Narcos colombianos vibran con mariachi

Nacional
/ 31 marzo 2008

    Saltillo, Coah.- Hace 50 años, Alfonso Regla llevó el mariachi a las calles de Bogotá. Actualmente hay 3 mil 500 conjuntos en Colombia, incluidos los 400 que se concentran en la capital.

    El exportador de este género musical, que manejaba desde joven el guitarrón, fue el primer mariachi jalisciense que tocó para Gonzalo Rodríguez Gacha, "El Mexicano", segundo al mando del cártel de Medellín, sólo después de Pablo Escobar.

    Aunque también lo hizo para varios presidentes colombianos: Julio César Turbay, Alfonso López Michelsen y Belisario Betancourt.

    Asimismo, en una finca de esmeralderos, don Alfonso vio cómo le regalaban piedras preciosas a Cornelio Reyna.

    Su viaje al país sudamericano comenzó en el Teatro Blanquita, frente a Garibaldi. Una colombiana se enamoró de él, un charro veinteañero del Mariachi Vargas. Bastó una "picadita" de ojo de Hilda Moreno para que Alfonso le correspondiera.

    A los cinco minutos de haber terminado la función, Hilda ya estaba en el camerino para conocer al joven del guitarrón. Antes de 24 horas tuvieron su primera cita. Al mes se casaron. A los dos meses vivieron juntos. Y en menos de cinco años Alfonso Regla ya era el primer mariachi en tierras colombianas.

    "Me casé un 1 de febrero de 1958 y al otro día ella voló para Bogotá. Me dejó unos días, porque su papá estaba muy enfermo", recuerda.

    Para llegar a Colombia se montó en un "pajarraco azul" de cuatro motores, como describe a los aviones de la época. Cuando pisó Bogotá era, si acaso, la quinta vez que había escuchado ese nombre. La primera fue cuando su mujer le dijo dónde había nacido.

    Al primer sitio que Hilda llevó a don Poncho fue al centro. Todo lo veía pequeño: edificios bajitos, avenidas angostas y apenas de doble carril. "Nunca me arrepentí de venir, porque las colombianas son buenas mujeres", afirma. Desde entonces, han pasado 50 años.

    Tiempos de esplendor

    Aquel hombre varonil con bigote abundante y pose de Jorge Negrete, de 1.80 metros de estatura, se quedó en las fotografías. Ahora tiene 72 años y, a pesar de su gran energía, las canas, la pancita y las arrugas evidencian la vida que ha llevado.

    El álbum verde que aún carga bajo el brazo muestra los tiempos de gloria en Colombia. Cuando tocó con Pedro Vargas el mariachi de Tecalitlán; con Cornelio Reyna, en su debut en Bogotá, en 1963, en la fonda de doña Alicia, en el barrio de Chapinero.

    El guitarrón fue su sustento desde que su padre murió, cuando él tenía 16 años, en Jalisco, la tierra del mariachi.

    El investigador de la Universidad Nacional de Colombia, Carlos Páramo, afirma que el esplendor de los mariachis en ese país fue en los años 70, de la mano de los esmeralderos, quienes vivían en el barrio Santa Isabel, al sur de Bogotá.

    "Consumieron esta música en vivo para mostrar su prestigio y presencia", asegura el antropólogo.

    "Rodearse de mariachis significa ostentar poder. A nuestros narcotraficantes, la música ranchera les habla de su propia existencia, de su noción de la fatalidad; del riesgo, de la frontera entre la legalidad y la ilegalidad, de vivir un día y morir al otro", concluye Páramo.

    Las calles 53, 54 y 55 de Chapinero con avenida Caracas son conocidas como La Playa. Es el lugar más importante de mariachis ambulantes en Bogotá. Aquí es donde don Poncho espera clientes durante horas. Susurra que la época mejor pagada fue de los 70 a los 90. "Había bonanza, por el narcotráfico".

    Los mariachis, además de "torear" carros, pasan hasta 14 horas parados en la lluvia, en el frío de la ciudad y en la soledad de las aceras que ahuyentan a las personas en la medianoche, porque esa zona también es conocida por la venta de drogas y la prostitución.

