El derecho a estacionarte o de cómo la ciudad les importa poco

Opinión
/ 2 octubre 2015

Reviso la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y no encuentro por ningún sitio el derecho a estacionarte. Entiendo que habrá quienes consideren que no contar con un lugar para guardar sus coches sea equiparable a una tortura, pero de eso a que el Estado deba garantizar nuestro "derecho al estacionamiento" hay un gran trecho. Y sin embargo, hay legisladores y cabildos empeñados en lograrlo.

Un vistazo rápido a los reglamentos de construcción de cualquier ciudad mexicana demuestra como nuestros políticos promueven la construcción de islas de concreto alrededor de cada nuevo inmueble. Lo típico es exigir cuando menos un cajón de estacionamiento por cada nueva casa-habitación, asumiendo que toda familia mexicana debe tener auto. Esto por supuesto encarece la vivienda, reduce el espacio habitable e incentiva la adquisición de autos. La normativa parece decirle al desarrollador: "Aunque los hijos de sus clientes se amontonen en literas, el lugar del coche es tan intocable como el sanitario".

La especificidad de este tipo de reglamentos llega a niveles ridículos. Vean por ejemplo el Reglamento de Construcción de Mexicali, que exige dos cajones de estacionamiento por cada línea de boliche o por cada mesa de billar, o el de Saltillo que requiere 10 cajones por cada salón de preparatoria, o el de Hermosillo, que pide un estacionamiento por cada cuarto de motel.

Si lo analizan, verán que estas normas están diseñadas para cubrir el peor escenario posible. Nuestros legisladores y regidores exigen el estacionamiento que sería necesario si todos los establecimientos estuviesen a su máxima capacidad de manera simultánea y permanente. ¿A poco los billares están llenos por la mañana? ¿Por qué asumir que todos los bolichistas deben desplazarse en coche? ¿En serio tantos estudiantes de prepa necesitan ir a clases en automóvil particular?

Y seamos honestos. Los moteles podrán tener un uso intensivo en Hermosillo, pero dudo que sea para tanto. Que no sean presumidos.

Hay pocos usos más ineficientes para la tierra y los espacios abiertos en una ciudad. Según el especialista Eran Ben Joseph, aproximadamente el 10% de la superficie de las ciudades de Estados Unidos ya está cubierta por planchas de concreto para guardar automóviles. ¡Hay aproximadamente 105 millones de cajones de estacionamiento en ese país! ¿En serio queremos privilegiar este uso sobre parques, escuelas y viviendas?

El asunto tiene profundas implicaciones. Cuando una persona considera sus alternativas de transporte, considera la dificultad que tendrá para "aterrizar". Quien pedalea, pregunta si encontrará donde amarrar su bici, y quien tiene avión, pregunta si habrá aeropuerto. La escasez de "puestos de aterrizaje" hace que en principio, el modo más competitivo para movernos sea caminar. Quien se mueve en su Dodge Patas simplemente llega y listo. Por supuesto, la ventaja de caminar se reduce significativamente en la medida en que las distancias crecen.

¿Pero por qué motivo han crecido tanto las distancias promedio de viaje?

Si bien una razón es el innegable crecimiento demográfico, esta causa no es la única. Además de que ya somos más, los habitantes de las ciudades hoy ocupan más espacio que hace décadas. Tus padres encontraban todo lo que necesitaban a poca distancia. Quizá hacían sus compras en la tienda de la esquina. Ahora tu vas al Sams, que ocupa un par de cuadras pero que está ubicado a kilómetros de distancia. En lugar de que te acerquen las cosas, el actual modelo de desarrollo urbano exige que seas tu quien se desplace. Como resultado, las ciudades se han desparramado físicamente y la densidad promedio ha caído estrepitosamente.

Hoy casi todas las construcciones que edificamos están pensadas para privilegiar a la gente que llegará a ellas en coche. El estacionamiento manda sobre la banqueta, trata de llegar caminando a Liverpool y entenderás el punto.

Nuestras autoridades solidifican y aceleran este proceso cuando caen víctimas del populismo de asfalto y legislan para garantizar "el derecho al estacionamiento". Por ejemplo, tanto Pachuca como el Distrito Federal modificaron recientemente sus Leyes de Establecimientos Mercantiles para obligar a los comerciantes a ofrecer dos horas de estacionamiento gratuito a sus clientes. De pronto, todos aquellos argumentos "verdes", acerca de desincentivar el uso del automóvil suenan huecos.

Por supuesto que voy a preferir moverme en coche, si la escuela queda a 15 kilómetros, no hay buen transporte público, y además tengo un estacionamiento gratuito garantizado por el Estado. Los urbanistas podrán decir misa sobre el impacto de mi decisión en el tráfico, en la contaminación, en la accidentalidad, en la pérdida de escala humana, y en la transformación de nuestras urbes en triste y sombrías masas de concreto. Todo eso importa poco, mientras tenga mi estacionamiento asegurado. 

Twitter: @oneflores

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