Urgen héroes...

Opinión
/ 20 mayo 2011

Hollywood vive de estas imágenes: Llevan boina negra, utilizan armas de alto poder, son enviados a sitios extremos como el desierto y la selva, cuentan con sofisticados equipos de comunicación y de combate, están mucho mejor entrenados que el común de los soldados y se apoyan en un sistema de inteligencia que les permite realizar misiones precisas en tiempo y forma. La referencia obligada de cientos de películas son los héroes de las Special Forces -fuerzas especiales estadounidenses- con escenas de combates en Vietnam, o algún país desértico. Con la cara pintada de negro y verde, rescatan ciudadanos indefensos o hacen explotar depósitos de combustible. Son quienes se arriesgan a combatir terroristas desquiciados o se infiltran en un territorio hostil increíblemente parecido a Paquistán o Libia, con el objetivo de matar a algún general o para rescatar a un compañero caído tras las líneas enemigas. Son hombres (y a veces mujeres) que sacrifican inclusive su vida por la patria, por un compañero o por un ideal...

Promover las fuerzas de seguridad, ya sean soldados, marinos o policías, es un gran negocio para cine, televisión y literatura del bestseller. Pero más allá de lo redituable que representa la promoción de esta clase de héroes a la "gringa", es un aspecto fundamental de la estrategia de seguridad nacional y seguridad pública, ya que esta "promoción", a nivel mundial, también refuerza la imagen de la capacidad bélica y contundencia de las fuerzas de seguridad de ese país. Les da credibilidad ante la población estadounidense y del mundo.

Cualquier persona que haya visto las series televisivas de las décadas de los 60 y 70 conoce los rangos del ejército de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, sabe cómo vestían los soldados, qué aviones derribaban los zeros japoneses y los alemanes que caían por docenas frente a los certeros disparos de los aliados. Las teleseries actuales presentan los combates de los estadounidenses siempre contra terroristas o ejércitos árabes no identificados, luego de que los rusos pasaron de ser el enemigo común a ser un inesperado aliado.

Por otro lado, están las corporaciones policiacas. Agentes del FBI impecablemente vestidos, o los investigadores de NY en "La Ley y el Orden", provistos con tecnología de punta, una vasta cultura y una gran capacidad de análisis e investigación -en una hora, lo que dura el capítulo televisivo, descubren y neutralizan un complot terrorista internacional- o el asesino de mujeres más sangriento. Todos han viajado o conocen qué idioma hablan en Alto Volta. Los policías uniformados, los de la calle, son otros, valientes, heroicos, incorruptibles y además tienen un cinturón como el de Batman. Ni hablar de los famosos investigadores forenses de "CSI" o de "Bones". Ante estas imágenes, ¿cuántos niños y niñas mexicanas han expresado su anhelo de ser policía a sus padres?

México tiene sus propias fuerzas especiales y son a las que se refiere el primer párrafo. Aunque el mexicano común desconoce lo que significan las siglas GAFE (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales), es capaz de identificar rápidamente a los boinas verdes o a los rangers del vecino país. Incluso, los aficionados al cine de acción saben perfectamente que SEALS son las siglas de fuerzas especiales de la Marina estadounidense, pues esos hombres arrojados y casi inmortales son los protagonistas de la mayoría de estas historias. Su popularidad se disparó aún más con el operativo en el que mataron a Bin Laden.

Todo el mundo parecería conocer a los marines, y algunos fanáticos hasta se saben su lema: Semper fidelis. ¿Cuántos mexicanos saben qué es el Cisen? Pero, eso sí, son pocos los mexicanos que no saben qué es la CIA o la DEA.

Pero, ¿qué pasa con los mexicanos que diariamente entrenan y arriesgan sus vidas en misiones tan peligrosas -aunque no tan glamurosas- como las de sus vecinos del norte?

La desinformación del ciudadano común, sumada al cúmulo de noticias negativas -muchas, tristemente, ciertas- sobre las fuerzas de seguridad y defensa, son los únicos referentes que tenemos de ellos. No sabemos quiénes son los que nos cuidan, pero admiramos a quienes cuidan la seguridad del vecino del norte.

¿Por qué no se reconoce el heroísmo diario de los policías, soldados, marinos, bomberos, investigadores y paramédicos? ¿Será que parte del problema es la desconfianza, entendible, de la población ante la clara corrupción y la colusión de algunos elementos, que pocas veces se les castiga?

Por malos elementos no se reconoce el heroísmo de los buenos. Tenemos muchos héroes anónimos de los cuales enorgullecernos y que la sociedad podría apoyar para que su riesgo valga la pena.

www.anamariasalazar.com

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