Más se perdió en Cuba

Opinión
/ 2 octubre 2015

Acabo de pasar unos días amargos y sólo me los ha aliviado, desde el más allá de la vida, mi amigo Guillermo Cabrera Infante.

Las jornadas aciagas comenzaron con la muerte en huelga de hambre del preso político cubano Orlando Zapata. No hace falta glosar la noticia, al menos no lo necesitamos quienes en condiciones muchísimo más benignas también fuimos presos políticos en otra dictadura indecente y criminal como fue la de Franco.

Después vino la reacción cautelosa y estreñida del Gobierno español -que actualmente ocupa la presidencia de la Unión Europea- lamentando la muerte de Zapata de un modo tan abstracto que lo mismo hubiera podido decir si fuese una víctima del terremoto de Haití. Desde luego peor ha sido a todas luces el comportamiento ante el caso del presidente Lula, pero como no soy brasileño sino español, eso no me sirve de consuelo.

A continuación el actor Willy Toledo se descolgó con unas declaraciones infames sobre el "delincuente" Zapata y contra el resto de la disidencia cubana que ni siquiera pueden disculparse apelando al evidente sectarismo y cortedad de luces del declarante. Lo más agobiante de esos dicterios, al menos para mí, es que reinciden en lo que durante tantos años hemos aguantado a cierta izquierda española sobre la "gusanera" anticastrista, junto a la exaltación de los logros revolucionarios del régimen que no sólo lleva décadas pisoteando los derechos humanos más elementales sino que además se
ha revelado experto en lograr hambre y desabastecimiento para su población.

Ciertas cosas pudieron tener un relativo pasar hace 40 años, pero que hoy volvamos a escuchar el mismo coro nada angélico es como para desconfiar de cualquier progreso moral o al menos intelectual de algunos paradójicamente llamados "progres".

Por cierto, ante las reacciones críticas que han despertado las declaraciones de Toledo, una serie de actores han firmado un escrito de solidaridad ante la "persecución" que sufre el pobre chico. Seguimos con la monserga de que hay que respetar todas las opiniones, cuando lo respetable son las personas: las opiniones, por el contrario, sólo se respetan tomándolas en serio y por tanto criticándolas cuando lo merecen.

Guillermo Cabrera Infante ya calificó esta actitud en su día como el contagio a los privilegiados de nuestro país de la enfermedad que tiene a Cuba en la UVI internacional: la "castroenteritis". Por fin se ha publicado "Cuerpos Divinos" (ed. Galaxia Gutenberg), la obra autobiográfica en la que trabajó intermitentemente durante 40 años. Es
algo así como el revés del tapiz habanero que constituye su obra novelesca más conocida, formada por "Tres Tristes Tigres", "La Habana para un Infante Difunto" o "La Ninfa Inconstante".

Un relato más directo y preciso, aunque no menos precioso en su factura, que recrea la geografía urbana, erótica, literaria y política de la capital, desde finales de la dictadura de Batista hastalos comienzos de la Revolución, pronto traicionada.

Dijo Kolakowski que cualquier totalitarismo es inseparable del proyecto de control absoluto de la memoria humana: en tal sentido este libro es radicalmente antitotalitario y su lectura ha resultado para mí un alivio y un gozo en estos días de tribulación. No se lo pierdan.

 

 

Fernando Savater

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