Telecomunicaciones

Opinión
/ 2 octubre 2015

Es un estudio que consta de tres capítulos: uno explicando cómo está el mercado, otro analizando el marco regulatorio, y un tercero de conclusiones y recomendaciones. Hay poca información realmente novedosa, pero indudablemente que sea la OCDE quien lo diga le da un peso mucho mayor a las recomendaciones.

Para decirlo muy rápidamente, el mercado de Telecomunicaciones en México es muy poco competido, por lo que los servicios son escasos y caros. El estudio reitera cifras publicadas en otras ocasiones por la misma OCDE, pero realmente no importa qué mida usted ni cómo, México es uno de los países más atrasados de la OCDE en este sector. Eso tampoco es noticia, puesto que en esta organización están los países más avanzados del mundo, de forma que lo raro es cuando México queda en primeros lugares en lo que sea.

Es útil conocer estas cifras, comparables con los otros países. Pero lo que es invaluable es el análisis que hace la OCDE acerca del marco regulatorio y las conclusiones resultantes. Insisto en que esto es lo más importante porque ya sabemos que falta competencia en el mercado de telecomunicaciones, lo que no hemos sabido es cómo resolver eso.

Muchos mexicanos, acostumbrados al viejo régimen, quisieran una solución como las que entonces se aplicaban: el presidente decidía, y las cosas ocurrían. Por otra parte, cada actor en el mercado ha construido filias y fobias muy acendradas. Unos odian a Slim por haberse convertido en el hombre más rico del mundo aprovechando su poder de mercado; otros odian a Azcárraga por la función que Televisa cubría en el viejo régimen y que ha intentado mantener; otros a Salinas y TV Azteca por la oferta televisiva deplorable y por enriquecerse cobrando intereses usureros en Elektra; y para no dejar, hay incluso quienes siguen queriendo ver a México fuera del mundo, y por lo mismo odian a cualquier extranjero que invierta acá, como por ejemplo Telefónica. Hay de todo. 

Así, articulistas, políticos, comentaristas y el público en general despotrican con toda facilidad cuando se habla del mercado de telecomunicaciones. Con toda facilidad acusan al gobierno de actuar en beneficio de uno u otro de los actores mencionados. Cualquier decisión que el gobierno tome, se entiende como dirigida a favor de un grupo y en contra de otro, o lo que es lo mismo, como resultado de negociaciones en lo oscurito, como dicen, compló, pues. En este afán de no pensar, todos estos opinadores hacen caso omiso del problema verdadero: no hay un único tomador de decisiones con respecto al mercado de telecomunicaciones. Y eso es precisamente lo que la OCDE enfatiza en su estudio. Lo resumo en dos ideas, aunque la organización es mucho más detallada: por un lado, hay una confusión entre el ejecutivo (SCT) y el regulador (Cofetel); por el otro, hay un marco jurídico pésimo que impide tomar cualquier decisión ejecutiva. De hecho, por ese mismo marco jurídico, la regulación acaba quedando en manos del Poder Judicial, en donde no sólo se dispersa entre tribunales, sino además en donde no hay ningún conocimiento del mercado.

Vea usted entonces lo que ocurre. Suponga usted, sólo para iniciar el argumento, que el gobierno quiere alcanzar la mayor competencia en el mercado. Así, SCT toma ciertas decisiones, pero resulta que para la mayoría de ellas requiere la colaboración de Cofetel. Pero esta comisión, como se vio la semana pasada, no es una perita en dulce. Es más, no responde a las instrucciones ni de su presidente, ni del presidente de la República. Pero suponga usted que milagrosamente SCT y Cofetel lograran acuerdo en cómo fomentar la competencia en el mercado. Lo que ocurriría a continuación es una andanada de los medios de comunicación, que son interesados directos en el mercado, pero en donde además participan esos articulistas, políticos y comentaristas a los que me refería antes, con sus filias y sus fobias, pero sobre todo con una profunda ignorancia del tema y con una igualmente profunda agenda propia.

Ya calientita la opinión pública con el surtido de opiniones, buena parte de ellas irresponsables, los actores mencionados (América Móvil, Telefónica, Televisa, TV Azteca, etcétera) proceden a saturar de recursos legales las decisiones anunciadas. Cascadas de amparos, que suelen contarse en millares, llegan a todo tipo de tribunales. A veces la Suprema Corte, pero en la mayoría de las ocasiones, juzgados menores en donde a duras penas entienden de leyes, y sin duda no entienden nada ni de competencia ni de telecomunicaciones. Algunos de ellos, no tengo duda, fáciles de convencer.

El resultado es lo que tenemos: un mercado oligopólico, en donde un pequeño grupo de empresarios captura rentas y provoca ineficiencias (que la OCDE estima en casi dos puntos del PIB). Y la solución a ese mercado no es, como imaginan los articulistas, políticos y opinadores, cuestión de voluntad. La OCDE recomienda aclarar muy bien las funciones de SCT y Cofetel, fortalecer a esta última, y flexibilizar el marco jurídico. Recomienda muchas más cosas, pero que son detalles en comparación de estas tres decisiones clave.

La semana pasada comentábamos con usted la importancia de la comisión de Competencia Económica y las dificultades que ésta enfrenta para tomar decisiones. Hoy la OCDE nos dice que tenemos un problema similar con Cofetel (y eso sin considerar el sainete de la semana pasada, que todavía no entiendo).

En suma: hay que enfrentar en serio el tema de regulación de mercados. Eso exige dos cosas, una estructura de Comisiones de Estado y un Poder Judicial modernizado en serio. Dos temas para el próximo gobierno, éste ya se va.

Macario Schettino

Macario Schettino se dedica al análisis de la realidad, en particular la de México, desde una perspectiva multidisciplinaria

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