A 52 años de la inolvidable masacre de Tlatelolco
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A más de cinco décadas, nadie sabe con exactitud cuántas personas murieron durante la masacre. El Gobierno dijo que sólo fueron 26 mientras que la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos estima que fueron entre 150 y 350 víctimas
Este viernes 2 de octubre se cumplen 52 años de la peor matanza de la historia de México: en Tlatelolco, elementos del Ejército, por orden del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz abrieron fuego contra estudiantes que se manifestaban en la Plaza de las Tres Culturas.
A más de cinco décadas, nadie sabe con exactitud cuántas personas murieron durante la masacre. El Gobierno dijo que sólo fueron 26 mientras que la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos estima que fueron entre 150 y 350 víctimas. Según otras estimaciones basadas en la información de testigos presenciales, la cantidad de muertos oscila entre 300 y 400.
La masacre de Tlatelolco fue el asesinato de estudiantes y civiles por militares y policías el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en la sección de Tlatelolco de la Ciudad de México. Ocurrida diez días antes de la apertura de los Juegos Olímpicos de México de 1968, esta masacre se considera parte de la «guerra sucia» en México, cuando el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz utilizó sus fuerzas para reprimir a la oposición política.
En aquel entonces, el Gobierno y los medios de comunicación en México afirmaron que las fuerzas gubernamentales habían sido provocadas por los manifestantes que les disparaban, pero los documentos gubernamentales publicados desde 2000 sugieren que los tiradores habían sido empleados por el gobierno. El jefe del Centro de Investigación y Seguridad Nacional informó que 1345 personas fueron arrestadas. Según los Archivos de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Kate Doyle, analista principal de política estadounidense en América Latina, documentó la muerte de 44 personas; sin embargo, las estimaciones de la cantidad de muertos real oscilan entre 300 y 400, con testigos presenciales informando cientos de muertos.
Los crímenes fueron autorizados por el Estado y perpetrados por las fuerzas militares mexicanas, para silenciar a la comunidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
El 2 de octubre de 1968 el grupo paramilitar "Batallón Olimpia", en conjunto con el Ejército, la Policía Secreta y la Dirección Federal de Seguridad (DFS) arremetieron y disiparon a unos 300 estudiantes que estaban concentrados protestando en la emblemática Plaza de las Tres Culturas, en la ciudad de México, capital.
Durante el hecho también fueron acribillados líderes, docentes, intelectuales, personal obrero, profesionales y trabajadores de distintos sectores, así como personas de la sociedad mexicana, quienes también se sumaron a las manifestaciones.
Los grupos del denominado Batallón de Olimpia se infiltraron en las protestas, identificándose con un pañuelo blanco (símbolo de los estudiantes) y comenzaron a disparar sin justitificación a los civiles desarmados a las 18H00 hora local.
Por su parte, los militares (quienes debían custodiar las marchas) también comenzaron a disparar contra los manifestantes para "restablecer el orden público", sin embargo los oficiales persiguieron a las personas hasta los edificios, residencias o cualquier instalación en las que estos se resguardaron.
En la época de los sesenta el país atravesaba una de las crisis económicas más difíciles, enmarcada en un sistema de Gobierno autoritario y desapegado de los derechos constitucionales. Desde sus inicios reprimió los movimientos y revueltas sociales que estaban surgiendo.
Los estudiantes salieron a las calles para reclamar no solo eclamaban la liberación de presos políticos y el respeto a la autonomía universitaria.
Entre 1957 y 1958 en México se habían llevado acabo numerosas protestas protagonizadas por líderes campesinos y el gremio de trabajadores, quienes demandaban mejoras en las condiciones laborales y un aumento en los salarios.
Asimismo, estas fueron reprimidas por las autoridades en distintas ocasiones, lo que multiplicó la realización de estas actividades, pese a los actos de represión gubernamentales, que terminaron por estallar en 1968.
Los principales responsables de los hechos fueron el Ejército mexicano, la policía secreta y los paramilitares del Batallón Olimpia, quienes realizaron los crímenes en coordinación y bajo la autorización del mandatario Díaz Ordaz.
Hasta la fecha, no sé conoce con exactitud la cantidad de personas asesinadas. Si bien según las cifras publicadas por el Gobierno murieron unas 20 personas, se estima que fueron más de 300 estudiantes y líderes civiles.
Solo en una de las cuatro esquinas de la Plaza de las Tres Culturas se hallaron más de 65 cadáveres, otros fueron encontrados en camiones de basura y demás calles de la ciudad capital.
Los muertos eran recogidos por grúas y vehículos de carga pesada, los cuales trasladaban a los cuerpos hasta un sitio clandestino para la incineración masiva.