El bondage, un juego entre el dolor y placer

Opinión
/ 2 octubre 2015

Cecilia Rosillo/El Universal

Ojos que no ven, piel que se pone más sensible. Te vendaron los ojos y tienes las manos sujetas a la cama por unas esposas. Tus pies están atados por unas vendas de seda suave que te impiden moverte. Tu pareja hace de las suyas en tu cuerpo, lo recorre con besos, caricias; lame y muerde tus zonas erógenas y susurra frases atrevidas.

Las ataduras o bondage (en inglés) son parte de los juegos sexuales clasificados dentro de las antes llamadas perversiones y que hoy son consideradas prácticas del BDSM, (Bondage, Disciplina, y Sadomasoquismo). Este implica dominar a alguien durante un intercambio erótico al limitar su movimiento y control. Para llevarlo a cabo es necesario tanto la creatividad como la teatralidad.

Como es una práctica que tiene repercusiones a nivel sicológico y emocional, es fundamental que se haga cuando la pareja tiene un nivel de intimidad y maduración elevado, además de un claro conocimiento de los gustos y límites de ambos.

En el bondage es esencial la comunicación clara para establecer las reglas del juego para que durante todo el tiempo la experiencia sea agradable.

Otro factor indispensable es la comprensión, ambos deben saber, por experiencia propia, lo que se siente de ser la parte dominada o la dominante, sólo así se comprende lo que sucede en estos roles.

Además, el lema de BDSM, seguro, sensato y consensual, es fundamental. Lo seguro se refiere desde hacer una lista personal de cosas aceptables y las no tolerables, hasta el uso de palabras de seguridad, éstas son palabras claves para que la pareja detenga de inmediato la práctica cuando no se desea seguir por cualquier razón.

La seguridad tiene que ver con los elementos que se usan para inmovilizar a la persona, si se van a usar esposas, éstas deben ser especiales, que permitan su liberación aun sin la llave. También las cuerdas deben ser especiales, no se deben usar, por ejemplo, medias, mecates, cables eléctricos, pues cortan la circulación sanguínea. Además, los nudos son específicos para evitar lastimar, para esto hay manuales concretos sobre estas técnicas.

El chiste del bondage es que la persona inmovilizada sea altamente consciente de las sensaciones que experimenta al ser sometida a estímulos eróticos de manera tal que sólo puede recibir, pero no dar placer.

Pero ojo, atar a una persona y someterla a un acto sexual sin su consentimiento es abuso sexual y puede llegar al delito de violación.

Algunas personas encuentran satisfacción sexual atándose ellas mismas como parte del autoerotismo, sin embargo, es extremadamente peligroso, quienes lo hacen suelen tener fantasías suicidas o preferencia a estados alterados de conciencia.
Toma Nota

Los hombres que ganan menos dinero que sus esposas son más propensos a engañarlas, según un estudio de la Asociación Estadounidense de Sociología.

La socióloga Christin Munsch analizó los factores relacionados con la infidelidad en ambos sexos y descubrió que los hombres que se ven en esta tesitura son el doble de propensos a caer en la tentación extraconyugal que las mujeres.

El documento sostiene que para los hombres que ganan menos dinero, su pareja femenina puede ser una amenaza para su identidad de género "poniendo en cuestión la noción tradicional del hombre como sostén de la familia. Tener múltiples parejas sexuales puede ser un intento de restaurar la identidad de género en respuesta a esas amenazas".

Para los hombres, el sexo (fuera de sus relaciones formales) puede ser un intento de compensar los sentimientos.
Para llegar a estas conclusiones, Munsch analizó el comportamiento de mil 24 hombres y mil 559 mujeres, de entre 18 y 28 años, casados o que vivían con sus parejas durante al menos un año.

Los hombres que dependían totalmente de los ingresos de su pareja fueron cinco veces más propensos a ser infieles.

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