No hay madre a quien sus hijos le parezcan feos

Nacional
/ 10 mayo 2019

    El Quijote II, 18

    Don Quijote, Sancho Panza y don Diego de Miranda (el Caballero del Verde Gabán), que es “labrador y rico”, llegan a la casa de éste, “ancha como de aldea”, donde amo y escudero pasan cuatro días regaladísimos, estupendamente bien atendidos.

    El caballero manchego conoció allí al hijo de don Diego, de nombre Lorenzo, “estudiante poeta” con quien sostiene varios e interesantes coloquios sobre el tema que tanto apasionaba al joven, es decir, en torno a la poesía y los poetas.

    Don Quijote le oyó al joven unos versos de su autoría y su respectiva glosa, escuchados los cuales lo elogió mucho, diciéndole: “-¡Viven los cielos donde más altos estén, mancebo generoso, que sois el mejor poeta del orbe, y que merecéis estar laureado, no por Chipre ni por Gaeta, como dijo un poeta, que Dios perdone, sino por las academias de Atenas, si hoy vivieran, y por las que hoy viven en París, Bolonia y Salamanca!”

    Cuando amo y escudero dejan la casa de don Diego, don Quijote recomienda al joven Lorenzo, sobre la valoración de su obra poética, lo siguiente: “sólo me contenta con advertirle a vuesa merced que siendo poeta podrá ser famoso si se guía más por el parecer ajeno que por el propio, porque NO HAY PADRE NI MADRE A QUIEN SUS HIJOS LE PAREZCAN FEOS, y en los que lo son de entendimiento [como la poesía] corre más este engaño”.

    En efecto, la experiencia nos dice que así es, que no hay padre ni madre a quien sus hijos les parezcan feos.

    En México esta verdad se suele expresar de manera más directa y sencilla: “Mamá cuervo”, se suele decir de las madres que ven bonitos a sus hijos, sin serlo.

    Aunque el refrán incluye en esta actitud tanto a la madre como al padre, según se lee en la cita completa del mismo, se ha creído oportuno referirlo sólo a la primera por ser hoy Día de las Madres. ¡Muchas felicidades a todas!

    @jagarciavilla

     

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