"El Mayo" Zambada estuvo a punto de matar a testigo potencial en juicio contra "El Chapo"
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Ismael “El Mayo” Zambada estuvo a punto de matar a Tirso Martínez Sánchez, el siguiente testigo en el juicio contra Joaquín “El Chapo” Guzmán, en la corte federal de Nueva York
México.- Ismael “El Mayo” Zambada estuvo a punto de matar a Tirso Martínez Sánchez, el siguiente testigo en el juicio contra Joaquín “El Chapo” Guzmán, en la corte federal de Nueva York.
En el 2001 Tirso Martínez enfrentó a la muerte en una reunión con Ismael Zambada, uno de los actuales líderes del cártel de Sinaloa, en la Ciudad de México. A la reunión lo llevó el hermano de “El Mayo”, Jesús “El Rey” Zambada, quien también fue testigo en el juicio contra Joaquín Guzmán.
Ismael insulto a Martínez debido a que creía que este había cambiado 311 kilos de cocaína de buena calidad por mercancía defectuosa rumbo a Nueva york. Zambada le dijo: “usted cambió mi cocaína por 311 kilos que no sirven”.
En aquel momento Zambada desenfundó su pistola y se la apuntó directamente a la frente. Añadió después de unos segundos: 2no lo mato porque mi ahijado me dijo que no le hiciera nada”. Zambada era padrino de Vicente Carrillo Fuentes, empleador directo de Martínez.
Martínez Sánchez contó el día de ayer detalles sobre la violencia, el miedo, abuso de sustancias y el dispendio de los miembros de las organizaciones del narcotráfico en México en la década de 1990 y del 2000.
Tirso fue repartidor de drogas desde 1997 al 2003 en Estados Unidos para el cártel de Ciudad Juárez, este reveló incidentes en los que casi pierde la vida, así como su afición millonaria a las peleas de gallos y la cirugía a que se sometió para transformarse la cara.
El testigo originario de Guadalajara abandonó la escuela a los 13 años para trabajar limpiando carros, zapatos y atendiendo un puesto de venta de mariscos. Su carrera en el tráfico de drogas inició una vez que se mudó a Los Ángeles y comenzó a vender cocaína en las calles.
En 1981 comenzó a usar de manera recurrente mariguana, cocaína y alcohol. Martínez también era conocido como “Ingeniero”, “Mecánico” o “Futbolista”, admitió que tenía adicción a estas sustancias, que utilizó hasta 2007 y 2008.
Además, añadió que invirtió en equipos de futbol en las ciudades de Querétaro, Celaya, Irapuato y La Piedad con la fortuna que amasó en su vida en el narcotráfico, de acuerdo con su testimonio en la Corte.
Martínez tenía como jefe directo a Eduardo González Quirarte, “El Flaco” Quirarte, y después a Vicente Carrillo Fuentes. Su contacto con el cártel de Sinaloa fue Alfredo Vázquez, mismo que lo presentó a “El Chapo”.
Con sobornos a la Policía Federal permitió mantener su negocio en México. Estos sobornos, sobre los que Martínez no precisó fechas, sumaron entre cinco y 10 entregas por entre 100 mil y 150 mil dólares cada una.
El ingreso de Martínez provenía de entregar cargamentos de cocaína en Los Ángeles, Chicago y Nueva York, por los que ganaba de acuerdo con su testimonio, entre 10 y 15 por ciento.
Martínez ayudó a introducir más de un centenar de toneladas de cocaína a Estados Unidos, con valor superior a mil millones de dólares, según su propio testimonio.
Uno de los primeros acercamientos con la violencia del tráfico de drogas fue cuando supo que su jefe directo, “El Flaco”, se disparó en la cabeza una vez que “andaba borracho y drogado” y una patrulla lo intentó detener en Guadalajara.
Quirarte realizó una llamada a uno de sus socios, José Álvarez Tostado, alias “El Compadre”, para decirle: “yo no me voy a dejar agarrar. Me voy a matar”. González Quirarte no falleció sino que perdió la memoria.
Para el 2017, un juez otorgó un amparo a González Quirarte contra una acusación armada por la Procuraduría General de la República (PGR).
En 2003, autoridades norteamericanas decomisaron tres bodegas de drogas empleadas por el cártel de Sinaloa y Martínez decidió retirarse del negocio.
Martínez vivía seguro de que la policía estadunidense conocía ya su método de transportar cocaína en carros-tanque o carros-pipa incluidos en rutas de ferrocarriles, por lo que se negaba a correr riesgos de arresto.
Debido a estos decomisos, Martínez señaló que lo querían matar por haber perdido la ruta del tren. Por ello, se escondió de Vicente Carrillo Fuentes, quien ya antes lo había presionado para seguir o para “inventar” nuevas rutas, fuera en trenes, camiones u otros medios.
Carillo Fuentes lo animaba a seguir con la operación de distribución de drogas pese a los decomisos, de acuerdo con el testimonio de Martínez ante la Corte.
Este describió que como un asociado suyo mató a un sujeto apodado “Torombolo” por una deuda de entre 500 mil y un millón de dólares. Su propio cuñado, Santos, fue finado por haber perdido 50 kilos de cocaína.
El testigo aseguró beneficiarse de la violencia de los cárteles para los que trabajaba, porque “me sentía seguro, que nadie podía hacerme algo”. Sin embargo, contrataría guardaespaldas privados para su familia.
Además, para modificar su rostro y evitar la persecución policial, Martínez se sometió a una cirugía de rostro fallida, que el médico suspendió debido a que el testigo perdía mucha sangre por la hipertensión que padecía.
Tirso Martínez Sánchez es actualmente uno de los testigos protegidos que la fiscalía de Nueva York utiliza en su caso contra Guzmán Loera.