Los 800 mil votos
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En septiembre pasado, cuando apenas subía de tono el escándalo por la megadeuda y Humberto Moreira todavía se encontraba en la cima del PRI, en la cúpula coahuilense existía el convencimiento de que habría un rápido control de daños y que los tricolores comarcanos seguirían navegando en mares calmos.
Los buenos resultados electorales en otras entidades y a nivel doméstico, así como algunos comentarios lisonjeros de Peña Nieto, reforzaron la percepción de una dirigencia nacional sólida, que se sostendría pese a los cuestionamientos en contra.
El optimismo se manifestó hasta en el entonces Gobernador electo -que obtuvo poco más de 720 mil sufragios, según el IEPC- quien aventuró que para julio de este año, aquí se aportarían 800 mil votos a favor del que fuera ungido como candidato presidencial. Sirios y troyanos sabían que sería el exgobernador mexiquense, pero los priístas se declaraban "institucionales".
Sin embargo, menos de tres meses después, la carroza real se convirtió en calabaza al ser echado Moreira del CEN tricolor por el ahora abanderado a la Presidencia, precisamente el día en que ambos asistieron a la asunción de otro Moreira al Gobierno del Estado. De Humberto, como de la Camelia, ya no se ha sabido nada; hay quienes aseguran que vive en Cuba, otros que en Saltillo.
En el entendido que los 800 mil votos prometidos serían exclusivamente para Peña Nieto; es decir, no va a ser la suma de toda la participación priísta, cabe comentar que si hace seis meses estaba en chino alcanzar esta meta, hoy está en arameo. El panorama para el Revolucionario Institucional luce complicado en Coahuila, y es muy posible que le sea repetida la dosis de los dos últimos comicios presidenciales.
De acuerdo con el IFE, en el año 2000 Vicente Fox alcanzó 398 mil 800 votos en el estado, contra 311 mil 480 de Francisco Labastida, y 77 mil 393 de Cuauhtémoc Cárdenas. En 2006, Felipe Calderón logró 400 mil 894 sufragios, contra 245 mil 860 de Roberto Madrazo, y 225 mil 177 de Andrés Manuel López Obrador. Estas votaciones se emitieron solamente para los abanderados presidenciales, se aclara.
Rubén Moreira obtuvo más de 720 mil votos por dos razones fundamentales: Primera, por el incremento natural del padrón electoral y la lista nominal y, segunda, porque el "efecto Moreira" (el de Humberto), se reavivó no solamente por la potencial continuidad de una administración que hasta entonces parecía extraordinariamente exitosa, sino también por la jerarquía del consanguíneo en la estructura partidista.
Ernesto Cordero, quien fungía como secretario de Hacienda, dio a conocer -en una reunión con empresarios, realizada el 25 de junio en Torreón- que el estado tenía una deuda de 32 mil millones de pesos, pero la "bomba" ya no alcanzó a dañar al abanderado tricolor, el que ocho días después pasó sin problema la aduana de las urnas.
La devaluación y el desprestigio comenzaron una vez que pasó el proceso electoral, y se acentúan conforme avanza el gobierno por la megadeuda y por incongruencias como comprometerse con la transparencia y no enfrentar abusos del pasado, que son imputables como delitos en contra del patrimonio de Coahuila y de los coahuilenses.
Además, por balandronadas tan temerarias como la de erigirse en el gran y único policía ("de la seguridad me encargo yo"), cuando la delincuencia organizada y desorganizada está en todo su apogeo a lo largo y ancho del territorio estatal; por decisiones pueriles como proponer cargos y nombrar funcionarios en tres segundos, y medidas y contramedidas tan erráticas como aumentar impuestos y luego quitarlos o disminuirlos.
Y si a todo lo anterior se agregan las nominaciones de los candidatos a las diputaciones federales y las senadurías, ¿de dónde va a sacar el partido tricolor los 800 mil votos para el exgobernador del Estado de México? Reciclados, oportunistas, "chapulines" y "cartuchos quemados", son los "gallos" y "gallinas" del ex invencible. ¿Compromisos de campaña o no hubo nada mejorcito?
Con esta clase de abanderados, que el PRI se dé por bien servido si al menos gana dos diputaciones, y que a nadie le sorprenda si alguno o algunos de los candidatos son despachados con cajas destempladas -por decirlo decentemente-, cuando, ¡otra vez!, vayan a pedir el voto ciudadano, pues entre ellos hay culpables de la debacle económica del estado, al avalar el descomunal endeudamiento.
Por lo demás, el mexiquense tiene malquerientes inclusive dentro del propio PRI, pero también simpatizantes extramuros, principalmente en el sector femenino, porque se lo imaginan más como galán telenovelero que como político, y porque automáticamente lo ligan con la "gaviota". Si el candidato ya asistió a cursos intensivos de cultura general, probablemente ya no produzca más gazapos, y podrá dedicarse a hacer campaña, como si fuera a ser el próximo Presidente. Puede que gane.
La gran ventaja del hijo predilecto de Televisa es que, a nivel nacional, también Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador andan por la calle de la amargura. Una comete errores un día sí y el otro también, y el tabasqueño ya se ve visiblemente cansado, incluso harto, pese a no rebasar los 60 años. En Coahuila no es menos patética la concurrencia de la oposición, la que, en algunos casos, literalmente está borrada del mapa.
¿800 mil votos para el "gavioto" solito