Transparencia
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El martes comentamos con usted la iniciativa preferente que envió el presidente a la Cámara de Diputados, que se conoce como reforma laboral.
Sin embargo, también envió una a la Cámara de Senadores, que modifica la Ley de Contabilidad Gubernamental.
Adicionalmente, el presidente electo, Enrique Peña Nieto, anunció una iniciativa en materia de transparencia (que envía a través de su grupo parlamentario). Creo que estas dos últimas iniciativas tienen mucho en común y vale la pena comentarlas de manera general.
Primero, hay que recordar que la transparencia en México es un fenómeno muy reciente. Antes de 1997 era muy difícil saber algo con certeza, así como era prácticamente imposible esperar que la ley se cumpliera. Vivíamos en un régimen autoritario, y eso no debemos olvidarlo. Los 15 años que han pasado nos pueden convencer de que lo de hoy es lo permanente, cuando son los únicos quince años de vida de México en que medianamente hemos controlado al poder.
Segundo, ese proceso de transparencia fue resultado de la transición política, pero también fue apoyado, no siempre de la misma manera, desde el gobierno federal. Podemos saber hoy en qué se gasta el dinero y en el caso de los programas sociales con padrón de beneficiarios, podemos saber exactamente quién y cuánto recibe. Esto tampoco podemos olvidarlo, y más vale que lo estemos cuidando. No vaya a ser que algunos de los que llegan en diciembre tenga tentación de "cambiar el sistema".
Tercero, la culminación del proceso de transparencia, su institucionalización, fue la creación del IFAI, la única organización (o institución, como guste) que el PAN logra crear en la secuencia de transformación política. Como ocurrió con todas las organizaciones previas (IFE, CNDH, las otras comisiones) el IFAI no queda bien establecido en un principio. Ha tenido que ir abriendo espacios, peleando otros, y poco a poco se ha ganado la confianza de los ciudadanos.
Pero este proceso de apertura y transparencia federal (que, reitero, no siempre ha tenido el mismo apoyo) no ocurre en los estados. En ellos, lo hemos comentado en muchas ocasiones, los gobernadores hacen lo que les da la gana. No hay contrapeso alguno, ni del órgano de transparencia, ni del electoral, o el de derechos humanos, o del poder Judicial o Legislativo local. Son virreyes, pues.
Pero son virreyes irresponsables, que es peor. Las dos funciones elementales de un estado: cobrar impuestos y dar seguridad, no las pueden cumplir. Se recargan en el gobierno federal, del que reciben 80 o 90% de su gasto, y al que le piden ayuda cada vez que ocurren crímenes serios. Para complicar aún más el asunto, en cada estado se manejan los recursos de manera diferente. Ni siquiera tienen una contabilidad homogénea.
Para ello, hace unos años se creó la Ley de Contabilidad Gubernamental, que obligaba a tener, para 2012, un catálogo de cuentas similar, criterios comparables, es decir, mecanismos de contabilidad que permitieran medianamente tener idea de cómo se gastan el dinero estos autócratas. Habrá usted notado que ya es 2012, y no tiene usted noticia de esa contabilidad, porque el proceso no ha terminado, a pesar de contar con una Unidad en la secretaría de Hacienda, que ayuda a las entidades a cumplir con la normatividad. Bueno, pues esta ley que no han cumplido ahora se modificaría para hacerla más fuerte, con más "dientes" como le dicen ahora a las leyes que merecen llamarse así.
Sin duda es una gran idea complementar la ley con normas acerca de transparencia y rendición de cuentas de parte de los gobernadores. Pero va a ser mejor cuando esa ley se aplique en serio, lo que no puede hacerse si no ponemos un contrapeso serio a los gobiernos estatales. He propuesto, e insisto, que consideremos al Senado para eso. Tiene ya facultades de supervisión y actuación en caso de falla absoluta en un estado, pero deberíamos darle todavía más fuerza, para que leyes como ésta puedan funcionar bien.
En cualquier caso, esta propuesta del presidente Calderón de que los gobiernos estatales sean más transparentes y rindan cuentas va en la misma dirección (al menos discursiva) de la iniciativa presentada por su próximo sucesor. La propuesta de Peña Nieto se centra en lo federal, pero le da facultades al IFAI para actuar cuando un órgano local de transparencia no cumple. No he leído la iniciativa con detalle, pero me queda la duda de si esto va a poderse hacer así nada más, o si los gobiernos estatales van a saturarnos de controversias constitucionales argumentando soberanía.
Por eso creo que deberíamos sumar a estas dos iniciativas que promueven transparencia instrumentos reales de rendición de cuentas, que no son otros que contrapesos institucionales.
Déjeme cerrar diciendo que me llama mucho la atención que tengamos, a menos de dos semanas de la inauguración del Congreso, tres iniciativas que enfatizan transparencia: la de Contabilidad, transparencia de gobiernos estatales; la de Trasparencia del presidente electo, que fortalece al IFAI; y la laboral, que promueve la transparencia en los sindicatos. Si es verdad que al presidente electo y a su partido les interesa este tema, tienen una oportunidad extraordinaria para sacar las tres iniciativas adelante.
Después de eso, con gobernadores, sindicatos y funcionarios obligados a la transparencia y a la rendición de cuentas, nadie dudará de que hablamos de un nuevo PRI, o para el caso, de un nuevo país. Pero si estas iniciativas no fructifican, si van perdiendo filo en el camino, si no se complementan con los instrumentos obligados de contrapeso, entonces no quedará más que reconocer que hemos regresado a los tiempos de la "política-ficción" (creo que así le decía alguien), a las épocas de las máscaras de Paz.
Tiempos interesantes, no cabe duda.