La hora de la verdad
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Este miércoles hubo un ataque terrorista en Mumbai, India, donde estallaron tres carros bomba y mataron solamente a 21 personas e hirieron a más de 130. Digo solamente mataron a 21 personas, porque lo comparo con lo sucedido en Monterrey el fin de semana pasado, cuando un comando armado asesinó a 21 personas en un bar. Aunque la tragedia en Mumbai fue más "vistosa" por el uso de autos bomba, el hecho es que en este incidente de extrema violencia en Monterrey murió la misma cantidad de personas, aunque recibió mucho menor atención de los medios internacionales que el atentado en Mumbai.
Uno pensaría que Monterrey, siendo una ciudad casi en la frontera con EU, donde los estadounidenses tienen importantes intereses económicos y financieros, hubiera tenido mucho más relieve en los medios de aquel país. Pero no, recibió el mismo tratamiento que tiene la mayoría de las notas provenientes de México. Una nota más sobre la violencia que vive México en este momento. De hecho, los medios nacionales ya se ocuparon de otros contratiempos políticos que secuestraron los titulares el resto de la semana: acotamiento del fuero militar, Elba versus el mundo, y el operativo "Rápido y furioso".
Y eso es exactamente lo que busca el gobierno federal, que los medios de comunicación minimicemos la violencia en el país. Plasmar estos atentados y masacres como eventos esporádicos, podríamos decir que casi sucesos normales en una democracia tan compleja como la de México. O sea, que la imagen que debemos tener es que México es "un país normal" y masacres de 21 personas en un bar, o fosas con 200 cadáveres son actos y eventos "normales". Y claro, cómo olvidar el argumento de que el índice de violencia en México sigue siendo menor que en países como Colombia, Venezuela y Brasil -país anfitrión del Mundial de futbol y las Olimpiadas.
Pero hay que ser claros: México no es un país normal y no pueden considerarse estos actos horroríficos de violencia como "normales" y consecuencia natural de una estrategia para enfrentar grupos criminales que, hay que decirlo, figuran entre los más violentos del mundo.
Parece que el gobierno, el sector privado, las iglesias, los empresarios, y la misma sociedad civil no quieren reconocer que México es un país en guerra. Cuando se analiza el número de muertos, la capacidad bélica del "enemigo", la violencia extrema usada contra algunos sectores de la sociedad y el control territorial de estos criminales en partes del país, además de la debilidad extrema de las instituciones que tienen la responsabilidad de enfrentar a estas organizaciones dentro del Estado de derecho, cualquier otro país hubiera declarado estado de excepción o una situación de guerra.
Pero vivimos en un México donde "no pasa nada" y creemos que estas crisis eventualmente se resuelven. ¿Cómo? Quién sabe. Tal vez con una intervención divina de la Virgen.
El no reconocer la gravedad de la situación, pese al número de mexicanos que sufren a diario el embate de los criminales, significa que la prioridad en políticas públicas, en recursos y, sobre todo, en apoyo de la sociedad no existe. De reconocerse esta gravedad, los secretarios de Estado, al menos en materia de seguridad nacional, tendrían total coordinación con una estrategia clara y contundente. Los legisladores trabajarían día y noche para impulsar las leyes necesarias y enfrentar al crimen organizado. La rama judicial no sólo prepararía a sus jueces para juzgar a los criminales más peligrosos mediante la construcción de juzgados búnkers y protocolos de protección, sino también exigiría recabar pruebas de modo que permita la condena de estos criminales.
¿No se da cuenta la rama judicial de lo que va a pasar en los siguientes años? ¿Cuántos capos y sicarios tendrán que ser liberados, acatando la decisión de la Corte Suprema, después de años de encarcelación? ¿Dónde está la clase empresarial ante esta tragedia nacional? ¿Qué papel deberían de jugar las iglesias ante el sufrimiento de sus feligreses? ¿Cómo podemos, los medios, cumplir con nuestro deber de informar en un ambiente tan hostil para esta labor?
El resultado de no reconocer públicamente la gravedad del asunto es asegurar que la tragedia que vive el país continúe, de hecho se agrave, y mejoras no se sentirán por una década.
www.anamariasalazar.com
Analista política