El deseo

Contra lo que pueda pensarse, me gustan los días lerdos, monótonos, agobiantes y tórridos de Semana Santa. Entregado a leer mi pequeño breviario de oraciones por la mañana, el escuchar música sacra por la tarde y ya noche, dedicado a disfrutar cintas las cuales por diversos motivos ya estaban lejos de mi alfabeto, así  disfruté los días ahítos de sol y largos, muy largos y grises de Semana Santa.

Vi películas que hacía meses no ponía en ni aparato de video. Y claro, casi no veo películas nuevas. Sólo veo y releo las ya por mí conocidas hasta el hartazgo. Las disfruto nuevamente y encuentro resonancias nuevas y secretas en sus imágenes y diálogos. Una de ellas y aún en formato VHS, es parte de mi mapa sentimental. Es, "Ese oscuro objeto del deseo" de la figura universal, tan ibérico como francés o mexicano, el genio de ojos saltones y nariz afilada, Luis Buñuel. La encontré en uno de los resquicios de mi videoteca, la tomé por asalto y le disfruté una vez más, como el primer día.

Sigue pareciéndome alucinada y alucinante el uso de dos actrices para el mismo papel. La famosa ninfeta Conchita, el cual es interpretado por Carole Bouquet y Angela Molina. La trama es harto sencilla y el tema es eterno por lo demás (Vladimir Nabokov lo grabó en letras inmortales, cinceladas a fuego en su novela ya clásica, "Lolita"): un hombre maduro se obsesiona sexualmente y se consume por una jovencita que lo atrae y le rechaza a placer, antojo, gusto y sumisión. La película de Buñuel está basada en la novela de aquel viejo y eterno escritor libertino, Pierre Louys, "La femme et le pantin". La traducción sería algo así como "La mujer y el pelele".
Por lo demás, las dos actrices hacen suyo el papel a su modo: una fría, ausente y bella Carole contrasta con una carnal y apasionada Angela Molina. Pero, ambas, la misma, sólo usarán la lengua y el paladar para retener a sus jóvenes amantes, no así a un otoñal Mathiue (Fernando Rey, quien fue uno de los actores fetiches del cineasta aragonés), quien preso de un frenesí amoroso y sexual, vive cautivo, enjaulado en la presencia de su ninfeta con la cual y al menos en toda la cinta, jamás logra tenerla del todo en sus brazos.
 
Ambiente asfixiante, a ratos surrealista y claro, masoquista, en esta relación atávica donde Conchita se ofrece voluptuosa e impúdica a jóvenes que le acarician los pechos en flor y meten mano bajo las diminutas bragas de lencería fina. Del deseo a la frustración hay sólo un paso. El tránsito de la frustración al odio es un mero formulismo que en esta cinta se cumple desde su inicio.

Esquina-bajan
Visionario, Buñuel entremezcla en su historia una serie de atentados terroristas que en España se cumplieron en el Metro urbano en esta década de inicios de milenio; aunque en la cinta de marras, no hacen mayor mella en la historia de los protagonistas. Comedia negra entonces, donde convergen algunos de los puntos más característicos del cine producido por el director de "Los olvidados".

La obsesión patológica de los personajes (Mathiue), el deseo que termina en frustración, el fetichismo descarado de las ninfas (Angela Molina-Carole Bouquet=Conchita) y el delirio emocional y tensión al cual es sometido el espectador a cada paso de los protagonistas (ocho principales en total, con una economía digna de elogio), son sus signos. Leo hasta hoy que esta fue la última cinta de Buñuel (estrenada en 1977). Sin duda, la cereza del pastel del que es el cineasta español más importante de la historia.

Aunque vi otras cintas (me receté de nuevo casi todo Akira Kurosawa, amén de ver todas las cintas épicas que tengo. Desde "Troya" hasta "La caída del halcón negro", pasando por "Corazón valiente", Gladiador", "Cruzada", "Alexandros" y un buen etcétera), ver el cine de Buñuel siempre es perjudicial para al salud.

Letras minúsculas
Los días calurosos y tórridos de Semana Santa, vinieron a darme oxígeno para ver de nuevo algunas cintas que forman parte de mi alfabeto.