Wixárikas esperan diálogo con AMLO para proteger su territorio de mineras

Nacional
/ 19 marzo 2019

Sigue sin cumplirse el pacto de conservación firmado en el sexenio de Calderón, dicen

Sin obtener aún sentencia definitiva a los amparos tramitados en 2012 contra las 38 concesiones otorgadas a First Majestic Silver Corporation y 40 a Revolution Resources Corporation (ambas mineras canadienses) durante el gobierno de Felipe Calderón y que abarcan 70 por ciento de las 140 mil hectáreas del área natural protegida de Wirikuta, en San Luis Potosí, los wixaritari esperan dialogar con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Quieren no sólo resolver la situación legal de ese territorio, sino empleos sustentables para los ejidatarios mestizos que viven en esa región sagrada donde nace el Sol, con lo cual se logre preservar el hábitat en que reina Tamatsi Kauyumarie (una de sus máximas deidades, el venado azul) y crece el hikuri (peyote) que permite a los marakames (chamanes) estar en contacto con las divinidades.

Para los ejidatarios de Wirikuta no es fácil: necesitan fuentes de trabajo, ingresos para sus familias. Hay migración por falta de empleos, señala Yuniur Vázquez Rosalío, coordinador del Consejo Regional Wixárika por la Defensa de Wirikuta, en entrevista.

La falta de resolución definitiva a las inconformidades presentadas por el pueblo wixárika, basadas en el Pacto Hauxa Manaka de 2008, avalado con la presencia de Calderón y firmado por los gobernadores de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas para respetar y proteger los lugares sagrados de los wixaritari, ha permitido que las mineras trasnacionales ejerzan presión económica sobre ejidos y municipios que podría devastar Wirikuta.

Por ello, también pretenden exponer a López Obrador que esa protección, jurídica y ambiental, se extienda a los otros sitios sagrados que representan los puntos cardinales, dos de ellos ubicados en Jalisco: Xapa Wiyeme, en la Isla de los Alacranes, en el lago de Chapala, y en Tecata (Santa Catarina Cuexcomatitlán), Mezquitic, en el norte de estado, que es el punto central de su cultura.

Al poniente está Haramara, donde vive la diosa del mar en la Isla del Rey, en San Blas, Nayarit; al norte, Hauxa Manaka, donde descansa la canoa del primer hombre que apareció en este mundo en Cerro Gordo, Durango.

Y al oriente está Wirikuta, donde nació el mundo, en Real de Catorce, San Luis Potosí, sitio ceremonial y centro de peregrinación anual de toda la nación wixárika, donde los marakames encuentran la sabiduría a través de elaborados diálogos y ceremonias con sus deidades.

Ya pasaron casi 12 años desde que se firmó el pacto, cuando estaba de presidente Calderón, y no se ha respetado. Se comprometieron a trabajar en conjunto en el tema de la conservación y defensa de esos cinco puntos, convertirlos en patrimonio cultural nacional, pero todo está igual o peor, se queja Yuniur Vázquez.

Por eso esperan que con este cambio de régimen les den fecha para dialogar con López Obrador y exigir el cumplimiento del pacto, que se proteja el entorno ambiental y social con proyectos que sean sustentables con la naturaleza y con la economía de las familias.

Hay varios activistas, académicos y científicos que trabajan en la región y plantean el cuidado de la diversidad silvestre, de flora y fauna, que se conserve, pero que a la vez sea fuente de empleo el cuidado de esa diversidad, que la misma gente de la región esté dedicada a cuidar esas tierras, explica.

Pobreza y presión Wirikuta está ubicado en el desierto de San Luis Potosí y abarca los municipios de Catorce, Charcas, Vanegas, Villa de la Paz y Villa de Ramos, en todos los cuales existen graves problemas económicos y desempleo. El principal sustento son las remesas de quienes migran, sobre todo a Estados Unidos.

En Catorce, por ejemplo, que tiene amplia afluencia turística, los datos más recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en 2015 señalan que 66.8 por ciento de sus pobladores son pobres y 11.2 por ciento viven en situación de pobreza extrema.

En Charcas los números de Coneval en 2015 ubicaban a 46.1 de sus habitantes en situación de pobreza y al 7.8 en pobreza extrema; en Vanegas, 80.4 por ciento de sus pobladores vive en pobreza y 17.6 en pobreza extrema.

Los índices que hablan de marginación continúan a lo largo de toda la ruta de Wirikuta. En Villa de la Paz 43.1 por ciento es pobre y 4.3 viven en pobreza extrema, mientras en Villa de Ramos llega hasta 85.6 por ciento de sus habitantes en pobreza, y 18.6 por ciento con carencias extremas.

Es a estos habitantes y ejidatarios a quienes las mineras presionan mientras la demanda de cancelación de concesiones sigue sin resolverse, con ofertas para que se permita la explotación de la tierra desértica pero rica en minerales.

En 2010, con la finalidad de contrarrestar las amenazas de la minería, se conformó el Consejo Regional Wixárika por la Defensa de Wirikuta, en Tiwayla (colonia Rivera Aceves), en la comunidad de Wauta (San Sebastián Teponahuaxtlán, Jalisco), al que luego se sumó el Frente en Defensa de Wirikuta Tamatsima Wahaa, colectivo conformado por activistas, músicos, actores y organizaciones de la sociedad civil, quienes trabajaron en conjunto y lograron visibilizar la lucha a escala internacional.

Desde entonces, además de los amparos tramitados, la presión ha incluido manifestaciones en Jalisco, Nayarit, la Ciudad de México y hasta en Vancouver, Canadá, sede de First Majestic Silver y de Revolution Resources.

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