Adjetivos

Opinión
/ 2 octubre 2015

El Presidente Calderón es candoroso.
Pueril.
Crédulo.
Inocente.
Confiado.
Soñador.
Engañadizo.
Buenazo.
Primo.
Párvulo.
Sencillo.
Bonachón.
Cándido.
Y simplón.
Joaquín Sabina llamó "ingenuo" -nada más- a don Felipe, y el Presidente lo invitó a comer en la residencia oficial de Los Pinos. Yo he llamado a Calderón con todos esos adjetivos a ver a mí a dónde me invita. Pero mejor vayamos por la senda de otro distinto humor, más sabatino y menos lamentable. En el bar Empédocles le dice a Babalucas: "Tu copa está vacía. ¿Quieres otra?". Replica el badulaque con enojo: "¿Y pa' qué quiero yo dos copas vacías?"... Los limpiadores de ventanas estaban trabajando en el piso 52 de un edificio. Uno de ellos perdió el equilibrio y se precipitó al vacío. El jefe de la cuadrilla le dice al otro, consternado: "Habrá que llevarle la noticia a su señora". "Déjame a mí -pide éste-. Yo sé cómo dar esa clase de noticias". Se dirigió, en efecto, a la casa del infortunado. Regresó poco después. Traía un six pack de cerveza. Le pregunta el jefe: "¿Le diste la noticia a la señora?". "Se la di" -responde el otro. Vuelve a preguntar el jefe: "¿Y ese six de cerveza que traes?". Contesta el individuo: "Ella me lo dio". El jefe se asombra: "¿Le dijiste a la señora que su esposo había muerto, y ella te dio un six de cerveza?". "Así es -confirma el tipo-. Llegué a su casa; llamé a la puerta; ella abrió, y le pregunté: `¿Es usted la viuda de Mequínez?'. Respondió la señora: `Yo no soy viuda'. Entonces le dije: `¿Quiere apostar un six a que sí lo es?'"... Don Poseidón, granjero acomodado, y su esposa doña Holofernes, hicieron un tour por Europa, y visitaron Londres. A su regreso el vejancón narró muy asombrado: "Los londinenses son muy ricos. En cada esquina tienen un cuarto de baño rojo con teléfono"... En la farmacia cinco clientes le pedían algo al mismo tiempo a la aturrullada dependienta. Uno de los clientes era afroamericano; el otro un hombre de raza blanca; el tercero un indio piel roja; el siguiente un chicano de tez morena, y el último un oriental. El dueño de la farmacia ve aquello y se apresura a ir hacia su empleada. "¿Hay algún problema, señorita? -le pregunta. ¿Qué le están pidiendo esos señores?". Contesta ella: "Todos quieren lo mismo". "Y si todos quieren lo mismo -se irrita el farmacéutico- ¿por qué no se los puede usted surtir? ¿Qué es lo que están pidiendo?". Responde muy apurada la muchacha: "Los cinco quieren un condón color carne"... FIN.

TEMAS

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM