Sindicato de boleros

Opinión
/ 2 octubre 2015

La noche de amor fue apasionada. Él estuvo firme y durable en el embate erótico: una vez, y otra, y otra enarmonó sus rijos (¿habría bebido, me pregunto, las miríficas aguas de Saltillo?). Ella, por su parte, desplegó toda su venustidad y sus ardimientos todos. Al final de la batalla los dos quedaron poseídos por esa dulce paz que invade lo mismo al cuerpo que al espíritu tras de lograda la amorosa plenitud, y que pone a los amantes en armonía consigo mismos y con el universo. "Amor ordinem nescit", escribió San Jerónimo (Epistulae, VII, 6). "El amor no conoce orden".

Es cierto, pero no menos cierto es que la negación del amor puesto en nosotros por Dios y por la naturaleza conduce a muchos reprobables desórdenes, y a males de toda suerte, corpóreos y del alma. Advierto, sin embargo, que me estoy apartando del relato. A las 8 de la mañana ella movió al galán para despertarlo, y le dijo: "¡Levántate, Afrodisio! ¿Ya se te olvidó que hoy nos casamos?"...

El licenciado Graso Betúnez, secretario general del Sindicato de Boleros, Limpiabotas, Lustradores de Calzado y Similares de la República Mexicana, se dirigió a sus agremiados en los siguientes términos: "Un día llegas en la noche, después de trabajar, y le dices a tu esposa: `Mi vida: ¿sabes qué? Dejé entrar a dos muchachos simpáticos. Uno es el anterior Presidente de la República; el otro es el actual. No se van a meter con nadie; no hay problema'. Y a los ocho días llegas cansadísimo; te quieres echar un sándwich del refri, y ya ves a uno de los cuates abriendo el refri, comiéndose tu sándwich; hasta que los ves en la recámara, y vienes a decir: `Oye, el cuate se está poniendo mi traje y ve tú a saber qué otra cosa'. Entonces, la verdad es que no los hubiera dejado entrar". Las palabras del licenciado Betúnez fueron muy aplaudidas por los miembros del sindicato de boleros, en parte porque a quienes no ovacionan al líder se les aplica automáticamente la cláusula de exclusión (ya no pueden bolear sino fuera del territorio nacional, espacio aéreo y mar territorial), y en parte porque los agremiados -sobre todo los que piensan que estábamos mejor cuando estábamos peor- encontraron muy aplicable a la situación actual la ingeniosa analogía hecha por su dirigente...

En fecha próxima aparecerá aquí "El Chiste más Pelado del Equinoccio de Primavera". Ese bellaco chascarrillo se llama "Penas y Alegrías del Amor", título muy semejante al nombre de dos partituras de Fritz Kreisler: "Liebesleid" y "Liebesfreud". Quienes lo han leído afirman que su publicación dará mayor impulso a la decadencia de Occidente. Hago lo anterior del conocimiento de mis cuatro lectores a fin de que se prevengan desde ahora contra los perniciosos efectos que seguramente causará tal cuento...

Se casó Pirulina, muchacha generosa de cuerpo y con mucha ciencia de la vida. A su regreso de la luna de miel sus amigas le preguntaron cómo le había ido. "Muy bien -respondió ella-. Y además el primer día conocí en la playa a un muchacho fantástico". (Como quien dice, llegando y haciendo lumbre)...

Un rabino de Nueva York le dice a otro: "Simon: pienso que ya llegó el Mesías. Lo que pasa es que no halla estacionamiento"... En la oficina Rosibel le comenta a Susiflor: "Hoy cumplo 27 años". Poco después le dice a un compañero: "Adivina cuántos años cumplo hoy". Replica Él: "Si pudiera tocarte las pompis te diría sin equivocarme la edad que tienes". Rosibel, asombrada, da el permiso. El tipo, después de regodearse cumplidamente en aquel libidinoso tocamiento, afirma con seguridad: "Hoy cumples 27 años". Profiere, estupefacta, Rosibel: "¿Cómo supiste?". Responde con cachaza el individuo: "Oí cuando se lo dijiste a Susiflor"... FIN.

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