    El narcotraficante que más recuerda don Alfonso es "El Mexicano", segundo de Pablo Escobar en el cártel de Medellín, quien comenzó su carrera como esmeraldero. Gonzalo Rodríguez Gacha era un fanático de México. Tenía fincas y restaurantes con nombres de estados mexicanos. Llevaba siempre a mariachis acompañando sus pasos y, aunque le gustaban los corridos prohibidos, su canción favorita era "Por una Mujer Casada".

    "Una vez le tocamos en Pacho, Cundinamarca, tierra donde nació `El Mexicano', hasta las 7 de la noche del otro día. Y me dio miedo cuando, de repente, vi como a 50 `rambos' armados hasta los dientes", rememora don Pancho. (Excélsior)

    Cuenta sin culpa una anécdota: "Con Cornelio Reyna estuvimos en una finca con los señores esmeralderos. Le dieron anillos, cadenas de esmeraldas, también se las daban así sueltitas. Y salió requete contento".

    Al `Son de la Negra'

    Alfonso lleva más de 30 años en las calles de la Playa. La única vez que se estableció en una taberna fue cuando juntó a cinco colombianos para presentarse sin traje de charro en la fonda de doña Alicia, una mexicana que cocinaba comida típica, quien le propuso por primera vez que formara un mariachi.

    Después de encontrar a los cinco integrantes, don Poncho estudió todos los días durante un mes. "Todo era a oído, yo les llevaba elepés y ellos escuchaban y ensayaban".

    Las trompetas que entonaron esa tarde de mayo de 1963, el "Son de la Negra", abrieron su carrera musical en Colombia. Y siguieron las canciones que más se escuchaban en la época: "El Caballo Blanco", "Renunciación", "Sábado de Bodas", "Sombras", "Tú y las Nubes", "Tres Días".

    Medio siglo después de su debut, de cientos de serenatas a su gran amor Hilda y de tres hijos, don Alfonso todavía toca el guitarrón a los 72 años con su grupo Mariachi Juárez, para asegurar el sustento diario.

    No se queja por la vida que tiene, por pelear en las calles para ganar clientela y atender a la que ya tiene, porque estar frente a un público, por pequeño que sea es lo que lo mantiene vivo y cerca de su tierra. Lo único que sí pide es el reconocimiento de la embajada mexicana en Colombia por haber llevado la cultura del mariachi a las calles de Bogotá. (Excélsior)


    MUSICA DE EXPORTACION

    * De 10 a 14 integrantes cobran 500 dólares. De 10 integrantes, entre 200 y 250 dólares y de 6 a 7 integrantes, entre 90 y 100 dólares. Cuando no es temporada alta, como diciembre y el Día de las Madres, hay en promedio entre 800 y mil músicos en el andén.

    * Cada año en octubre, los mariachis se reúnen en Bogotá para asistir al festival de música ranchera Mariachi al Parque. Los mejores clientes para las serenatas son la clase media y baja.

    * Los mejores días son los fines de semana y el Día de las Madres, pues en tan sólo cuatro cuadras pueden estar hasta 2 mil músicos esperando llevar serenatas.

    * Pero el mes de octubre y los lunes, que son días tan malos, los mariachis no le cantan ni a sus mujeres.

    * Gracias a este festival los charros en La Playa se ajuarean de hebillas con adorno de caballos, de nopal; de broches para los sacos; de estoperoles para los pantalones y de sombreros grandes mexicanos. Los músicos más vivos se llevan las maletas vacías de Bogotá y las regresan repletas de Guadalajara para vender las indumentarias al doble del precio.

    * Raúl Chacón, compañero de don Alfonso en la Playa, violinista desde hace 35 años, afirma que la música ranchera también es de los colombianos, porque se la han apropiado.

    * A sus 64 años, Raúl no conoce México, pero tiene la esperanza de que algún día lo inviten a participar en el Festival del Mariachi en Guadalajara.

    * Guillermo Modesto, "El Compadre", representante de músicos en las calles de Chapinero, dice que en Colombia el mariachi está presente desde el nacimiento hasta la tumba. "Si la señora está embarazada el tipo le lleva serenata. Bautizos y matrimonios se celebran con rancheras".

    Excélsior es el segundo periódico más antiguo de la Ciudad de México, después de El Universal. Fue fundado por Rafael Alducin y su primer número circuló el 18 de marzo de 1917.

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