación en contra de las leyes migratorias lo detuvieron y deportaron. Hoy lleva el rostro cubierto con un paliacate y participa en las rondas comunitarias que desde el 15 de abril sustituyeron a la policía municipal.

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La plaza de Cherán lució repleta la tarde del pasado domingo 13 de noviembre. Los pobladores celebraron que las autoridades electorales permitieron no votar


Los migrantes han ayudado a sostener la resistencia de este pueblo. Sebastián dejó por unos días su trabajo en San José, California, para traer 800 cobijas a sus paisanos. En Sacramento -dice- se organizó una kermés para reunir fondos y víveres y enviarlos a Cherán.

"Estamos muy gustosos de que se tomó la decisión de organizarse, de unirse. La corrupción no se para hasta que haya un cambio total. Así lo vemos nosotros."



Todos hablan

En cada una de las cinco barricadas que hay en las entradas del poblado de Cherán, una manta recibe a quien desea entrar. "Bienvenidos a la comunidad organizada purépecha de Cheran K'eri. Horario de ingreso y salida de 6 a 20 hrs. Prohibido utilizar propaganda política, utilizar vidrios polarizados. Ingresar bebidas alcohólicas". Durante las noches, las fogatas reúnen a los vecinos, las familias y los amigos. Cada una de ellas se identifica por un número y el barrio en el que se encuentran. En la fogata 35, del Barrio tercero, esto es lo que se escucha un sábado por la noche:

"Nosotros hicimos la petición de seguridad. Lo hicimosmuchas veces, pero nunca tuvieron la sencillez, la humildad con nuestra comunidad. La lucha de Cherán nació por la defensa de los bosques. Nunca fue nuestro objetivo el asunto electoral. Eso se atravesó en el camino, porque no hemos encontrado justicia para nuestros muertos, nuestros desaparecidos".

"Sí, se atravesó el proceso electoral y es ahí donde vimos que si queremos seguridad, nosotros mismos tenemos que darla. Por eso apostamos a gobernarnos con el sistema de usos y costumbres, como era antes, como lo hacían nuestros antepasados. No queremos hacer una acción separatista del Estado. Es un acto de protección, una manera de protegernos".

En junio pasado, cuando comenzó formalmente el proceso electoral en Michoacán, los habitantes de Cherán pusieron sobre la mesa sus condiciones para que se realizaran elecciones en su comunidad: sólo se podrían instalar urnas si las autoridades detenían a quienes talaron el bosque, asesinaron y desaparecieron a los comuneros. No tuvieron respuesta.

Alrededor de las fogatas, la gente de Cherán decidió desterrar a los partidos políticos de su comunidad; arrancarlos de raíz, como lo hacen cuando encuentran una de esas malas hierbas que no dejan crecer la milpa y a los pinos que apenas se sostienen. Quieren probar lo que es vivir sin políticos, experimentar un gobierno en donde la comunidad sea quien tenga la última palabra.

Y ya consiguieron el aval legal para hacerlo.



 

El mundo los mira

Salvador es abogado. Pero no viste como un típico abogado. Lleva pantalones de mezclilla y una sudadera gris. Él, como Alicia, nació y creció en Cherán.

Sin saber nada de derecho electoral, pero sí de derechos indígenas, Salvador y tres jóvenes abogados de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo lograron que Cherán diera un paso más para poner en práctica su proyecto de gobierno comunitario.

Orlando Aragón, David Daniel Romero, Erika Bárcenas y Salvador -todos treintañeros- se lanzaron a buscar argumentos legales para que Cherán no tuviera nada que ver con los partidos políticos. El primer paso fue ir al Instituto Electoral de Michoacán (IEM). La respuesta: el instituto no tenía atribuciones para cancelar las elecciones en Cherán y que sus habitantes eligieran a sus autoridades por usos y costumbres. Con su expediente y varias hojas con los nombres y firmas de más de dos mil personas, los abogados llegaron hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

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JAROJPIKUA. Quienes participan en las comisiones no reciben paga. Su labor la hacen como parte de los servicios a la comunidad. En purépecha existe una palabra para eso: Jarojpikua. Significa: "ayudarse unos a otros"



Los argumentos que llevaron bajo el brazo fueron el Artículo 2 de la Constitución, que reconoce la libre determinación de los pueblos indígenas; el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) y la Declaración de la ONU en materia de derechos indígenas.

El 2 de noviembre, los mismos abogados se sorprendieron de la sentencia del Tribunal Electoral. Por mayoría (sólo un votó en contra), los magistrados determinaron que Cherán podía elegir a sus autoridades utilizando su sistema de usos y costumbres.

Antes, advirtieron, es necesario que el IEM realice una consulta en el pueblo, de más de 18 mil habitantes, para asegurarse que la mayoría desea desterrar los partidos políticos. Lo que más sorprendió a los abogados es que los magistrados encontraron que la Constitución de Michoacán tiene un hueco: no reconoce los usos y costumbres de las comunidades indígenas, por lo que el Congreso local tendrá que hacer reformas en su constitución y ley electoral para tomar en cuenta los usos y costumbres de las comunidades indígenas del estado.

La seriedad de Orlando Aragón se rompe cuando habla de lo que pasa en esta tierra indígena. "El movimiento de Cherán no sólo es un cambio para la gente de la comunidad. A los que hemos estado cerca nos ha cambiado. Es algo que contagia a los que hemos llagado de afuera".

