‘Una montaña rusa dentro de un autolavado’: Cómo es volar a través del huracán Beryl

Cazador de huracanes sobrevuela el huracán para crear imágenes 3D de la tormenta

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/ 4 julio 2024
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El huracán Beryl, que arrasó con las islas en Granada el martes y ahora va rumbo a Jamaica y las islas Caimán, ha batido récords como el huracán más precoz en alcanzar las categorías cuatro y cinco de intensidad en la cuenca del Atlántico. El lunes, se registraron vientos máximos de al menos 257 kilómetros por hora.

“Hay muchos superlativos para describir al huracán Beryl tanto por la época del año como por la ubicación y la fuerza”, comentó Jonathan Zawislak, meteorólogo y director de vuelo para la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por su sigla en inglés).

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Zawislak es cazador de huracanes, un título que llevan unos 30 o 40 científicos, analistas de datos y pilotos radicados en Lakeland, Florida, que vuelan hacia los huracanes en tres aviones apodados Gonzo, René y Señorita Piggy. Tanto René y Señorita Piggy están equipados con un radar Doppler en sus panzas y colas que los científicos usan para crear imágenes 3D de la tormenta.

En los últimos tres días, Zawislak y su equipo despegaron a bordo del René desde Santa Cruz, una de las Islas Vírgenes de Estados Unidos, y navegaron a través de la pared del ojo del huracán Beryl. En una tormenta de categoría cuatro o cinco como Beryl, la pared del ojo —el anillo de tormentas eléctricas, lluvias torrenciales y vientos peligrosos que rodea el centro de la tormenta— es potente y agitada.

“Es como estar en una montaña rusa dentro de un autolavado, excepto que no sabes cuándo vienen las subidas y bajadas, o la siguiente vuelta”, describió Zawislak el martes mientras se preparaba para su tercer vuelo de reconocimiento del Beryl.

Pero el ojo del huracán es tranquilo. En vuelos diurnos, Zawislak puede mirar a través de la ventana detrás de la cabina y ver un pacífico cúmulo de nubes entre cielos despejados y azules.

Su trabajo es atravesar el caos y encontrar el camino para que René pueda volar entre 2438 y 3048 metros de altura, mientras mantiene una velocidad aerodinámica de exactamente 210 nudos y vuela justo dentro de la corriente de viento para que esta no los empuje.

Jonathan Shannon, portavoz del Centro de Operaciones Aéreas de la NOAA, aclaró que el objetivo de estos vuelos, sobre todo con huracanes que cambian con mucha rapidez, era proporcionar datos más precisos y así mejorar la preparación para emergencias.

Desde el primer vuelo de Zawislak el domingo, el huracán Beryl se intensificó rápidamente, lo cual significa que los vientos han aumentado 56 kilómetros por hora o más en un periodo de 24 horas. Parte del cambio provino de un ciclo de remplazo de la pared del ojo, o lo que Zawislak llamó el “efecto del patinador”: la tormenta se contrae como un patinador artístico que gira con los brazos pegados al cuerpo. La tormenta toma energía del agua cálida del océano, remplaza el ojo con otro nuevo y reorganiza su pared externa.

Conforme se calienta la atmósfera de la Tierra, más tormentas se están intensificando a esta velocidad. Un estudio reciente mostró que ahora es dos veces más probable que esa intensificación rápida suceda en los huracanes del Atlántico; esto se debe al menos en parte al cambio climático causado por los humanos e impulsado por la quema de combustibles fósiles.

Beryl es un inicio desastroso para lo que Hosmay Lopez, un oceanógrafo del Laboratorio Oceanográfico y Meteorológico del Atlántico de la NOAA, dijo que era el pronóstico “más alcista” que la agencia ha hecho para una temporada de huracanes en el Atlántico. La NOAA predice una temporada de huracanes más intensa de lo normal con cuatro a siete tormentas fuertes con vientos de hasta 178 kilómetros por hora.

El pronóstico se basa en el cambio de El Niño-Oscilación del Sur, un patrón climático natural vinculado con las condiciones más cálidas del océano Pacífico tropical, las cuales están pasando de un estado neutro hacia La Niña. Las condiciones tranquilas que produce La Niña, combinadas con las temperaturas oceánicas anormalmente calientes, aumentan la probabilidad de que se formen huracanes en el Atlántico.

En su trayectoria, los huracanes agitan la superficie del océano. Revuelven y traen a la superficie el agua fría de las profundidades del océano, lo cual puede atenuar la fuerza de la tormenta, como cuando revuelves una taza de café para enfriarla. Pero, así como las temperaturas en la superficie del océano son tan cálidas que han batido récords desde hace más de un año, las temperaturas en las profundidades también son más elevadas de lo normal.

“En este caso, la taza de café es muy alta, así que es muy difícil revolver el agua fría del fondo, aunque haya vientos fuertes”, explicó Lopez. Las temperaturas cálidas a mayor profundidad le dan a la tormenta aún más energía que puede tomar del océano, señaló.

Históricamente, la temporada de huracanes, que abarca del 1.° de junio al 30 de noviembre, ha sido tranquila en junio y julio antes de intensificarse en agosto. El huracán Beryl ya superó a Emily de 2005 como la tormenta más precoz en alcanzar la categoría cinco, por unas dos semanas.

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