Absurdo brillante

Opinión
/ 2 octubre 2015

Con 23 temporadas al aire, existe un gag Simpson para cada situación de la vida real.

Ante  una crisis económica, la familia amarilla se declara en austeridad y todos sus miembros se adhieren al plan con diferentes ideas para recortar gastos:

"No compraré ropa para mi nueva muñeca", mociona con entusiasta abnegación Lisa. Pero se impone enseguida la sagacidad del verdadero genio de la familia, Bart:

"¡Yo voy a fumar y luego a dejarlo!". Y es tan impecable el planteamiento del muchacho que su padre lo celebra y hasta lo recompensa:

"¡Bien por ti, hijo! Dejar de fumar es una de las cosas más difíciles del mundo. ¡Toma un dólar!".

"¡Pero si no hizo nada!", protesta la incomprendida del clan.

"¿No, Lisa? ¿Tú crees que no?...", le dice Homero con sorna antes de que sus anquilosadas neuronas hagan por fin una sinapsis exitosa que lo haga rectificar: "¡Momento, no hizo nada! ¡Trae!".

Siempre que aludo a la familia del 742 de la Calle Siempreviva (Evergreen Terrace) de la ciudad de Springfield, advierto a mis lectores que de la pantalla al texto hay una considerable pérdida de gracia. Pero -y no obstante no es está la excepción a la anterior regla-, la ironía se conserva intacta en cualquier medio.

El asunto no es si esta rutina es uno de mis "momentos Simpson" favoritos de todos los tiempos: "Yo voy a fumar y luego a dejarlo" como estrategia de ahorro es un absurdo brillante.

La bronca es cuando esa misma gansada se convierte en la política recaudatoria del actual Gobierno Estatal.

"Yo voy a fumar y luego a dejarlo" es la misma chapucería que nos receta don Rubén Moreira desde su ejecutivo despacho: "Yo voy a subirles los impuestos en un 500 por ciento y luego se los bajaré a la mitad".

¡Hombre, gracias don Rubén! ¡Qué detallazo! No esperábamos menos de usted.

Luego de que el trámite del pasaporte se incrementó, con el nuevo Gobierno, de 233 pesos a mil 225, se nos anuncia ahora con trompetas de bienaventuranza que el importe se reduce en un 50 por ciento para quedar -"ni tú ni yo"- en 613 pesos.

Y cómo no, si con el incremento desmesurado mucha gente optó por hacer este trámite en el vecino estado de Nuevo León, pues con gastos de traslado y todo aún resultaba más económico y conveniente.

Igual cuando el Gobierno de las Sonrisas decretó cobros por el acceso a parques y por los derechos vehiculares ¡de las bicicletas! Y al poco tiempo, y para beneficio de sus súbditos, don Rubén nos elimina esos cobros (que nunca antes de él y su gestión se consideraron).

El Góber nos aplicó la de Bart Simpson o una muy semejante, igual de absurda pero ni por accidente divertida. Rubén comenzó a fumar y luego lo deja, se supone que en solidaridad con la economía familiar, lo que además debe valerle nuestro reconocimiento, admiración y aplauso.

"¡Bien por ti! ¡Toma un dólar!", dijo el entusiasta pero no especialmente brillante padre de Bart.

¿Supondrá don Rubén que nos vamos a alborozar igual que Homero? ¿Qué el Iq de los coahuilenses es semejante al del tarado favorito de la TV? ¿O cómo?

La última vez que comentamos esto, obviamos mencionar que los paliativos fiscales y recaudatorios de Rubén Moreira coinciden -y a nadie le habrá de sorprender- con la jornada electoral que está en vísperas y con la intensa campaña que realiza su partido (el PRI para mayores señas) para  recuperar la Presidencia de México y quedarse allí otros setenta añitos si no hay inconveniente.

Claro, no hay nada de coincidencia en ello, pero en realidad muy flaco favor le hace el Gobernador de Coahuila al ignaro candidato Tricolor, pues nos vende como estímulos a la economía lo que no son sino meras jugadas de dedo en la boca.

Y viniendo de Bart, esas pavadas nos causan gracia. Pero no se confunda, don Rubén, no significa que en la más palpable realidad que usted se encarga de confeccionarnos las vayamos a celebrar como si tuviéramos el intelecto y la misma capacidad de raciocinio del buen Homero.

petatiux@hotmail.com


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