Rodríguez
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El programa 60 minutos de la cadena CBS, presentó recientemente la historia fascinante de un músico de nombre impronunciable, cuyas letras tardarían cuatro décadas para compararse con las del mismísimo Bob Dylan.
Rodríguez, hijo de migrantes mexicanos, trabajó en la construcción para poder pagar una casa con horno de leña y escribir las canciones del rockstar anónimo que era. Mientras que su música nunca logró despegar en los Estados Unidos, en otras latitudes se había hecho de sus canciones la banda sonora de toda una generación.
En 1998, fue invitado a presentarse en Sudafrica. Llego al aeropuerto acompañado de sus dos hijas, quienes al ver las limosinas, creyeron que debían apartarse para dar paso a algún dignatario, sin pensar jamás que se habían dispuesto para su padre. En el auditorio, lo esperaban una multitud de seguidores que habían hecho de aquel "blues del establishment", el himno de la resistencia y de la lucha social contra el apartheid. Para los miles de jóvenes y adultos que se congregaron aquella noche, tener la oportunidad de verlo en vivo, décadas después, representó el milagro de conocer a quien su música y el mito de un supuesto suicidio, lo habían convertido en una leyenda. A su ingreso al auditorio se le recibió con un aplauso que se prolongó por 10 minutos. Cuando finalmente se le permitió hablar, inició su repertorio agradeciendo al público por mantenerlo en vida.
Años después, y gracias a la letra de una de sus canciones, se le encontró en las afueras de Detroit, donde era confundido con un indigente con guitarra al hombro. Un cineasta en ciernes decidió producir con su celular una película basada en su historia y su música, la cual después de cuatro años no terminó por quedarse en la quiebra. El filme, titulado "Buscando a Sugarman" se presentó como la producción estelar, aún inconclusa, en el festival de cine de Sundance con lo cual el cineasta salió de la ruina y Rodríguez del anonimato.
Rodríguez, con una historia de pobreza y dignidad a cuestas, se presenta 40 años después con una exitosa gira por todo Estados Unidos. Ya con una situación económica más que resuelta, su hija no se lo imagina en un Ferrari, si acaso con lentes nuevos. Él, por su parte, confiesa que el trabajo duro, lo es físicamente pero no avergüenza, pues ser pobre no significa ser sucio, ni estúpido, ni miserable.
@felipecarrera1