MOURIÑO: Primero se escuchó un rugido en el cielo

Nacional
/ 2 marzo 2016

    A las 18:52, en el chat de Alejandro, en el centro de la ciudad, quedó grabado este mensaje de César Moreno: "¡Algo acaba de explotar en Reforma!". César trabaja en un edificio de Montes Urales, a una cuadra del sitio del estallido.

    México, D.F. .- El infierno llegó como un golpe en el pecho, un rugido y una onda de calor. Arturo López escuchó el estruendo del motor desde el cuarto piso del edificio de Monte Pelvoux y Pedregal, sintió ese cambio de presión creado por la onda expansiva, escuchó la explosión y vio una bola de fuego elevarse al pie del puente de la ciclopista que cruza sobre el Paseo de la Reforma.

    "Me sentí en una de esas películas donde se destruye una ciudad", describió López.

    A las 18:52, en el chat de Alejandro, en el centro de la ciudad, quedó grabado este mensaje de César Moreno: "¡Algo acaba de explotar en Reforma!". César trabaja en un edificio de Montes Urales, a una cuadra del sitio del estallido.

    La explosión quebró por completo la rutina de este punto neurálgico de la ciudad, cerca del cruce de Reforma y Periférico, sitio donde a diario los empleados que laboran en los edificios de oficinas dejan sus vehículos en la calle, puestos de tortas, jugos, hot dogs, dulces y frituras, hay franeleros, y ciclistas que van de Chapultepec a las Lomas, usando el estrecho puente.

    El cruce de Monte Pelvoux, Montes Urales y Pedregal era hasta anoche un hervidero de oficinistas que salían hacia Reforma para tomar un autobús, los más osados caminaban hasta el Metro Auditorio, las calles se cubrieron por completo de automóviles que buscaban ingresar a Reforma y Periférico.

    Ayer, esa estampa caótica se iluminaba como una hoguera.

    El avión privado en que viajaba secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, junto con otros funcionarios causó un estallido cuyo humo ennegreció 16 de los 20 pisos del edificio del cruce de Pelvoux y Pedregal. Decenas de automóviles estallaron por el impacto.

    "Desde aquí vi cómo cuatro autos estallaban y volaban, para caer de nuevo sobre la calle", describió Jaime Vázquez, uno de los testigos que observó el desastre desde la ventana del edificio donde labora, quien describió el momento con los ojos desorbitados, las manos crispadas.

    Ese instante fue alucinante. Estallaron varios autos estacionados en Urales, Pelvoux y Pedregal, los cuerpos de los pasajeros se desmebrararon para caer en calles, autos, árboles, arbustos, aceras, ventanas. Hay restos humanos regados a cincuenta metros de distancia. Las llamas envolvían ese punto, rodeado de edificios de más de cien metros de altura, ubicado a 1.7 kilómetros de la Residencia Oficial de Los Pinos, a cien metros de la Fuente de Petróleos, que es punto de referencia para el descenso de aviones rumbo al Aeropuerto; a una cuadra del sitio habría sido construida la Torre Bicentenario.

    Tras el estallido, la circulación fue cerrada sobre Paseo de la Reforma. La gente salía en masa de las oficinas, ya sea porque cumplieron su horario de trabajo o para ir a curiosear. Cientos de personas caminaron rumbo al Auditorio Nacional, mientras a unos metros los bomberos luchaban para apagar los múltiples automóviles incendiados.

    Había algo que recordaba aquellas imágenes de Nueva York, con gente caminando kilómetros en silencio para llegar a sus casas, tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

    La noche se llenó de las luces centelleantes de las torretas de patrullas, ambulancias y bomberos, las sirenas se escuchaban por doquier, helicópteros sobrevolaron la zona, aviones que seguían cruzando ese punto rumbo al Aeropuerto.

    En varias cuadras a la redonda no había electricidad. El avión derribó cables del tendido eléctrico. El alumbrado público temblaba.

    Los celulares quedaron sin señal. Una torre repetidora sufrió daños.

    El olor indescriptible de cuerpos, plásticos, telas, combustibles quemándose y reaccionando con el agua de los bomberos, impregnó todo a cientos de metros a la redonda.

    Aún no acababan de extinguirse las llamas. cuando las conjeturas comienzan. "Un amigo vio desde su auto cómo una bola de fuego pasó por encima, era el avión", dijo un hombre trajeado, con teléfono de última generación en mano.

    "Cómo puede caer un avión aquí, si todo está rodeado de edificios altos", señaló uno de los vecinos de la colonia Molino del Rey.

    "Los vendedores de dulces, elfranelero, todos se salvaron, tenían crisis nerviosas", dijo un trabajador de Montes Urales.

    "Salimos por el estacionamiento, porque frente a la puerta estaban autos en llamas", explicó un oficinista de Montes Urales 111.

    "Escuchamos los motores, como cuando despega un avión, y luego las bolas de fuego; sentimos la onda de calor y eso que estábamos dentro del edificio", relató el empleado de una firma de arquitectos de Monte Pelvoux.

    "Unos compañeros estaban en la planta baja descargando un camión y el impacto los botó al suelo, dicen que sintieron el calor y eso que estábamos a dos cuadras", comentó un trabajador de Pedregal.

    La conmoción hizo que varios vecinos guardaran silencio. Otros describen el impacto "como cuando un transformador explota".

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