Nazis usaron a México para espiar a judíos

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Detrás de los refugiados, emisarios de Hitler desembarcaron en el puerto de Acapulco; buscaron controlar a los alemanes ya radicados que estaban contra el nazismo, vigilaban los movimientos de los judíos e intentaron, desde aquí, contagiar su propaganda en América Latina
México fue en los años treinta y cuarenta un centro importante de espionaje nazi dentro de Latinoamérica. Había agentes en diversas ciudades que buscaban controlar a los 20 mil alemanes que vivían en nuestro país, sobre todo a los que estaban contra del nazismo, además de colocar a sus simpatizantes en posiciones clave del gobierno mexicano, así lo narró la doctora Alicia Gojman de Backal, directora del Centro de Documentación e Investigación de la Comunidad Ashkenazi de México (CDICA).
Durante su participación en el congreso "La Memoria Archivada. Los Judíos en la Configuración del México Plural", Gojman de Backal explicó que el objetivo último del espionaje nazi en México era promover un conflicto social o una guerra interna de tal magnitud que "distrajera a los estadunidenses e impidiera que se involucraran en la Segunda Guerra Mundial" y también convertir a nuestro país en una plataforma para expandir la ideología nazi al resto de los países latinoamericanos.
Lo que sucedía en México estaba directamente relacionado con los acontecimientos en Europa: en septiembre de 1939, Alemania le declaró la guerra a Polonia. Adolfo Hitler había dejado en claro que buscaba expandir las fronteras de su país y las embajadas alemanas en diversas naciones empezaban a presionar a los gobiernos locales para que colaboraran con el führer.
A través de esa red de espionaje "todos los alemanes -que estaban en territorio mexicano- debían obedecer y dar información de las actividades que tenían lugar en México y en la frontera con Estados Unidos", explicó la investigadora, y dentro de la estructura nazi en México, Arthur Dietrich era el encargado de distribuir propaganda nazi por todo el país.
Durante los gobiernos de Lázaro Cárdenas y Manuel Avila Camacho, Eduardo Villaseñor era el encargado, dentro del Servicio Secreto Mexicano, de seguir de cerca esas actividades de espionaje y de acuerdo a la investigadora, "en los informes confidenciales que recibía el presidente Cárdenas se mencionaba la gran penetración de los nacionalsocialistas alemanes, quienes estaban presentes en la Sociedad Mexicano-Alemana Alejandro de Humbolt, así como en la sociedad mutualista, entre otras," aseguró.
Sol, arena y espías racistas
En noviembre de 1940 llegó el barco de carga japonés NYK al puerto de Acapulco, del cual desembarcaron el capitán Grott y cinco aviadores alemanes que venían de Yokohama.
"Los cinco aviadores se dedicaron al espionaje en México. Un ministro alemán envió a recoger a este grupo para esconderlo. A Grot lo ocultaron en la legación alemana, y los alemanes siguieron desembarcando agentes con el apoyo de Japón. Cada barco con espías que llegaba atracaba en el puerto de Acapulco a las dos o tres de la mañana, a esas horas normalmente se iba la luz", señaló la doctora Gojman.
La investigadora también explicó que en la calle de Quebrada 28, en Acapulco, se hospedaba el jefe de los nazis en la zona y "desde el hotel Piede la Cuesta los alemanes vigilaban el desembarco de armas que provenían de Estados Unidos, además de que todos los turistas eran constantemente vigilados".
Mientras tanto, en los años treinta se creó en México el Comité Central Israelita -1932- que llevaba las relaciones de la comunidad judía con el gobierno mexicano, toda vez que el Estado judío se proclamó hasta 1948. El comité central israelita organizaba en México protestas contra Hitler, así como la distribución de libros y folletos "para que el público se diera cuenta del exterminio de los judíos que estaba teniendo lugar en Europa. Pocos se daban cuenta de esa realidad y de la infiltración de agentes nazis en los espacios de la vida en México, permanentemente vigilados", agregó Gojman.