Pobreza: el gran mal

George Bernard Shaw ( 1856-1950), premio Nobel de Literatura 1925, estuvo en lo cierto cuando dijo: " El mal que hay que atacar no es el pecado, el sufrimiento, la codicia, el poderío eclesiástico, el poderío real, la demagogia, el monopolio, la ignorancia, el alcoholismo, la guerra, la peste, o cualquiera otra de las consecuencias de la pobreza, sino la pobreza misma".

Hoy que nuestro País, nuestra querida Patria, está pasando por una terrible crisis de inseguridad, corrupción y pobreza. No puedo decir cuales son las causas de esta situación porque tal vez no completaría con esta cuartilla para enumerarlas, pues son tantas las dificultades que tenemos que enfrentar que por momentos se pierde el sentido de la realidad. Y he transcrito el mensaje de George Bernard Shaw, porque, a mi juicio, encara muy de frente una verdad que todos tenemos que enfrentar. Cómo, he ahí la cuestión.

En estos días de elecciones cada quien defiende el candidato de sus preferencias, y estoy de acuerdo, de otra manera demostraríamos ser portadores de una indiferencia que raya en una falta absoluta de interés por el futuro del suelo en el que nacimos, y de todos aquellos que con su ejemplo y miles con su vida, nos dieron una patria con paz y conciencia libertadora, algo de lo que no todo el mundo puede ufanarse, y que es más valiosa que la vida misma.
Apelo a nuestro sentido de sensatez para que miremos más allá de intereses económicos fáciles, sociales, de componendas deshonestas, y con profundo sentido de la honestidad y el honor pensemos en la mejor opción para sacarnos de este pozo de contubernio, intereses políticos y de poder en el que hemos caído.

Y pienso que es la POBREZA, así con mayúsculas, como dice Shaw, la causa y efecto de todas nuestras angustias que, como hijos de este devastado país, estamos sufriendo. El mejor camino que podemos seguir es cumpliendo con nuestro deber de mexicanos, de ciudadanos libres y pensar quién es la persona que presenta más capacidad para enfrentarse ante una problemática tan difícil. Y con nuestro voto bien pensado, cimentado en los conocimientos que hoy se nos da, en la oportunidad de conocer a las personas que aspiran a gobernarnos y sacarnos adelante en un momento en que, sin ser extremistas, tenemos que admitir que cada día nos invade más la pobreza absoluta. Y no estoy exagerando, porque cada vez son más las caras de hermanos mexicanos que tocan a las puertas requiriendo por un poco de comida, algo de ropa y algunos ni siquiera tienen un mísero techo para protegerse. Quien lo ponga en tela de juicio, dese una pasadita por las orillas de la ciudad y compruebe la tremenda realidad a la que tendrá que enfrentar, y resolver quien tome las riendas del país.

En la esperanza de que al elegido no lo dejemos solo, y que, por el contrario, seamos lo suficientemente responsables para que, sincronizando nuestros esfuerzos, pongamos el grano de arena a que estamos obligados como ciudadanos y seres humanos pensantes, si queremos un suelo patrio renovado , próspero y floreciente, permítaseme decirles que, al final.

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