Y sí hay muchos que han llegado de otros lados a conocer qué pasa en Cherán: investigadores, periodistas de España, Francia, Inglaterra se sientan alrededor de las fogatas para escuchar a la gente y preguntarles si hay una organización que los asesore.

Los comuneros sonríen. "No tenemos un manual ni una guía de cómo hacer un movimiento. Este acto de fogatas y barricadas es una cuestión de nuestros antepasados. Ellos los usaron para protegerse".



 

Fórmate atrás del más bueno

El domingo 13 de noviembre se realizaron las elecciones en Michoacán. En Cherán no se eligió a nadie. Ni siquiera se instalaron casillas. Ese día, los habitantes del pueblo marcharon para exigir que se haga ya la consulta que les permitirá seguir caminando hacia su nueva forma de gobierno. Los pocos que no salieron a la calle, ni siquiera para curiosear, fueron las familias del alcalde, del único candidato que se registró (por el PRD, PRI y PT) para la elección municipal, los que por varios años habían vivido al amparo de un partido.

La tarde de ese domingo, en la Plaza Pública, Orlando Aragón, maestro de postgrado de derecho en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, tomó el micrófono: "Como abogado, para mi ha sido un orgullo estar codo a codo con ustedes en esta pelea legal. Cherán está a la vanguardia de muchos movimientos indígenas y sociales. Cherán le da un ejemplo a México".

Estar a la vanguardia no es algo que le quite el sueño a María Dolores. Cabello negro recogido en una gruesa trenza. Piel morena. Ojos grandes y manos acostumbradas a echar tortillas en un comal de barro.

"Esperemos que nos vaya bien con esta decisión que tomamos. Esto ha tenido cosas buenas: antes éramos vecinos y no nos conocíamos. Nada más nos saludábamos y ya. Ahora, con las fogatas, ya convivimos, ya nos conocemos. Compartimos el alimento como una familia. Y ya no hay tanto borracho... También hay cosas malas: en lo económico no nos ha ido bien. Por estar en las fogatas, en las barricadas, no trabajamos igual. Pero ya no hay asaltos, ya no hay desaparecidos. Ya no se llevan los árboles. A ver cómo nos va. ¿Usted cómo ve?"

Si no tienen obstáculos, a partir del próximo 1 de enero los más de 18 mil pobladores de Cherán no tendrá presidente municipal.

El comunero Juan se pone en cuclillas y utiliza como pizarrón la tierra que está frente a él. Con su índice derecho dibuja cómo se formará el nuevo gobierno de Cherán: hasta arriba, encima de todo, estará la asamblea general donde participa toda la comunidad. Seguirá el consejo de gobierno, formado por 12 personas. Y después siete consejos. No sólo se cuidará la seguridad. En sus planes está reforestar y recuperar su cultura. Quienes no rindan cuentas serán reemplazados. Sólo recibirán un sueldo quienes realicen un trabajo de tiempo completo. Los demás realizarán su trabajo como parte de sus obligaciones comunales.

En las fogatas de los cuatro barrios ya comenzó el proceso para elegir a los ciudadanos que formarán el nuevo gobierno. En el Barrio tres, la elección fue así: los integrantes de cada fogata presentaron a sus candidatos. Fueron propuestos aquellos que cumplen con su Jarojpikua, que son conocidos por su honestidad y tienen una buena relación con su familia y los vecinos.

Cuando fue el momento de elección de los tres representantes del barrio, se pidió a la gente que se formara detrás del candidato al que apoyaba. "Muchos nos formamos detrás del señor Juan. Tenía una fila bien larga", dice entre risas María Dolores. "Me gustó como se hizo".

El comunero José lo sintetiza así: "Es un modelo alternativo para elegir a nuestras autoridades. Ya no queremos hacerlo con los partidos políticos, porque no nos funcionó. No nos dieron seguridad."



Asústense

Cherán no llega con saldo blanco a su nueva etapa. Poco más de 15 huérfanos, cinco mujeres que buscan a sus esposos, cuatro viudas, un herido que perdió la movilidad de su mano derecha y la vista de un ojo. Varias amenazas a los comuneros y 20 mil hectáreas que se quedaron sin árboles son algunas de las heridas que aún no cierran en esta comunidad.

María es una de las mujeres que busca a su esposo, Rafael. Para explicar por qué no quiere saber nada de partidos políticos cuenta el peregrinar que ha recorrido para tener, por lo menos, un dato de él.

"El alcalde de aquí, priista, no hizo nada cuando mi esposo desapareció. Las mujeres fuimos con el gobernador de Michoacán, del PRD. Tres veces fuimos y nada. Fuimos a la Ciudad de México. Mire, aquí está la tarjeta de este hombre Juan Manuel Llerena, de la Red Federal de Servicios a la Ciudadanía. Nos dijo que nos daría becas para los niños, una prótesis para el herido. Fuimos hace cuatro meses y nos dijo que en ocho días nos hablaba. Todavía lo estamos esperando."

La misma decepción la siente Francisco. Su hermano Jesús Hernández, comunero que subió al bosque para hacer zanjas, no regresó.

"Todos los triunfos cuestan y en Cherán nos ha costado mucho. Por eso no queremos dar marcha atrás. Nosotros queremos cuidarnos, protegernos. No necesitamos a los partidos aquí".

En purépecha, Cherán significa "asustar".

Si el experimento que se fragua en las fogatas de este pueblo toma una buena forma, quizá habrá quienes se asusten con sólo escuchar el nombre de ese pueblo que desterró a los partidos políticos.

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