Animas Trujano

Opinión
/ 11 enero 2012

El cineclub familiar de media noche que encabezo, suele privilegiar títulos clásicos de la cinematografía nacional, en atención a sus dos socias más distinguidas (mi madre y mi tía, las afamadas "Ladies de Paul Anka").

Hace algunas fechas la selección que engalanó nuestra doméstica pantalla fue una cinta que incansablemente busqué, hasta que los saldos me hicieron el milagro de ponerla en mis manos. Hablo de "Animas Trujano", de 1961.

Dirigida por uno de mis héroes del celuloide, don Ismael Rodríguez, esta joya en blanco y negro fue protagonizada por una leyenda de talla mundial, el actor japonés Toshiro Mifune.

En esta producción, nominada al Oscar, Mifune encarna a Animas Trujano, un antihéroe trágico y pintoresco.

Se trata de un indígena oaxaqueño, borracho e irresponsable, todo un paria en su comunidad, pero solapado -no sin penurias- por su familia.
Animas no tiene ambiciones, pero sí una recalcitrante envidia, dirigida en particular a todos aquellos que han sido elegidos como mayordomos en las fiestas del pueblo.

El título de mayordomo se reserva para los más acaudalados, pero también más respetados hombres de la comunidad. El mayordomo subvenciona la gran fiesta patronal; paga la comida, la bebida, la música y la pirotecnia en una celebración a la que todos están invitados.

Así, Animas sueña despierto con ese respeto y distinción de que son objeto los mayordomos, aunque no sólo está lejos de esa recóndita aspiración, sino que es incapaz siquiera de contribuir con la manutención de su familia; y lo que es más: es la abnegación de su mujer e hijos lo que costea el vicio y disipada vida de Animas Trujano.

Pero ni instalado en su indolencia puede Animas gozar de su privilegiada irresponsabilidad, pues vive atormentado rumiando sus infantiles celos.

Un extraño golpe de la suerte -emparentado con la simbólica pérdida de su propia alma- hace de Animas Trujano un hombre rico de la noche a la mañana. Consigue por fin su anhelado sueño de convertirse en el mayordomo de las fiestas (en realidad lo designan para ver si así se aplacan sus enconos).

Mientras es ataviado para la ocasión, sus predecesores mayordomos se presentan -según la costumbre- a mostrarle sus respetos, pero Animas los trata con desdén y rechaza la ayuda que por tradición le ofrecen.

 "Estamos cumpliendo la costumbre, si la rompes serás el primero", le dicen los agraviados.

"Eso quiero ser", dice arrebatado de engreimiento Animas Trujano: "el primero, el más mejor".  (Para que luego no digan que invento cosas, la cita es literal: hrs. 01, min. 21, seg.22).

Ya en plena fiesta, Animas Trujano comienza a percatarse de que, aunque se le hagan las reverencias obligadas, no goza en modo alguno de la aceptación popular.

En efecto, hay algunas deferencias y sin duda el mayordomo Animas Trujano encabeza la procesión, tal y como lo marcan los usos y costumbres, pero ni él es tan ciego como para dejar de notar que ha sido impuesto en el cargo y, por consiguiente, no tiene vínculos ni simpatías con el pueblo.
Ha conseguido el poder, pero no la aceptación, el título pero sin el reconocimiento de sus coterráneos.

Ser el "rey por un día" y sin embargo ser tratado como apestado hace desatinar a Animas Trujano: se embriaga, no entiende por qué, si ha hecho todo lo que a su entender debía de hacerse, no consigue sentirse de verdad como el mayordomo.

En su desesperación enfurece, reta verbalmente al pueblo entero, rompe con los símbolos de su cargo exigiendo una explicación y entonces.
No puedo decir más. Usted sabe que las buenas maneras prohíben terminantemente contar el final de cualquier película, por conocida o vetusta que ésta sea.

¿Entonces para qué traje a detalle la peripecia de "Animas Trujano" hasta este punto?

Bien, es sólo que la historia de un hombre que llega al cargo que tanto ambicionó y una vez allí sólo tiene la obediencia que dicta la costumbre mas no así el reconocimiento, la querencia o la legitimación de su pueblo, me recordó mucho a cierto distinguido coahuilense.

No creo tener que insultar su inteligencia mencionándole ningún nombre esta vez. De cualquier forma, le recomiendo que busque la película, pero más se la recomiendo al personaje que, sin nombrar, aludimos en esta ocasión.

petatiux@hotmail.com

Columna: Nación Petatiux

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