Laredo, Texas. sin librerías
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Aquí en el norte, en Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, es común escuchar a la familia o a los amigos decir las siguientes expresiones los fines de semana, los "puentes" en días libres o bien, en este periodo de Navidades: "Vamos de shopping a Laredo, ¿a qué te quedas?" "No puedo verte, voy de compras a Laredo y luego a visitar a mi hijo que vive allí". "Mejor luego nos vemos, o bien, acompáñame a compras a Laredo y allí platicamos."
Ir de compras, "chivear", de "choping", de diversión o como quiera usted llamarle, es algo común y tan cotidiano en esta franja fronteriza y en la vida compartida a ambos lados de la frontera, que todo mundo hemos escuchado las anteriores expresiones no pocas veces, sino es que participamos de ello toda nuestra vida.
La noticia es funesta y es la siguiente que pone los pelos de punta de cualquier cristiano: Laredo, Texas, es una ciudad con alrededor de 250 mil habitantes, mucha de su población es flotante y un gran porcentaje es hispana, por el intercambio brutal de la frontera. Aquí hay hoteles, malls de mercaderías, boutiques de reconocidas marcas, una gran variedad de restaurantes de casi todo tipo de comida del mundo, diversión, bares. pero la única librería que existía, cerró en este 2010, la Librería de B. Dalton.
Laredo, nos dice la periodista Linda Chávez-Tompson, "tiene la distinción de ser la ciudad más grande sin una sola librería en todo el país". La periodista de El Periódico USA, habla también de que hay una "tumba en el sur de San Antonio, un área predominantemente hispana, donde después de que cerró la Librería Waldenbooks no se encuentra una librería en millas".
Más claro no puede ser: a los hispanos (a ambos lados de la cicatriz, que es la frontera con Estados Unidos) no les gustan los libros, sean en inglés o en español, da igual; les gustan sólo los billetes verdes, el famoso y paradisiaco "Easy Money" gringo. Los mexicanos quieren gastar, comprar bisutería, cuentas de vidrio; atiborrar sus autos familiares con pantallas de plasma, pero no de libros ni de éxitos editoriales. Según cifras disponibles, los hispanos constituyen más del 50 por ciento de los estudiantes en las escuelas públicas, desde preescolar a segundo grado en Texas. pero uno de cada dos niños hispanos viven en la pobreza.
La situación es alarmante por lo que nos toca y representa: a los mexicanos sólo les gusta ir de compras, gastar en situaciones superfluas y atiborrar de comida chatarra el auto familiar, pero no así la compra de artefactos científicos, herramientas académicas y menos, menos libros.
Esquina-bajan
Según datos de la Secretaría del Trabajo norteamericana, proyecciones para el año 2014 hablan de que 2 millones de puestos de trabajo se crearán en los ámbitos de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Pero al parecer, los habitantes de Laredo, Texas, están lejos de conseguir dichos puestos de trabajo, cuando ni una librería tienen a la mano por un motivo: nadie compra libros en Laredo.
Los mexicanos van a consumir, sí, pero no libros. De este tamaño es nuestra ignorancia y condena. Si una y otra vez condenamos a nuestros hermanos del sur, como estados atrasados y con una alta tasa de analfabetismo, lo que a nosotros nos pasa, no debería de darnos orgullo ni vanagloria. Vamos a Estados Unidos a comprar bisuterías, pero jamás a documentarnos, a cultivarnos. Por lo demás ya ni librería hay.
Bien dice una y otra vez mi compañero de plana, el columnista don Alfredo García Valdez, autor del famoso "Gatuperio" aquí en VANGUARDIA; dice que él jamás irá a los Estados Unidos por un motivo: con ver sus edificios en la televisión le es más que suficiente. En vivo, apunta con sorna e ironía, "me imagino que sólo son más grandes maestro Cedillo."
Letras minúsculas
Tiene razón el poeta, Laredo, Texas, sin una librería en su territorio. Los hispanos, en la ignorancia.